" Me acuerdo de ti...
Me cago en tus muertos "-Extremoduro
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Uf, qué largo era aquel puto túnel.
Ainara caminaba a paso apresurado, en dirección a la salida, por la que se veía la luz, blanca y brillante. El eco de sus pisadas retumbaba por las paredes con fuerza. Hacía frío en aquel túnel, y olía a humedad.
Estos estadios de fuera...ninguno era como su Anoeta.
Después de lo que pareció una eternidad, salió al exterior. Sintió una extraña sensación de alivio; como si estando en el túnel se hubiese estado ahogando, y abandonarlo fuese como salir a la superficie y poder, por fin, respirar.
Era de noche. El estadio aún estaba vacío; quedaría rato para que llegasen los hinchas. Pero no era Anoeta. Era mucho más grande; ¿sería el Bernabeu? No lo recordaba, pero tendría que serlo; unas gradas altísimas, que parecían no tener fin, arremolinadas en torno al campo. Parecía un coliseo romano. Apenas podía ver la apertura superior que mostraba el cielo, pues las luces que alumbraban el campo eran demasiado blancas, demasiado brillantes y demasiado cegadoras; era como mirar directamente al sol.
¿Qué hacía ella allí?¿Y por qué estaba sola?
Dio unos pasos por el campo vacío. El césped bajo sus pies era tierno y mullido, y siseaba bajo sus pies.
-¿Hola?- gritó al vacío. Su voz retumbó por las gradas. Nada. Nadie.
Por fin lo vislumbró; allí, al fondo, a la altura de la portería, había un chico dándole la espalda. Tenía el pelo negro, cortado en degradado.
Suspiró aliviada y corrió hasta alcanzarlo.
-¡Joder! Por fin te encuentro.- jadeó ella. Él chico se giró para mirarla, con una sonrisa divertida.
-¿Tenías miedo, o qué?- bromeó, arqueando sus tupidas cejas.
Ella no se lo pensó y le abrazó.
-Pues sí, este sitio es enorme y estaba sola. Pensaba que me habías abandonado.
-¿Yo a ti?- él correspondió a su abrazo, rodeando su cintura y hundiendo su rostro en su cuello. Ainara sentía el ligero escozor de su barba en su piel. Cerró los ojos e inspiró su fragancia masculina.- Jamás te dejaría sola.
-Eso espero.
Se separó para poder mirarlo a los ojos. Esos ojos grandes y oscuros; de animalillo, que ahora estaban posados con cariño sobre ella. Acarició su mejilla revestida por la barba y lo besó.
-Pinchas.- susurró sonriente, al separarse unos centímetros de su boca.
Él sonrió, y por toda respuesta, frotó su mejilla con la de Ainara, haciendo que su barba raspase su piel.
-¡Para, bruto!- trató de zafarse entre risas. Él la miraba con ojos brillantes.- Voy a acabar con todo el cuerpo raspado por tu culpa.
-Oye, sarna con gusto no pica, ¿no?
-Y tanto que no pica. Pero prefiero que me pinches si me vas a dar un beso, hombre.
Pedro obedeció y la besó. Era difícil que sus bocas terminasen de encajar, porque ella tenía una sonrisa en los labios que le impedía cerrarlos en torno a los de Pedro. Estaba feliz.
Un sonido atronador resonó por encima de sus cabezas. Ainara alzó la vista, dándose cuenta de que aquellas gradas infinitas estaban ahora atestadas de gente. ¿En qué momento habían entrado? Llevaban camisetas y sacudían banderas de un equipo que ella no podía identificar. Lanzaban fotos con flash, haciendo que ella entrecerrase los ojos. Decenas de miles de voces silbaron y corearon cosas que le taladraron el tímpano.
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𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐢𝐧𝐭𝐢𝐦𝐢𝐝𝐚𝐝 | 𝐏𝐞𝐝𝐫𝐢
Fanfiction" 𝑺𝒆 𝒔𝒖𝒑𝒐𝒏𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒕𝒆 𝒆𝒏𝒂𝒎𝒐𝒓𝒂𝒔, 𝒏𝒐 𝒍𝒐 𝒆𝒍𝒊𝒈𝒆𝒔 " Pedro tiene una filosofía de vida muy clara: centrarse en su trabajo y disfrutar de su juventud sin ataduras. Sin embargo, cuando una noche de fiesta conoce a Ai...