• Extra: Agur, goodbye •

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(El presente capítulo es un extra, no continúa la historia en el punto en que la dejamos)

Dedicado a Martín Zubimendi

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*flashback de las semanas previas al inicio de la Eurocopa*

En cosa de tres días, Martín y los demás chicos de La Real partían hacia Las Rozas para iniciar los entrenamientos con la absoluta. El ambiente por casa y entre los amigos era de jolgorio, de festejo. ¿Y Ainara? Hasta el cuello de exámenes. Aquello no era vida. En San Sebastián estaba haciendo un tiempo fabuloso, todas sus amigas que ya habían aprobado todo se pasaban el día en bikini, cogiendo color en la Zurriola, mientras a ella le tocaba estar encerrada en casa, con el ventilador junto al escritorio y la nariz metida en los apuntes de psicología. Si aprobaba todo, terminaba oficialmente la carrera. Le daba nostalgia pensar que aquella etapa ya terminaba. También miedo, porque no tenía ni idea de qué iba a hacer después. Si máster, si oposición, si tomarse un año sabático.

Los días previos a que Martín partiese hacia algún país de Europa para jugar alguna competición siempre eran extraños. Tenían un punto agridulce, casi como si no fuese a volver, aunque por supuesto que iba a hacerlo. Era raro. Y aquel mes esa sensación fue mucho más intensa y sobrecogedora. ¿El motivo? Bueno. Que por Donosti se decía que. Se comentaba que. Inicio del verano, apretura del mercado de fichajes. Twitter estaba bien calentito con los últimos rumores de que nosequé club quería a fulano o estaba negociando con mengano. Los de La Real no se salvaban, y a inicios del mes de Junio hubo un incidente que dejó a Ainara bastante chof.

La semana antes al viaje a la concentración en Las Rozas, en una última reunión con los del equipo antes de ir a Alemania, Mikel les había confesado que tenía apalabrada su transferencia al Arsenal, y que en cuanto terminasen la Euro se iría a Londres a comenzar a entrenar con sus nuevos compañeros. Los del equipo ya lo sabían. Ainara no. Se enfadó con él (en broma y no tan en broma). Se enfadó con Robin, Martín, con Álex, por no haberle dicho nada.

-No, que no me hace gracia.- había dicho ella, enfurruñada como una niña pequeña, con los brazos cruzados sobre la mesa de madera pegajosa de la sociedad. Sentado junto a ella, medio enternecido por su enfado, Robin le rodeó los hombros con el brazo.- Eres un cabrón, Merino. Irte a jugar a la puta Premier, macho.

Y bueno, seguro que no lo hizo a malas, pero a Mikel, que estaba algo achispado por las cervezas que se habían estado tomando, se le escapó una broma que no se le tuvo que haber escapado.

-Sí, pues tu primo tambien está a nada de irse con los british, ¿eh?

Y las risas se disiparon poco a poco. Álex le dio un codazo a su amigo, como diciéndole que se callase. Ainara frunció el ceño, tanto que se le marcaron dos arruguitas verticales en el entrecejo. Miró a Martín, luego a Mikel, luego a Martín y de nuevo a Mikel, como esperando que alguno de los dos sucumbiese ante la presión de su mirada y desembuchase.

-No, que...- murmuró Mikel.

-Joder, Merino, macho...- dijo Martín entre dientes, apretando la servilleta que tenía en la mano.

Ainara miró a su primo, quien mantenía su vista fija en el borde de la mesa. Miró luego a Robin, a Álex, sus pupilas saltando de uno a otro con frenesí, buscando que alguien le dijese algo.

𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐢𝐧𝐭𝐢𝐦𝐢𝐝𝐚𝐝 | 𝐏𝐞𝐝𝐫𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora