• Como si fueras tú •

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A la mañana siguiente, los jugadores de La Real volvieron a subirse en su autobús, algo cansados, pero más dicharacheros y animados que en la ida. La victoria y los puntos ganados les habían quitado un peso muy grande de encima, y ahora estaban más relajados.

Martin apenas le había dirigido la palabra a Ainara en todo el día. Tan sólo por la mañana, cuando le había dicho que tuviese la maleta preparada y que se diese prisa. Nada más. Ainara estaba muy decaída; Martin prácticamente nunca se enfadaba con ella: para su prima siempre tenía una sonrisa, una buena cara, y ganas de consentirla.

De modo que, en cuanto se subió al bus, vio que Martin había tomado asiento junto a Oyarzabal, nada de reservar un sitio para su prima, que, cabizbaja, se sentó junto al defensa francés, el cual se cambió de asiento para que Ainara pudiese ir en el asiento de la ventanilla.

-¿Ha pasado algo?- susurró el francés, cauto, observando la parte trasera de la cabeza de Martin, que sobresalía un par de asientos por delante.

-Se enfadó conmigo porque me fui de la fiesta sin avisar.- murmuró Ainara, brazos cruzados y capucha subida.

-Es que ayer estaba fatal. Súper preocupado. Te estuvo buscando por todas partes, y estaba muy agobiado. Le tuve que calmar porque, si hubiera sido por él, hubiese llamado a la Guardia Civil, a la Forestal y a la Costera.

Ainara se hundió aún más en su asiento, con un mohín en los labios. Era plenamente consciente de que ella no tenía la razón en aquel enfrentamiento: había sido una irresponsable, y se había pasado por el forro las indicaciones que le había dado su primo, quien había aceptado con generosidad estar a su cargo durante aquel fin de semana. Bastante suerte tendría si no le contaba nada a sus padres.

-No te preocupes.- Robin le dió un toquecito cariñoso en el brazo.- Martin te quiere muchísimo. Deja que duerma un poco, y ya verás como se le pasa.

-Eso espero. Ayer estaba hecho una furia.

-Tampoco puedes culparle, desapareciste sin decir nada.

-Lo sé, lo sé.

-¿Puedo preguntar a dónde fuiste?

Ainara lo miró, perpleja. La curiosidad brillaba en los ojos pardos del francés.

-No te voy a dar detalles, morboso.

-Si a mí no me importa, Ainara. Pero, después de verte con Ferrán, yo pensé que...

-No, no, no. Ni de coña. ¿Esa es la imagen que tienes de mí?

-¿Qué? Tampoco digo que esté mal. Bueno, en tu caso, sí estuvo mal porque no avisaste y Martin se volvió loco.

-No me fui con Ferrán.

-¿Y entonces?

Aunque conocía a Robin lo suficiente para saber que no iba a ir aireando por ahí las intimidades que le confesara, no quería que nadie se enterase de lo que había pasado con Pedro.

𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐢𝐧𝐭𝐢𝐦𝐢𝐝𝐚𝐝 | 𝐏𝐞𝐝𝐫𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora