• Proposición •

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• Enero de 2024 •

Enero rozó su fin, y con él, la agotadora temporada de exámenes. Desde la primera semana de enero, Ainara no había hecho otra cosa que no fuese emplear las pocas fuerzas que tenía en estudiar e intentar sacar adelante el cuatrimestre. Le había costado horrores; si ya de por sí no era la persona con la mayor capacidad de concentración del mundo, tener la cabeza y el corazón hechos un lío no ayudaban. Era complicado centrarse en sus asignaturas cuando todo lo que quería hacer era estar en la cama llorando.

Durante todo el mes apenas había salido, más que para ir a hacer los exámenes y dar alguna breve vuelta por el barrio. Ni siquiera había ido a ver los partidos de La Real; alegando que no podía permitirse perder 90 minutos de su día, y aunque eso fuera cierto, la razón de mayor peso era que no le apetecía estar con gente.

Su primer día de libertad le supo a gloria, más aún, sabiendo que tenía aquella semana completamente libre, ya que no empezaría las clases hasta la próxima. Martín, a quien apenas había visto en todo el mes, le había invitado a desayunar para celebrar que ya había terminado los exámenes, así que, antes de que él tuviera que irse a Zubieta a entrenar, fueron a una cafetería de la zona de Sagües, y desayunaron viendo el mar y la playa de La Zurriola, prácticamente vacía a aquellas horas, a excepción de los surfistas que enceraban sus tablas sobre la arena antes de montar unas cuantas olas de buena mañana y los vecinos que paseaban por allí a sus perros. El ambiente era tranquilo, apacible, y aunque todavía hiciese frío invernal, había amanecido una mañana despejada, con un sol que bañaba de luz las calles de piedra.

Los ojos de Martín repararon en el colgante que llevaba su prima al cuello, expuesto por el escote en V de su jersey. El colgante del ágata azul que le había regalado Robin. La delicada gema brillaba con la luz dorada del nuevo día.

-Te gustó mucho el regalo, por lo que veo.- comentó con simpleza, removiendo la cucharilla dentro de su taza de café.

Ainara sintió cómo el calor se le subía a las mejillas. Bajó la vista hacia el colgante, como si acabase de darse cuenta de que lo llevaba.

-Ah, sí...hombre, con la pasta que se habrá dejado en él, como para no ponérmelo.

-Bueno, claro, tienes razón.- algo bueno de Martín era que nunca insistía. Algo malo, que si sospechaba cosas, tampoco las decía.

Comieron y tomaron café mientras bromeaban y se ponían al día de las vidas del otro durante aquel mes. La de Ainara no había tenido demasiado misterio; su Enero había transcurrido entre apuntes, subrayadores y post-its. El mes de Martín había sido mucho más prometedor: vuelta a los entrenos, a los partidos de La liga y a la Champions. ¡La Champions! La temporada pasada había finalizado con La Real clasificada para Champions, cosa que no sucedía en años, y lo que tampoco sucedía en años era que el equipo pasase a octavos de final, hecho que se había consolidado en diciembre tras empatar al Inter de Milán. La afición txuri urdin y los propios jugadores estaban fuera de sí por el acontecimiento, pero tocaría esperar a Marzo para ver si lograban avanzar más en la competición, pero desde luego que merecía la pena soñar.

-¿Vienes a Zubieta?- inquirió Martín, una vez hubieron pagado la cuenta, mientras se ponía el abrigo.- Si quieres podemos ir a comer después con los del equipo, o no sé.

-Ah, vale, sí.

Acudieron en coche al centro deportivo. El sol ya había comenzado a asomarse por las colinas que rodeaban el campo, y el aire puro y frío de la mañana llenaba los pulmones y daba la sensación de que los limpiaba de las toxinas de la urbe.

𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐢𝐧𝐭𝐢𝐦𝐢𝐝𝐚𝐝 | 𝐏𝐞𝐝𝐫𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora