• Piénsalo bien •

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Junio de 2024 •

-Yo, hijo, de verdad que no te entiendo.- se lamentaba al otro lado de la línea Jokin, el agente de Robin.- Están interesados, las condiciones son buenas, es un equipo muy grande, con muchas oportunidades...es que, ¡no veo el problema!

Robin, con el teléfono al oído, se encogió de hombros, como si Jokin pudiese ver el gesto. Alzó el rostro hacia el cielo, deleitándose con el cálido sol. Estaba en su jardín, en el que ya se podía notar el fin de la primavera; con el césped más verde y perlado de margaritas, el cielo más azul, el calor más firme. San Sebastián era bonito en cualquier época del año, pero en primavera...no había comparación con cualquier otro sitio del mundo, con sus días que se alargaban hasta el infinito, las playas comenzando a llenarse de valientes que se atrevían a darse el primer baño de la temporada en el mar, que seguía helado por mucho que fuese Mayo o Junio, las calles atestadas de gente que tomaba refrigerios bajo el sol, los árboles llenos de hojas que creaban toldos de sombra en las avenidas...

-Pues que no tengo del todo claro que quiera irme de aquí.

-¡No del todo claro!- exclamó, incrédulo, Jokin.- Mira...La Real es un buen equipo, ¿vale? Si no digo que no. Ha sido un buen sitio para iniciar tu carrera, ir creciendo...pero después de un tiempo se empieza a hacer pequeño. ¿Por qué crees que todas las estrellas acaban volando tarde o temprano? Odegaard, Griezmann, Merino también está a nada de irse...Necesito que seas racional, hijo.

Robin torció la boca. No le apetecía seguir teniendo aquella conversación. Durante aquel último mes, parecía que era lo único de lo que hablaba con Jokin. Y aunque siempre intentaba dar esquinazo al tema, su manager siempre insistía, para su desagrado.

-Me lo pensaré.- dijo Robin, sin mucha convicción en sus palabras.

Jokin resopló al otro lado de la línea.

-Pero, de verdad, sé sincero, ¿por qué tanta insistencia en quedarte? Es que no consigo entenderlo.

-No sé, son muchas cosas. Me gusta el equipo, la ciudad...me ha costado mucho adaptarme a La Real, como para irme ahora.

Se produjo el silencio durante unos instantes.

-Bueno. Me han prolongado el plazo de decisión un poco más.- insistió Jokin, ignorando lo que Robin acababa de decirle.- Usa la cabeza, te lo pido por favor, porque quizá este tren no vuelve a pasar.

-Sí, sí. Adiós.

Colgó sin darle la oportunidad de decir nada más a Jokin, e inspiró antes de volver al interior de la vivienda.

Suspiró de alivio al sentir el aire fresco de su salón, mientras reflexionaba acerca de todo lo que le rondaba la cabeza, que no era precisamente poco: En un par de días partiría a Las Rozas junto con los demás compañeros de La Real que habían sido convocados. Lo cierto era que la Euro no podría haber llegado en algún momento. Entre el fin de La Liga, el pesado de Jokin que no paraba de insistirle con
ese temita, y pasar tiempo con Ainara...casi ni había pensado en la Eurocopa, y casi que mejor, porque cuando pensaba en ello se deshacía en nervios. Uno pensaría que después de casi una década jugando a fútbol profesional, los nervios ya no existirían, y realmente Robin rara vez los sentía en demasía, pero una cosa era jugar con su equipo, con su Real, en su estadio y para su afición, donde perder estaba permitido, donde siempre habría un partido más para enmendar errores. Pero la Selección era distinto, era dar la cara por todo un país. Era jugarse un título, era la responsabilidad de llevar un trofeo a casa. Era, además, la presión de representar un país en el que él no había nacido, con todas las críticas que su convocatoria había supuesto. Por supuesto que se había planteado ir con la selección francesa. Al fin y al cabo, Deschamps, aunque tarde, le había llamado. Pero, habiéndolo pensado fríamente, Robin llegó a la conclusión de que, si bien no había nacido en España, era el país donde había vivido y trabajado diez años, el país que le había recibido con los brazos abiertos cuando Francia le dio la espalda. Jugar con la Roja suponía devolverle al país todo el cariño que éste le había dado a él durante tanto tiempo, y él iba a defender la camiseta y el escudo como el que más.

𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐢𝐧𝐭𝐢𝐦𝐢𝐝𝐚𝐝 | 𝐏𝐞𝐝𝐫𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora