" 𝑺𝒆 𝒔𝒖𝒑𝒐𝒏𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒕𝒆 𝒆𝒏𝒂𝒎𝒐𝒓𝒂𝒔, 𝒏𝒐 𝒍𝒐 𝒆𝒍𝒊𝒈𝒆𝒔 "
Pedro tiene una filosofía de vida muy clara: centrarse en su trabajo y disfrutar de su juventud sin ataduras. Sin embargo, cuando una noche de fiesta conoce a Ai...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
⠂⠁⠈⠂⠄⠄⠂⠁⠁⠂⠄⠄⠂⠁⠁⠂
• Diciembre de 2023 •
-Venga, ¿empezamos?
Merino, Martín, Robin, Álex, Oyarzabal y Ainara se congregaban en torno a la larga mesa de madera barnizada de la sociedad de los padres de Ainara. Les rodeaban paderes de piedra, y junto a la pared, decorada modestamente con espumillón de colores, la pequeña cocina donde habían hecho la comida de la que los voraces hombres, que venían del último entrenamiento antes del parón por las Navidades, no habían dejado ni rastro.
La reunión y el amigo invisible, en principio, iba a ser solamente para los cinco amigos, pero Martín había decidido incluir a Ainara, que seguía algo tristona, para que saliese un poco de casa y estuviese con gente.
Habían pasado ya dos semanas desde lo sucedido con Pedro, y aunque ya hubiera recuperado la normalidad en su vida, vuelto a clase, a los estudios, y la dolorosa bola de tristeza del principio hubiera reducido su tamaño, tampoco se había ido, y a lo largo del día encontraba cosas, escuchaba canciones, veía fotos, que le recordaban a él, y volvía a sentir cómo la tristeza recuperaba su firme agarre sobre ella.
Aquella tarde había estado bien; se había reído con los amigos de Martín, habían charlado animadamente de cómo les estaba yendo la temporada y la Champions. Aunque ella había estado tranquila, por las miradas que Martín le echaba cada poco rato para asegurarse de que estaba bien, Ainara intuía que se le debían notar todavía los ojos tristes.
Martin cogió la bolsa de plástico que había colgado del respaldo de su silla, y la sostuvo en alto durante unos instantes con aura de misterio antes de, por fin, pasársela a Álex. El portero se la colocó en el regazo, y sacó de ella un pequeño paquete, envuelto de muy malas maneras en un papel infantil con renos y abetos estampados, al que había pegados muchos pedazos de celo colocados sin ningún tipo de orden.
-Coño, menos mal que te dedicas al fútbol, porque lo de envolver regalos, como que no.- comentó mientras rompía pequeños pedazos del envoltorio.
-Calla, anda.
El regalo resultó ser un Wonderbox de un viaje a Croacia.
-Para que te vayas con la novia. Como no parabas de dar la tabarra con que querías ir...- murmuró Martín, rascándose la nuca. No era el mejor haciendo regalos.
-Gracias, hombre.- dijo su amigo, inclinándose para darle una sonora palmada en el hombro.
-Oye, pero, ¿nosotros no habíamos puesto un presupuesto?- inquirió Merino.
-No.
-Hostia, pues ya lo siento por mi amigo invisible.