• Ella •

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" No he wasn't you
But you can still trust me, this ain't infidelity
It's not cheating you were on my mind

Yes he looked like you
But I heard love is blind  "

(No, no eras tú, pero todavía puedes confiar en mí; esto no es infidelidad. No lo es, porque tú estabas en mi cabeza.

Sí, se parecía a ti,
pero he escuchado que el amor es ciego.)

-Amy Winehouse

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Que no, que no iba a resignarse a ser el único de los dos que se quedaba estancado mientras ella rehacía su vida.

Pedro decidió que, ¡qué coño! Él era Pedro González, era joven y exitoso, y no iba a quedarse hundido en la mierda por una chica.

Después de muchos (muchísimos) días de insistencia por parte de sus compañeros, Pedro por fin accedió a salir de fiesta con ellos por Barcelona. Se convenció a sí mismo de que le iría bien. Estar con sus amigos, desconectar, quizá conocer a alguna chica...sí, estaría bien.

-Sí, los baches emocionales tienen que procesarse adecuadamente, pero en ocasiones también es igual de importante desconectar un poco y evadirse.- Le había dicho Ángel en una de sus sesiones. Se aferró a eso: tenía que evadirse; le iba a sentar bien.

Sentados en un reservado de una discoteca pija de Barcelona, Pedro, vaso en mano, observaba, con la cabeza algo ida, a sus amigos hablar entre ellos y lanzarle miradas a cualquier chica guapa que estuviese en la pista.

-Si es que no lo entiendo, hermano.- dijo Héctor, sentado junto a él.- Con la carita que tú tienes, que te podrías llevar a casa a la que quisieras, y andas depre por una chica.

-Ya lo entenderás cuando te hagas mayor.- replicó él, guasón.

Héctor era todo un casanova, no era secreto para absolutamente nadie. Era guapo y tenía actitud; cuando estaban en cualquier sitio público; las chicas siempre lo miraban a él. Lo cierto era que, aquella noche, Pedro estaba obligándose a hacer de hermano mayor y recordar a las chicas que se le acercaban que Héctor todavía tenía diecisiete años, aunque ello supusiera cortarle un poco el rollo.

-Es como salir de fiesta con mi abuelo.- bufó él.

-Creo que es justo que las chicas sepan la edad que tienes. Así una chica de veinticinco años evita liarse contigo creyéndose que eres mayor.

La fórmula era muy sencilla; localizar desde el reservado a alguna chica que le gustase, intercambiar miradas, hacerle un gesto e indicar al de seguridad que la dejase subir. Nunca fallaba. Rara vez las chicas no se mostraban interesadas de, aunque fuera, tomarse una copa en el reservado de los futbolistas.

-¡Con la de tías guapas que hay esta noche!- protestó Héctor, contemplando la multitud que bailaba en pista, debajo del reservado.- ¿De verdad que no te llama la atención ninguna?

Justo cuando Pedro estaba a punto de contestarle que no, localizó a una chica que bailaba, como tantas otras, entre la multitud. Tenía el pelo y los ojos oscuros, y el iluminador que llevaba en los puntos altos de su cara brillaba bajo las luces de colores. Había algo en ella que le resultaba extrañamente familiar.

𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐢𝐧𝐭𝐢𝐦𝐢𝐝𝐚𝐝 | 𝐏𝐞𝐝𝐫𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora