• La fiesta •

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Los jugadores llegaron al hotel con el tiempo justo para comer como si fuese el último día que les quedara de vida, coger sus petates y dirigirse al Camp Nou para el entrenamiento previo.

Ainara se había quedado en el hotel, con tiempo de sobra para echarse una pequeña siesta, ducharse con tranquilidad, y poder arreglarse. Esta vez, más previsora que la última, se había asegurado de llenar la maleta, por pequeña que fuera, de diversas opciones de ropa que ponerse. Se repasó el liso del pelo con la plancha, se maquilló y, cuando quedaban cerca de cuarenta minutos para el comienzo del partido, cogió un Uber hacia el Camp Nou. Se había puesto su camiseta de La Real sin vergüenza alguna, aunque al salir del Uber, ya delante del estadio, comenzó a notar las repercusiones.

Los culés ya se agrupaban en torno al Camp Nou, y abundaban infinitamente más que los hinchas de La Real. Alguno le chistó al ver los colores de su camiseta, y algún otro le llamó puta. Gente imbécil, qué se le iba a hacer.

Tras presentar el pase que le habían proporcionado en el hotel, un miembro del staff la guió por las gradas hasta los palcos algo apartados del resto de asientos, reservado para miembros de la organización, familiares, amigos, y los propios jugadores que no fuesen a participar en el partido. Mirando el móvil, le llegó un nuevo mensaje.

Te veo

Rápidamente alzó la cabeza y barrió con la mirada la hilera de gradas, imposible distinguir a nadie entre el vaivén de hinchas que bajaban; subían, se sentaban, se levantaban. Tras un buen rato de búsqueda, lo pudo localizar, un par de filas por debajo de au asiento. Vestía un mullido abrigo de color celeste, con el escudo del F.C Barcelona. Junto a él, portando un abrigo idéntico, reconoció a Gavi, que miraba todo el campo y a todas las personas presentes con los ojos brillantes de alegría. Quizá fuera por los dos años de diferencia que había entre ambos, pero no podía evitar ver al sevillano como un niño pequeño, y le generaba mucha ternura, por muy temperamental que fuese en el campo.

Yo a ti también

Escribió aquello y, móvil entre las manos, observó atenta a Pedro, esperando que lo leyese y se volviese a verla. En efecto, ojeó en un momento su teléfono, y tras unos segundos trasteando con él, vio cómo el chico volteaba la cara en su dirección y le saludaba con la mano. Era la primera vez que se veían las caras desde enero. Ella le devolvió el saludo, y casi al instante comenzaron a tronar por el estadio los vítores de los hinchas; los integrantes de ambos equipos habían comenzado a desfilar por el campo. Antes de guardar el teléfono para centrarse en el partido, escribió un mensaje rápido.

Que gane el mejor

El partido concluyó, para alegría de Ainara, con la victoria de La Real, con 2 goles frente a 1 del equipo azulgrana. Sin embargo, el equipo rival tenía también motivos de sobra para celebrar: habían acumulado los suficientes puntos para convertirse, oficialmente, en campeones de La Liga, por lo que cuando acabó el partido, todos los jugadores, incluidos Pedri y Gavi, que llevaban la equipación bajo sus abrigos, probablemente vaticinando la llegada de ese momento, se agruparon en el campo, para sostener la copa y sacarse fotos. Ainara intuía que les esperaba una larga noche de celebración. Mientras ellos se regocijaban con su trofeo y el calor del público, el equipo vasco, que si bien había salido victorioso, se sentía más bien como el perdedor, se había retirado a los vestuarios.

𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐢𝐧𝐭𝐢𝐦𝐢𝐝𝐚𝐝 | 𝐏𝐞𝐝𝐫𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora