Capítulo 56

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Unos días más tarde, regresé a la farmacia del palacio interior para terminar de limpiar el depósito.

—Buenos días —dije al entrar—. ¿Está listo para seguir limpiando?

Pero vi al matasanos completamente abatido en el piso.

—¿Qué pasó? —pregunté un poco alarmada.

—Llegó una carta de mi hermana menor —chilló—. Dijo que hemos perdido nuestra orden real de nombramiento.

Tomé el papel y leí su contenido.

La pérdida de la orden de nombramiento tendrá un gran impacto en sus ventas.

Froté un poco el papel y confirmé la razón por la que se le había quitado ese mérito.

Ciertamente no es el papel de calidad que debería venderse a la corte imperial.

—Me pregunto porque... aunque estaban tan entusiasmados con que pudiéramos producir más papel gracias a la compra de esas vacas.

—¿Vacas?

—Las usamos para trabajos que requerían más fuerza humana —explicó—. No cambiamos los materiales ni es proceso, así que ¿cómo sucedió esto?

Veamos... incluso con la caída de la calidad, sigue siendo muy superior a los productos que se venden en las ciudades.

No hay impurezas presentes y las fibras están aplanadas uniformemente, el grosor es consistente también, así que no parece que hayan estado cortando esquinas.

Desgarré con mucha facilidad una de las esquinas del papel.

El problema es la textura gruesa del papel y que se desgarra con el menor movimiento...

—¿Está usando salgan método especial para producir el papel? —quise saber.

—No, básicamente seguimos el método convencional —respondió—. Es solo que somos bastante meticulosos al hacer el pegamento, pero no puedo decirte los detalles.

En realidad, no necesita decírmelo para saberlo...

—¿También están siendo meticulosos con el agua?

—Si, para que el pegamento se endurezca adecuadamente, buscamos agua de manantial para controlar la humedad.

Vacas que fueron compradas recientemente y agua que obtuvo de un manantial...

—¿Utiliza el agua hervida del arroz para el pegamento?

Comencé a buscar algunas cosas en los anaqueles.

—No, ¡usamos harina de trigo debidamente diluida! —dijo orgulloso—. De lo contrario, no sería lo suficientemente fuerte para...

Y de inmediato se tapó la boca.

Eso ya lo sabía... ah, lo encontré.

—¿Dónde guardan a las vacas?

—No conozco los detalles hasta ese punto —se excusó.

Serví un poco de agua caliente y serví el té.

—Aquí tiene, té de arrurruz.

Lo bebió, pero algo le sorprendió.

—Jovencita, lo hiciste demasiado espeso.

—Es porque ahora está pegado a la taza y no se puede beber —expliqué—. Permítame enseñarle una forma de beberlo, ¿podría copiarme?

Me llevé una cuchara a la boca.

—Lama la cuchara y revuelva la taza por favor.

—Esto parece de mala educación...

Noches efímeras | JinshiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora