Capítulo 63

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Hace calor...

—¿Qué estás haciendo?

Sonreí de inmediato al escuchar esa voz.

—Buenos días, maestro Jinshi, encontramos un destilador cuando estábamos limpiando el depósito —respondí—. Así que decidimos recoger las rosas restantes que nos habían sobrado de la fiesta del jardín y hacer un poco de aceite perfumado.

Gran parte de la farmacia estaba llena de humo y vapor.

—Hervimos las flores en el recipiente inferior del aparato, y el agua en el recipiente superior enfriará el vapor, y al hacerlo produce un líquido que se recoge en este recipiente —expliqué—. El aceite que acaba flotando sobre el agua destilada es el producto final.

—El olor es bastante fuerte —observó.

—Aunque es algo suave comparado con las rosas cultivadas en la naturaleza.

Vio a su alrededor porque todo le causaba curiosidad.

—¿El recipiente de ahí contiene lo mismo?

—No, contiene alcohol, se puede extraer el alcohol del licor cuando se destila varias veces —respondí—. Entonces, ese alcohol puede ser usado como un fuerte desinfectante, lo usaré para mantener la higiene en el Palacio de Jade.

—¿Realmente funciona?

—Si, se usa en el mundo occidental.

—¿Y lo haces aquí porque es más difícil hacerlo en el Palacio de Jade?

Miré de reojo al matasanos y me aseguré de que se fuera.

—Hay algunos aceites perfumados que pueden provocar un aborto —dije en voz baja—. Esto es seguro siempre y cuando no esté demasiado concentrado.

—¿Y los aceites perfumados que se utilizan en el palacio interior?

—Creo que deberían estar bien.

Me alegro de que el matasanos se haya alejado para preparar pasteles de luna, es una buena persona, pero... habla mucho, es demasiado pronto para que el embarazo de la señorita Gyokuyo se haga público.

—Dejando de lado eso, ¿necesita algo de mí, maestro Jinshi?

El maestro Jinshi miró a su alrededor y se aseguró de que Gaoshun no escuchara.

—Como no estás trabajando en el palacio exterior, te extraño mucho —respondió haciendo un puchero.

Sonreí conmovida.

—Me pone feliz que haya venido a verme, maestro Jinshi —le aseguré—. Yo también lo echo de menos.

Y en ese momento, se oyó un golpe afuera de la farmacia.

—Jovencita, tu paquete llegó.

—Si, muchas gracias.

Era un paquete grande y bastante pesado.

—¿Qué es esto? —quiso saber Gaoshun—. Necesitó dos hombres para traer este paquete.

(...)

—Después de esa... petición especial del emperador, me di cuenta de que uno de los mayores problemas del palacio interior es la ingenuidad de las sirvientas, la mayoría de las chicas aquí son vírgenes —expliqué—. Si por casualidad, el emperador perdiera la compostura... las mujeres en el mejor de los casos se acobardarían, pero podrían acabar cometiendo un error y solo los dioses saben lo que les pasaría.

La verdad me aterra la idea de que eso suceda y se me obligue a convertirme en la concubina etérea, y tampoco quiero que obliguen a estas chicas a tener intimidad con el emperador...

Noches efímeras | JinshiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora