Capítulo 65

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Al final, terminé yendo a la farmacia con el matasanos.

—Vaya, es un gatito bastante peculiar que tienes ahí —me dijo emocionado.

—Lo encontré en un callejón.

—Pobre criatura, está temblando —respondió—. Afortunadamente, acabo de hervir un poco de agua.

—Podemos envolver una botella de sake en una toalla y llenarla con agua caliente —propuse.

—Que fantástica idea, luego la dejaremos a su lado para que comience a tomar calor —me concedió—. Hace tiempo recogí a un gato, era un lindo gato calicó.

Mientras lo escuchaba revisaba sus colmillos y otras cosas importantes.

Sus dientes de leche están creciendo bien, pero está bastante delgada.

—¿Tenemos leche?

—Si, iré a pedir un poco a la cocina —respondió.

—¿Y podría pedirles unos intestinos de ganado también?

—¿¡Qué!? —gritó horrorizado—. ¿Intestinos? ¡Que harás con ellos!

—Lo más seguro es que tendrá dificultad para beber de un plato —aclaré—. Usaré los intestinos como reemplazo de los pezones de su madre, seguramente hay donde hagan salchichas.

—Bien, iré a preguntar —dijo decidido.

Debería tener influencia en la cocina.

Quisiera bañarla, pero dada su condición dudo que pueda soportar eso, así que mejor limpiaré su cuerpo con una toalla húmeda, y eliminaré cualquier pulga que pudiera tener con un poco de aceite.

Y justo cuando terminé de limpiarla, llegó el matasanos.

—Jovencita, tengo leche de cabra montesa —anunció—. Y conseguí los intestinos.

—Se lo agradezco.

Llené los intestinos con la leche y la hice beber poco a poco.

—¡Es tan linda! —exclamó.

(...)

Por la noche, el emperador visitó de nuevo el Palacio de Jade, y fui mandada a llamar directamente por él.

—Majestad —dije mientras hacía una reverencia.

En ese momento me di cuenta de que era un padre muy cariñoso y atento con sus hijos, o al menos, lo era con la princesa Lingli.

—¿Cómo está la gata? —me preguntó con ese tono de voz que tanto recordaba—. He sido informado de la constante emoción de la pequeña Lingli.

—Está mejorando muy bien, me aseguraré de que esté en óptimas condiciones para que la princesa la pueda conocer —respondí segura—. Veo que la princesa es muy activa con usted incluso en las noches, tiene el ímpetu de la señorita Gyokuyo.

Le sonreí con calma y por un instante, la imagen de la señora Ah-Duo vino a mi mente, recordé esa seguridad que ella tenía de la que habló la señora Fengming.

—Tienes toda su seguridad en el rostro —me dijo—. Eres alguien muy interesante.

—Estoy a sus órdenes —fue lo único que dije.

(...)

Un par de días después cuando su condición física mejoró, la bañé con jabones triturados muy suaves, y me di cuenta de lo sucia que estaba.

Y al ver que digería muy bien la leche de cabra montesa, fui agregando poco a poco pequeños trozos de pollo triturado para que fuera comiendo mejor, y me sorprendí al ver que comenzó a usar la caja de arena para ir al baño sola.

Noches efímeras | JinshiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora