Capítulo 89

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—Lo de antes... era una feifa, ¿no?

Una feifa es un arma de guerra que usa pólvora, las había visto en libros, y algunos clientes me platicaban de ellas, pero ya no recordaba el estruendoso sonido que hacían al disparar.

—Así es, se necesita un tiempo para preparar cada tiro, por lo que hay un tiempo entre disparos, pero, dado el corto intervalo entre los dos disparos que recibimos, deben de haber sido varios tiradores —me concedió—. Por eso salté del acantilado en lugar de escondernos en el bosque donde podríamos haber sido atacados de nuevo.

Escuché otro disparo justo cuando saltábamos, así que no creo que esos tiros hayan sido accidentales.

—Usted es mucho más importante de lo que yo sé —divagué—. Lamento haberlo llevado a un lugar conveniente para los tiradores, cometí un gran error al hacerlo.

—Está bien, si hubieran disparado mientras yo estaba deshidratado no habría podido reaccionar a tiempo —objetó—. No te preocupes princesa, hiciste lo correcto al venir por mí y preocuparte por mi salud.

Sonreí un poco.

—¿Conoce alguna salida?

—Normalmente, se atraviesa la cascada nadando.

—Eso... sería muy difícil para mí, no tengo la fuerza para nadar contra corriente —admití—. Y no es opción que usted me lleve como en aquella ocasión de las enviadas.

—Cierto... también hay un agujero en el techo más adelante que conecta con una cueva más cerca de la residencia —recordó—. Aquellos que entraron en esta cueva como prueba de coraje a menudo saldrían por ahí.

—¿Y Gaoshun lo sabe?

—A él no le gustaba que participara en juegos como este, así que...

—Así que venía a escondidas de él —me reí—. Usted le daba muchos problemas desde el inicio.

—Ya deberías saberlo en este momento, princesa —aseguró—. Pienso que Basen debería saberlo, pero no estoy seguro si conectará los puntos tan rápido, si tan solo hubiera alguna manera de hacérselo saber.

Debería ser posible para él salir nadando en su estado actual, pero no hay manera de saber si nuestros atacantes todavía lo están buscando alrededor de la cascada.

Caminamos hasta el enorme agujero del que habló el maestro Jinshi.

—No podemos gritar para pedir ayuda ya que alguien tendría que estar lo suficientemente cerca...

Nunca he silbado a la frecuencia necesaria para los perros... puedo silbar con la esperanza de que me escuche a una marga distancia.

El techo tiene unos tres metros de altura, mientras que el maestro Jinshi mide poco menos de dos metros, subir hasta ahí sea difícil incluso para él.

Lo miré de reojo y supe que ambos estábamos pensando en lo mismo.

—No, ni de broma, maestro Jinshi, lo amo demasiado pero también lo respeto y no me subiré encima de usted —objeté.

—Princesa, terminarás aplastada si tú estás abajo.

Hice un mohín.

—Vamos princesa, no te preocupes por nuestra posición.

Relajé mis hombros y me rendí.

—De acuerdo...

(...)

—Princesa... puedes permitirte ganar un poco de peso, ¿sabes?

A pesar de que tenía curvas en los lugares correctos, y tenía muy buenos atributos, yo siempre había sido muy delgada, por lo que no pesaba mucho.

Noches efímeras | JinshiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora