Capítulo 64

349 59 2
                                    

—¡Mei, enséñame a leer! —me pidió Xiaolan.

Así que el plan del maestro Jinshi funcionó.

—Claro, ¿pero porque de repente?

—La que me lee novelas perdió la voz —respondió nerviosa—. Hizo lo posible por hacerme una copia del libro, pero no puedo leer.

Ailan dijo algo sobre hacer copias del libro, era mucho trabajo para ella porque no hay muchas sirvientas en el Palacio de Jade, pero me sorprende que alguien si lo haya hecho, que bonito gesto teniendo en cuenta que el papel no es barato.

—¿Quieres que te lo lea en lo que aprendes? —le propuse.

—¡Muchas gracias, pero no! —dijo segura—. Se esforzó por hacer una copia para mí, al menos debería ser capaz de leerla por mi cuenta.

Sonreí conmovida.

—En ese caso, comenzaremos de inmediato.

Fui por una rama y escribí su nombre en el suelo.

Esto es lo primero que debería saber leer, cuando comenzaba a aprender a leer me dijeron que lo más importante es que sea nuestro nombre porque nos enseña nuestros orígenes.

—Esto dice Xiaolan, trata de escribirlo —le dije.

Me parece que si usé los caracteres correctos, como no sabe cómo se escribe no sé si lo hice bien.

—¡Está bien!

La vi intentarlo y noté que le costó un poco de trabajo.

—Mi nombre es bastante difícil de escribir ¿no?

—No es eso, la escritura ayuda a leer más rápido, pero... ¿qué tal si aprendes solo a leer?

Pareció pensarlo un momento.

—Me gustaría aprender a escribir también ya que estamos en ello —respondió—. Tendré que encontrar un trabajo cuando deje el palacio interior, será útil si soy capaz de escribir, ¿verdad?

Parece que está pensando en su futuro... incluso en el palacio interior, los que saben leer y escribir consiguen un trabajo con un mejor sueldo, y algunos de los más excepcionales recibirán la oportunidad de ser asignados a trabajos de oficina fuera del palacio.

Desde que Xiaolan llegó al palacio interior como sirvienta casi al mismo tiempo que yo, ya ha cumplido la mitad de sus dos años de servicio público, fue vendida al palacio a cambio de comida, así que no creo que pueda volver a casa después de eso.

—Bueno, entonces vamos a acelerar el ritmo, ¿de acuerdo?

—¡Si!

Después de un rato, le escribí palabras que podría usar en su día a día.

—¿Cómo se lee esto?

—Comida.

—¿Que tal este?

—Casa.

—¿Y esta?

—Bebida.

—Bien hecho —la felicité—. Después continuaremos con saludos comunes.

(...)

Ha pasado año y medio desde que la princesa Lingli nació, y recientemente ha comenzado a correr por su cuenta.

La mayoría de los niños que he tratado siempre han estado enfermos, y me entristece verlos sufrir a tan corta edad, y en comparación con las niñas descaradas que venden en los burdeles, prefiero cuidar a niños enfermos que son amables incluso cuando a los ojos de los demás, los dioses no les han sonreído.

Noches efímeras | JinshiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora