Capítulo 37

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A la mañana siguiente, la señora Suiren se había ofrecido a arreglarme para ir a mi audiencia con el emperador, ya que él había solicitado que me presentara con las mismas ropas con las que había llegado al palacio exterior.

Pero no me pareció adecuado que la señora Suiren me arreglara para una ocasión donde podía dejar de servir al maestro Jinshi, por alguna razón sentí que si la dejaba hacerlo ella también lo estaría traicionando, y la carga que yo ya sentía era demasiado grande como para que alguien más lo hiciera por mí.

La única vez que hablé con el emperador fue cuando me pidió salvar a la señorita Lihua, y ni siquiera fue una conversación real, solo seguí sus órdenes, y en ese entonces él no me había visto vestida así.

Cualquiera que tenga la mínima noción de la política de este país sabe perfectamente que nuestro emperador no es alguien fácil de disuadir, si el maestro Jinshi no pudo hacerlo, realmente no sé qué pueda obtener yo, esto está fuera de mi alcance, y odio sentir que es así.

Dada la repentina situación no pude enviarle un mokke a mi padre o a Milouan para pedir su consejo, así que al final, todo tuvo que caer sobre mí.

Podía sentirlo, mientras me arreglaba podía sentir la impotencia del maestro Jinshi sobre mí, todos esos sentimientos que no le estaban permitidos mostrar, caían encima de mí, y me aterraba pensar que alguien como él tuviera una carga tan pesada.

Esto me recuerda a cuando trabajaba en la Casa Verdigris.

Tomé mi tocado para el cabello y me lo coloqué con mucho cuidado para no arruinar mi peinado.

Revisé en el espejo que no hubiera imperfecciones en mi maquillaje o en la ropa que llevaba, cuando me aseguré de verme perfecta, salí de la habitación a encontrarme con el maestro Jinshi.

—Buenos días —lo saludé.

No obtuve una respuesta inmediata, en cambio, lo primero que vi fue una mirada que había visto por primera vez cuando el maestro Jinshi me vio vestida así el día que me compró.

No está la señora Suiren ni Gaoshun, así que por eso se puede dar el lujo de mirarme así.

—Te ves hermosa —me dijo—. No sabes lo que daría por ser el único hombre que tuviera el derecho de verte así.

Incluso ahora... dice esas cosas como si nada, de verdad él no cambia.

—A mí también —concedí—. Pero para mí no significa nada, así que tampoco debería serlo para usted.

Le sonreí asegurándole que lo que estaba diciendo era verdad.

—Comprendo... Gaoshun te escoltará hasta el palacio donde reside nuestro emperador —explicó—. Esperará afuera para cuando termine tu audiencia, ni yo ni nadie podrá acompañarte.

—Soy consciente de ello, en ese caso, me retiro, maestro Jinshi —me despedí.

Cuando apenas iba a abrir la puerta, sentí que el maestro Jinshi me detuvo de la muñeca.

—No te voltees —me pidió.

Asentí y esperé a que dijera otra cosa.

Esto es cruel.

—¿Vas a volver?

Sonó igual que una súplica, nunca nadie me había suplicado de esa manera, siempre me imploraban porque salvara a sus seres queridos, y jamás me gustó que lo hicieran, pero esta vez, estas palabras se sienten tan llenas de esperanza y miedo que hacen que se me encoja el corazón.

Sabía que si apretaba los puños o comenzaba a temblar ante la incertidumbre el maestro Jinshi se daría cuenta porque estaba sosteniendo mi mano, así que no pude hacer para demostrar lo que realmente sentía.

Noches efímeras | JinshiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora