Capítulo 66

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Al final, otro día más pasó para mí en el palacio interior, me traía mucha paz poder volver a trabajar para mi señora y estar en compañía de mis amigas, pero extrañaba tener encima al maestro Jinshi y escuchar sus comentarios divertidos sobre cualquier cosa que estuviera haciendo.

A esta hora ya debe de estar durmiendo, espero que siga trabajando diligentemente.

Terminé de escribir las últimas líneas para el libro de cuidados para después del parto de la señorita Gyokuyo y me alisté para dormir, pero ese plan se vio frustrado cuando escuché que alguien tocaba la puerta, se escuchaba tan lejano que no sabía si era mi cansancio o si de verdad era alguien.

¿Se sentirá mal la señorita Gyokuyo?

Abrí de todas formas la puerta y no pude evitar sorprenderme al ver a la persona que estaba afuera de mi habitación.

—¿Maestro Jinshi? —susurré—. ¿Qué está haciendo aquí?

Cerré la puerta rápidamente y en silencio.

—Es que yo... no te he visto en varios días —respondió en voz baja—. Y no quería esperar a mandarte llamar mañana.

Era una regla que los hombres no podían entrar al palacio interior, y mucho menos a verse con una dama de aquí, a pesar de que, a vista de todos el maestro Jinshi era un eunuco, yo sabía la verdad y él podría meterse en serios problemas si alguien lo viera.

—¿Qué es tan urgente como para que venga aquí a estas horas? —insistí—. No quiero se meta en problemas maestro Jinshi.

—Lo sé, pero es que yo... no paraba de pensar en ti y no tomé... bueno... te deseo —balbuceó—. No sabes... cuanto he esperado para poder tenerte como te pienso todas las noches...

El corazón me empezó a latir con fuerza, había venido hasta aquí, con el riesgo de ser descubierto, con la sola excusa de satisfacer sus deseos más íntimos hasta ahora.

Antes de que pudiera decir algo, con un rápido pero sutil movimiento me llevó hasta mi cama y comenzó a besarme apasionadamente el cuello, dejando muy en claro sus intenciones.

—He leído... ese libro que te pedí —me dijo—. Y en cada ilustración... no pude evitar imaginarte a ti...

En ese momento dejó de importarme que hubiera venido hasta aquí con el riesgo de que alguien lo viera, él había despertado en cuestión de segundos un impulso que había estado reprimiendo todo este tiempo.

—Sé que... ni siquiera puedo anunciar que eres mía, y yo mismo te pedí que me detuvieras —continuó—. Pero... esta vez no quiero que lo hagas, jamás me atrevería a manchar tu nombre, y no quiero hacer esto con nadie más que no sea contigo.

¿Manchar mi nombre...? Ah, ya sé a qué se refiere... no estamos casados, y ni siquiera podemos anunciar que estamos en una relación...

Me miró fijamente a los ojos y esperó una respuesta.

—Yo... lo único que quiero que usted no me abandone como lo hizo el estratega —le dije—. No quiero pasar el resto de mi vida esperando a alguien que no va a volver.

Pero... si acaso usted me llegara a dejar, al menos me gustaría que tuviera la decencia de avisarme, y de no volver como si nada muchos años después.

—Yo jamás te voy a abandonar, no importa lo que pase, si alguien por insignificante o por importante que sea se atreve a separarme de ti... no va a vivir para contarlo —me aseguró—. Quiero que confíes en mí, te daré lo que sea que quieras, quiero darte esa paz que no has podido tener desde que naciste, por favor, déjame amarte como mereces Mei.

Noches efímeras | JinshiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora