Capítulo 82

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—Entonces, en mi lugar, serás tú quien la traiga —le dijo el emperador al maestro Jinshi.

—¿Eso está permitido? —inquirió él.

—La joven Mei-yin ya está segura de su respuesta y ya la entretuve demasiado esta noche —respondió—. Y por supuesto tengo curiosidad por saber qué es.

Los tres miramos al viejo eunuco y este suspiró rendido.

—Si su majestad así lo ordena...

El maestro Jinshi no solo será el que lidera al frente, sino que también será quien elija la puerta para este rito de iniciación.

Ahora que lo pienso... creo que la primera conjetura de sangre que tuve con Milouan es incorrecta... de ser así, lo que yo sé es demasiado peligroso como para el resto del mundo se entere.

¿Será que él sabe lo mismo o solo sabe una parte? Y el emperador... ¿qué tanto sabe? No tengo forma de confirmarlo con la señora Ah-Duo, bueno, eso no importa en este momento.

Entramos de nuevo a la primera habitación.

—¿Cual? —me preguntó el maestro Jinshi.

—La puerta azul.

Pasamos por el pasillo y fuimos a la siguiente habitación.

—¿Y en esta?

—La puerta blanca.

En este momento... el emperador y yo solo estamos de acompañantes, es casi como si fuéramos iguales, me pregunto si así se sentía la señora Ah-Duo cuando conversaba con él.

—Así que elegiste una puerta diferente —musitó—. Ya veo.

Le sonreí segura y seguimos repitiendo el mismo proceso ocho veces más, hasta llegar a la décima habitación.

Nunca hemos estado en esta habitación antes.

Y arriba al centro de la habitación estaba un enorme letrero.

Elige la puerta roja.

—No hay puerta roja —observó el maestro Jinshi—. ¿Qué significa esto?

Una puerta blanca, negra y verde; que divertido.

—Maestro Jinshi, por la puerta verde por favor.

Me miró confundido, pero asintió.

—Entendido.

Abrió la puerta, subimos por unas escaleras y nos encontramos en un precioso balcón del que se podía admirar una buena parte del palacio imperial.

Era una noche tranquila y bastante apacible, daba mucha paz.

—Esto es...

—Mis felicitaciones, ha elegido el camino correcto —dijo inclinándose el viejo eunuco.

Qué curioso que se incline aun con esa actitud tan orgullosa.

—En el pasado, quien fue reconocido como rey por la primera emperatriz viuda, se paraba en el edificio más alto, que solía ser la parte superior de este santuario y tenía la tarea de pronunciar un discurso ante las masas —nos explicó—. Se decía que cuando nadie era capaz de elegir el camino correcto, regresaban en compañía de una consorte, que si podía hacerlo, tradicionalmente, solo los de la sangre adecuada han podido Heber éxito, pero parece que alguien más pudo adivinar el orden correcto.

Me encogí de hombros.

—Más importante, ¿podría explicarme que sucedió? —inquirió el emperador.

Noches efímeras | JinshiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora