[1]El primer día.

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Bien, no sé en qué momento ni en qué parte estaba escrito que esto iba a pasarme... ¡a mí! ¡A Cody Larsson! Uno de los más importantes apellidos del país. Esto es patético, y culpo a mis padres por intentar ayudarme. ¿Una fraternidad? ¡En ningún momento les pedí que me ayudaran para entrar en una maldita fraternidad! No me importaba que una de sus metas era que yo entre a Kybalyon, la fraternidad masculina más popular e increíble de todo el campus, donde todos los chicos mujeriegos se encuentran en ella, de buenas familias y todo ese cuento. Pero yo no pertenezco a ellos y mis padres lo saben.

Soy un chico tímido, sí, tímido en mis 19 años. Nunca he tenido novia y jamás me interesó en tener alguna. Pero eso no quiere decir que sea gay, soy heterosexual que quede claro. También di mi primer beso cuando era un adolescente en el juego absurdo de la botella en una fiesta de mi primo. Luego de eso me seguí concentrando en mis estudios únicamente. Lo demás era pérdida de tiempo.

Mis padres siempre han intentado que salga de fiestas, a bares y que consiga más amigos que no sean Mark. Pero jamás los obedecí, sólo me bastaba ver la vida que llevaba Mark como para elegir esa vida. Me sorprende que todavía no tenga sida ese hombre.

No tengo hermanos, soy hijo único y tampoco tengo muchos primos, solo 2: Evan, que ya es todo un adulto y tiene familia; y Lizz, que está en Princeton también. Jamás fui cercano a ellos, con Evan por ser mayor que yo y Lizz por ser mujer.

Bien, volviendo al tema principal sobre la mala suerte que únicamente yo puedo tener, mis padres quisieron arreglar las cosas para que ingrese a Kybalyon, creyendo que estando ahí podría cambiar, pero cometieron 2 grandes errores: creer que iba a cambiar y el más grave e importante... equivocarse de fraternidad.

Luego de tanta pelea con el decano sin llegar a cambio alguno, estaba frente a las puertas de mi nueva fraternidad

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Luego de tanta pelea con el decano sin llegar a cambio alguno, estaba frente a las puertas de mi nueva fraternidad. Se podían oír gritos molestos desde aquí que me hacían soltar bufidos, ¿en serio tengo que soportar todo esto durante los semestres? Dios... ¿todo esto porque cuando era chiquito no te di el pan al pajarito? Sabía que tarde o temprano la vida me la devolvería por esa crueldad que cometí.

Doy unos golpes, innecesarios ya que tengo llaves, y se puede oír como todo el alboroto de adentro cesa quedando en un armónico silencio. Los pasos se oyen hasta que alguien abre la puerta.

— Hola, ¿se te ofrece algo? — pregunta desde el otro lado una castaña de unos ojos verdes oscuros con suma tranquilidad.

Empiezo a ponerme nervioso, la chica era muy bonita y no soy de hablar con chicas, menos con bonitas. Entonces recuerdo la nota que me dio el decano, la saco de mi bolsillo y se la entrego.

Cuando la castaña empieza a leerla, sus ojos se abren como plato. Me mira, mira la nota, me mira, mira la nota, y así varias veces hasta que suelta un gran grito.

— ¡Tiffany Tacchi! ¡Hazte presente en la entrasa en este miserable momento! — la dulzura que había en la chica que me abrió las puertas se había esfumado. La chica voltea a verme y me sonríe en forma de disculpa. — lo siento, es que la idiota de Tiffany no me avisó de esto y me impactó. — hago un gesto de despreocupación con mi mano. — por cierto, mi nombre es Ginebra Tacchi, pero me dicen Gini. — me extiende su mano y tardo en aceptarla ya que las mías sudaban de nerviosismo.

17 problemas (Sin corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora