[66] Una reconciliación y un corazón roto (parte1)

682 48 0
                                    

Lucy's POV

Gruño con pereza al sentir movimientos en la habitación. No sé de quién podría tratarse, pero calculando lo último que recuerdo, de seguro se trata de Sammy o algún chico con el que ella se acostó. Aunque también puede que yo follé anoche.

Me remuevo un poco en el acolchado suave, siento como un peso extra aparece a mi lado pero la pereza de fijarme sobre quién trataba. Mi cabeza estallará en cualquier momento.

— Hasta dormida te ves hermosa. — susurra alguien a mi lado.

Esa voz...

Mis párpados me pesan pero quiero abrirlos para identificar al dueño de esa voz, aunque me niego a confirmar mis dudas.

Abro con disimulo un ojo para que esa persona no se percate de que ya no estoy durmiendo porque, honestamente, no quiero verlo. Al ya tener una mejor y distinguible visión, identifico al instante aquella cabellera negra de mechones cortos. Quiero llorar, ¿por qué él?

— Lucy, despierta. Sé que fuiste al departamento de Sam y lo que menos quiero es que esa zorra te haya metido algún tipo de droga mala. Por favor. — expresa acariciando mi cabello con sus largos dedos.

No sé si reaccionar ante todo este tacto y palabras tiernas, pero de que le responderé, una respuesta saldrá de mí.

Me pego una vuelta para ignorar completamente su cuerpo, pero no su presencia.

— Lárgate Rivens. — es lo único que logro formular sin que se me quebrase la voz o se dará cuenta que sí me afecta.

— No me iré Cooper, al fin te tengo nuevamente a mi lado... — murmura acariciando mi brazo delicadamente con sus yemas.

Creo que estoy odiándolo más en estos momentos a este imbécil; lo odio por conocerme, por saber lo que en realidad me gusta y lo que me debilita, lo que temo y lo que ansío, que lo amo a tal punto del dolor.

Pero ya no más...

Me armo del suficiente valor como para levantar parte de mi torso, suspirar con intensidad y plantar mi mirada en aquellos iris celestinos. Logro percatarme lo ojeroso que se ve, las bolsas que colgaban por debajo de sus ojos eran notorias y exageradas. Sus pómulos lucían cansados, los mofletes los tenía hundidos. Estaba horrendo, pero seguía teniendo ese algo que solamente mi Colin Rivens puede tener.

— ¿Qué sucedió? Parecía venir todo tan bien. — me pregunta acercando una mano a mi rostro que la aparto de inmediato.

— Pasa que esta vez, lo arruinaste tú. — espeto con furia.

— ¿Yo? ¿Y qué diablos hice? — pregunta con una mueca de confusión.

— Tú sabes bien lo que hiciste, después de todo fuiste quién lo hizo. — el rostro de Colin seguía siendo una incógnita total, cosa que me dan tremendas ganas de agarrar de aquellos rizos de carbón, entrelazarlos con mis dedos, darme impulso para un lado y estrellarlo contra una pared hasta que todo su poco seso se haga añicos. Pero resulta que eso es un delito en este país.

Vuelvo a lanzar mi cuerpo en el colchón muy cansada. Todas mis extremidades aún me pesan y lo único que causa el estúpido de Rivens es más dolor. ¿Por qué está él aquí? Esto es frustrante, ¿y Liam? ¿Dónde diablos se metió este imbécil?

Una fuerte punzada se hace presente en mi sien, cierro mis ojos con fuerza unos segundos intentando controlar el dolor, respiro hondo para quedarme así, buscando la paz que necesito en estos momentos para que todos mis malestares corporales tanto como mentales me dejen tranquila. Mi objetivo de visitar a Samantha era olvidarme de que este imbécil existe, no para que me diera una señora cruda y Colin me esté cuidando.

17 problemas (Sin corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora