-Ten.
-¿No te ha gustado?
-Sí, pero ahí está la otra mitad para ti.- Neal abrió la bolsa y confirmó lo que la chica de cabellos rojizos había dicho. Había un trozo de palmerita de chocolate en el interior de ese envoltorio cursi de la pastelería.
-¿Y te ha gustado?
-Mucho ¿dónde la has comprado?
-En una pastelería dónde también se pueden tomar cafés y más bollería. Se llama “Dulces Sueños” ¿nunca has oído hablar de ella y llevas viviendo toda tu vida en Barcelona?
-Perdona por no ser un tour turístico de Barcelona como otros.
-Mira que yo ser extranjero y verme obligado a llevarte una tarde de sábado de turismo.
-¿Qué?
-Hace menos de un mes me mude a Barcelona. Vivía en Londres, así que la asignatura que se me da mejor es en inglés.
-Eso suena muy interesante, pero con el “¿Qué?” me refiero a llevarme de turismo esta tarde.
-Yo no he dicho esta tarde, he dicho una tarde de sábado. Pero ya que insistes te llevaré a la cafetería para tomarnos algo.
-No creo que pueda...
-Alicia.- Él cortó a la chica y ella observó como esos ojos verdes la miraban con intensidad.- Déjame demostrarte que por muy irritante que te parezca y por muy capullo que me comporté ayer contigo soy un tío legal. Olvidemos lo que ha pasado exceptuando nuestra forma tan graciosa de conocernos y empecemos de nuevo como amigos.
-Para ser tu amiga tú deberías de dejar de decir que mis pecas son granos, capullo.- Neal soltó una carcajada y Alicia reprimió su risa, pero no su levantamiento de labios.
-Bueno ¿qué dices? ¿Me dejas que te invite a un par de cafés y pastas recubiertas de crema, nata, chocolate y todo lo que tú quieras?
-¿Todo lo que yo quiera?
-¡Claro! Allí los hacen a tus gustos en quince minutos.
-¿Y pagas tú?
-Mmm... Vale, pero no te pases que tengo una familia que mantener.- Alicia se quedó callada de golpe, abriendo sus ojos como platos, y Neal soltó una carcajada que despertó a la chica de su entontecimiento.- ¡Que era broma! Eres más inocente de lo que me pensaba, pequitas.
-¿Pequitas?
-O eso o cara grano.
-O eso o te doy una hostia.
-¡Neal!- El chico frunció su ceño ante la llamada de una voz femenina y recubierta de dulzura. Ambos dejaron de mirarse y vieron a una chica de piel pálida, ojos azules y pelo negro. Y bastante bajita. Alicia estaba segura que incluso ella sería más alta, y medía un metro sesenta. La muchacha de cabellos por encima de sus hombros alzó su mano y saludó al chico.
-Distrae a la entrenadora. Enseguida vengo.
-Pero el partido va a...- Pero cuando Alicia iba a terminar su frase el chico ya se dirigía hacía aquella muchacha.
La joven observó en todo momento la escena sin tener en cuenta lo descarada que estaba siendo. La muchacha se puso de puntillas mientras Neal se agachaba y los dos se daban un intenso, pero corto beso en los labios. Los mismos labios que hacía pocas horas le habían estado besando a ella. El chico sonreía y acariciaba la mejilla de aquella muchacha que parecía tener la misma edad o incluso un año menos, pero engañaba bastante por su altura.