-¿Me estás escuchando?
-Por supuesto.
-¿Así? ¿Y qué te he dicho?- Claire se encogió pare refugiarse en su bufanda y su abrigo en el momento en que una ráfaga de viento los rodeó.
-Pues…- Rubén se mordió el labio inferior, intentando recordar lo último que le había dicho esa chica de las californianas rubias antes de recordar su conversación con su padre. Adam solo le había explicado que se había visto obligado a introducirse en un mundo dónde nadie puede saber quién eres en la vida real. Y sí alguien de ese mundo oscuro lo descubría, todos sus seres queridos estarían condenados junto con esa persona sin antifaz de súper héroe. Por eso Rubén tenía que encargarse que su familia no se presentara al juicio. Muchos se habían enterado de que el pequeño Robín Hood tendría hoy su juicio y que sus familiares irían apoyarlo. Y sí eso ocurría, toda su familia estaría muy pronto ardiendo en el infierno.- ¿Qué has pensado en cortarte el pelo?
-Te estaba preguntando por el juicio de tu padre, Rubén.- Dijo Claire, sin mostrarse molesta porque aquel muchacho de metro noventa le estaba ignorando.- Pero supongo que tu cabeza no estaba muy lejos de ese tema ¿verdad?
-La verdad es que no…
Rubén apartó la mirada de aquellos intensos ojos verdes que le contemplaban con preocupación. El joven camarero no había terminado de comprender como era posible que aquella chica que no había tratado de forma correcta pudiera comportarse así con él. Él había sido el motivo por el que ella había intentado cambiar, agradarle fuera como fuera. Aunque Rubén sabía que había dos veces que aquella chica sí se había mostrado como era ella realmente. La primera cuando la vio llorar delante de todas aquellas fotografías de personas que habían muerto en las carreras infernales, recordando la muerte de sus padres. Y la segunda cuando le confesó que se odiaba así misma por fingir quien no era.
-¡Está bien!- Gritó Claire con una gran sonrisa.- Vamos a cambiar el chip y hacer algo divertido. Teníamos una cita pendiente tú y yo si mal no recuerdo, ¿verdad?
-La cafetería Dulces Sueños está a dos manzanas de aquí.- Le informó Rubén.- Pero ahí solo venden bollería y churros con chocolate.
-¡Genial! Me encantan los churros.- Al momento en que Claire soltó esas palabras, se arrepintió. Las mejillas de la muchacha se pusieron rojizas y Rubén liberó una sonrisa.- Ósea, quiero decir que me gustan los churros que se comen… Digo, los churros que se mojan en el chocolate… Aunque a mí no me gusta ese tipo chocolate fundido, pero…
-Te he entendido, Claire.- El joven pasó su mano por el hombro de la pequeña silueta de Claire y la acercó a él.- Te encantan los churros de comida, pero no el chocolate ¿verdad?
-Deja de reírte de mí…- Claire se cruzó de brazos y le envió una mirada asesina a Rubén.- No intentes dejarme como una pervertida, el mente sucia eres tú.
-¡Pero sí has comenzado a justificarte tú sola antes que yo pudiera decir algo!
-¡Ajá! ¿Pero lo estabas pensando a qué sí?
-Soy un hombre.- Aclaró Rubén.- Tentamos a pensar cosas perversas.
Claire liberó una carcajada algo más relajada. Rubén no comprendía porque aquella chica estaba tan tensa cuando él se acercaba a ella. Álex más de una vez le había dicho que solía ser un tanto intimidante para las chicas de su curso y que por eso era mejor que Valeria atendiera a los clientes y él se encargará de hacer cafés y poner a hornear las pastas. Álex había bromeado que quizá podría ser por su exagerada altura o también por su sonrisa rompecorazones. Y aunque en aquel momento Rubén se había tomado esas palabras como una broma más de esa chica, ahora se estaba replanteando que a Claire sí pudiera intimidarle un poco.