Capítulo 19: Churros con chocolate

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-Vamos, Héctor. Ya son las once de la mañana.- Después de percibir los rayos del sol que le cegaron al momento que su madre alzó la persiana de su habitación, escuchó pasos acercarse a él.- ¿Héctor?

-Es domingo, mamá.

-¿Y qué? ¿No te da pena perder el tiempo durmiendo?

-Soy joven… tengo mucho tiempo que malgastar.- Héctor se colocó su brazo encima sus ojos, y una leve oscuridad lo volvió a rodear. Aunque todavía seguía percibiendo la presencia de su madre a un lado de él.

-Eres peor que tu padre.- Susurró la mujer y le quitó las mantas a Héctor, destapándolo completamente.- Nosotros nos vamos a hacer la compra de la semana ¿quieres venir?

-¿Te importa sí no voy? Creo que hoy me quedaré en casa.

-¿Estás así por Valeria?- La pregunta de su madre, con un tono repleto de preocupación hizo que Héctor se quitase su brazo de su rostro y se irguiera para quedarse sentado en la cama.

-No es por Valeria, mamá.- El tono del chico sonó dulce e intentando no preocupar a su madre. Odiaba pensar por un solo instante que él podría ser el causante de la intranquilidad de Desiré.- Es sólo que estoy cansado y me apetece un día sólo para mí.

-Vale.- Desiré acarició la cabeza de su hijo y le dio un beso en su mejilla, justo dónde el morado que tenía Héctor que parecía que poco a poco iba perdiendo color.- Volveremos en un par de horas. ¿Necesitas que te compre algo?

-Espuma de afeitar. A Ethan le dio un arrebato por afeitarse las piernas y me la gasto toda.- La historia de su hijo hizo que Desiré soltará una carcajada y que se fijase en las piernas de su hijo.

-Pues a ti también te iría bien un buen afeitado.- La mujer cogió uno de los pelos de Héctor y lo estiró, haciendo que el chico alejase sus dos piernas del alcance de su madre.- Sí quieres puedo llevarte a un esteticién.

-Ni aunque me pagues me llevas a uno de esos sitios.- La mujer de cabellos oscuros volvió a reír, y finalmente decidió encaminarse hacia la puerta.

-Como quieras, Héctor. Nos vamos ya. No le habrás la puerta a nadie.

-Está bien, mamá. También intentaré no caerme por el agujero del váter.- El muchacho volvió a escuchar la risa de su madre, y la puerta se cerró detrás de ella.

El muchacho se levantó de la cama y se contempló en el espejo que tenía en su armario. Vestía con unos pantalones grises de chándal, y una camisa de tirantes celeste. Sus cabellos estaban algo alborotonados, pero para estar por casa no pensaba peinarse. Se dirigió al cuarto de baño y al final del pasillo de su piso escuchó los gritos de Estrella diciéndole a su padre que ella sería la que llevaría el carrito de la compra. En pocos segundos la familia Ruiz había dejado la casa, y solamente quedaba uno de ellos.

Héctor se dirigió hacía la cocina para investigar que podía desayunar, aunque él ya sabía que los domingos poca comida quedaba porque ese era el día de la compra. Abrió la nevera y se encontró con un paquete de zumo que no llenaría ni medio vaso, queso y un par de salchichas para calentar. El muchacho desprendió un soplido y cerró el frigorífico. Iba a tener que esperar a que sus padres llegasen de la compra para poder comer algo que no estuviera en estado de putrefacción.

E inesperadamente, la puerta de casa sonó. Estaba seguro que sería su madre que se habría dejado el monedero o cualquiera de las muchas cosas que llevaba en su bolso. El joven se acercó a la puerta y la abrió de par en par. Héctor podía pensar en las miles de personas que se le podrían haber presentado en su puerta, incluso el cartero trabajando un día festivo antes que a Valeria. La muchacha llevaba una coleta alta, y lucía un vestido de color morado con flores rosas y blancas. Y además un chaleco de piel blanco con sus botas marrones. Estaba incluso más preciosa que cuando lucía cualquier camiseta con su delantal y su pelo recogido en una rápida coleta. Ahora iba maquillada y llevaba una bolsa entre sus manos que el olor a churros embriago enseguida al chico.

Perdona pero, me he encaprichado de ti (Segunda Temporada de PPTVDM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora