Hoy era el día. En menos de una hora el juicio del padre de Rubén se daría paso en el Ministerio de Justicia de Barcelona. Rubén estaba de camino con su coche de cinco plazas, hacía casa de sus padres, donde les esperaba su madre Diana y su tío Félix. Solo ellos tres iban a ir al juicio del pequeño Robín Hood, ya que la pareja Ruíz estaba demasiado ocupada con Las Dominicas y al mismo tiempo, estarían incorporando a Daniela en su puesto de directora del centro.
Algo que no iba a ser nada sencillo, básicamente porque Daniela ni siquiera recordaba quién había sido hasta hacía dos semanas, cuando un coche la empotró e hizo que se diera un golpe en la cabeza y su memoria desapareciera. Incluso su personalidad.
Rubén había recibido varias llamadas de su hermana Alicia, quien también quería hacer un acto de presencia en el juicio de su padre, pero Rubén le había dicho que era demasiado pequeña para esas cosas y que no podía saltarse las clases. Esa contestación había sido lo suficiente para que su hermana le bufara y colgara cabreada con él. No le gustaba decirle esa clase de cosas a su hermana, pero era la única forma de conseguir que ella no viniera al juicio.
La única que parecía no querer ir al juicio era Valeria. Ella había dicho que se encargaría de la cafetería del internado mientras Rubén iba al juicio. Algo que realmente le sorprendió porque esas dos últimas semanas Valeria parecía estar demasiado ocupada para pisar el centro y dejarle la cafetería en sus manos. Aunque al camarero de metro noventa no parecía importarle.
Rubén había tenido que ver como el gran amor de su vida, era perseguida por un chico repleto de tatuajes y aunque Alex parecía que le molestaba, no le ponía grandes impedimentos para alejarlo de ella como había hecho con Rubén. Luego estaba Claire, que por suerte había conseguido arreglar las cosas con ella y parecían estar ¿en una relación?
Era algo absurdo pensar en esa clase de cosas cuando estaba claro que su corazón pertenecía a una chica de melena rubia y amante de la purpurina. Pero por algún motivo, esa chica de las californianas parecía ser ese clavo que quita el otro clavo y hacerle feliz. No es que Rubén pretendiera utilizar a Claire para olvidar a Alex, o quizá sí. Lo único que él sabía que necesitaba era sacarse de alguna forma a esa chica de su cabeza y lo más importante: de su corazón. Y sí Claire era la única forma de conseguirlo, iba a seguir con esto adelante.
Y para terminar estaba su padre, quien ayer a la noche le había confesado que por motivos que no podía explicarle, necesitaba una gran cantidad de dinero en poco tiempo y por ese motivo, había estado planeando una estafa con una de las ladronas de guante blanco más buscadas del país. Ese era el motivo por el cual su padre estaba siendo juzgado a pasar cinco años en la cárcel y en el que él le había confesado que era totalmente culpable, además de verse obligado a disparar a varios hombres, todos heridos gravemente, para salvar a una persona de su equipo que la acompañaba y que pudiera escapar de la ley.
Adam no le había querido decir de quién se trataba esa persona y le había dicho que ya sabía demasiado. El favor en cuestión que Rubén tenía que hacer para su padre era conseguir que su familia no llegase al juicio. Adam le había explicado que su nombre como delincuente había llegado a los oídos de enemigos de él y que acudirían al famoso juicio del pequeño Robín Hood. Por lo tanto, personas que podrían hacerle sufrir a través de herir a sus seres queridos, se encontrarían en su juicio y Adam no sabía cómo alejar a su familia sin ponerles más en peligro.
Rubén se había sentido un tanto consternado por el embrollo que tenía su padre, un profesor de arte de uno de los colegios con más prestigio de la ciudad y que en su tiempo libre resultaba ser un gran estafador de obras de arte con su propio grupo de delincuentes.
Pero Adam no le había contado parte de su historia a su hijo adoptivo para que lo juzgase, sino para que lo ayudase y eso es justamente lo que Rubén iba a hacer. El joven encendió la radio y buscó las noticias de tránsito, para ser más concretos: buscaba una autopista que estuviera con la caravana más infernal en la que se podría encontrar en el momento más inoportuno. Y la encontró.