-¡Pero que me estás contando!- Alex le robó el móvil a Alicia y contempló la foto de Dante que él le envió ayer a la noche a su amiga. Esa foto se la pasó a Alicia después de haberse pasado dos horas hablando con él (por primera vez por teléfono). El joven salía con los cabellos más largos que ayer cuando Alicia lo conoció, y salía con una camiseta de cuadros azul marina y blanca, y sonreía sin enseñar sus perfectos dientes. A pesar que la foto se la hiciera de noche, se podía ver perfectamente que ese chico era guapísimo.- ¿Al igual este es con el chico que has estado chateando durante dos meses? ¿Y por qué no me lo contaste antes?- Alicia se encogió de hombros y le robó el móvil a su compañera de cuarto des de que tiene uso de razón.
-No lo sé. Supongo que me daba vergüenza admitir mi desesperación por encontrar a mi príncipe azul.
-¿Y no te habrá enviado más fotos de él enseñando un poco de carne, verdad?
-Alex, no tiene tatuajes.- Le aclaró la muchacha, y la joven hizo un gesto con su mano, quitándole importancia a ese detalle que era muy importante para Alex.- Y bueno ¿Cómo te fue la cita con Gideon?
-No tuvimos cita.- Dijo Alex mientras se sentaba en su cama y se estiraba en ella con los brazos extendido a sus costados. Alicia se sentó a un lado de la muchacha, con el ceño fruncido.
-¿Y eso?
-El estúpido de mi hermano llegó y soltó las mismas tonterías de siempre.
-¿Entonces vas a dejar de verle?- Alex negó con su cabeza, se irguió de la cama, y se puso a la altura de su amiga.
Alex le explicó los acontecimientos que se perdió ayer mientras estaba en su cita con Dante. Le habló sobre la propuesta de Darío y en como en una hora el estadio del campo de fútbol de las dominicas estaba repleto de testigos gracias a ella. En como Gideon había reclutado a Neal y a Ángel como su equipo, y el otro grupo formado por Ethan, Darío y su hermano Rubén. No quiso explicarle la conversación que tuvo con su hermanastro, simplemente porque a pesar de haber hablado con Gideon sobre el tema a su manera, le había dejado más aliviada, no quería seguir irguiendo en la herida. Le explicó el beso robado que le había dado Gideon antes del partido, y el nuevo beso que le dio después de haber ganado delante de su hermano.
-¿Y Ethan que hizo?
-Lo tuvo que coger Darío y llevárselo a los vestuarios. Por un momento pensaba que Gideon iba a morir.- Alicia soltó una carcajada y después negó con su cabeza. Sin duda su amiga había perdido la cabeza.- Y Neal me preguntó por ti.
-¿Qué?- La pelirroja pestañeó ligeramente sus ojos dorados.- ¿Cómo que preguntó por mí?
-Cuando terminó el partido se acercó a mí y me preguntó por ti. Le dije que estabas en casa y que él te había hecho llorar la noche anterior.
-¡Alex!
-¿Qué? ¡Es verdad! Neal tiene que sentirse mal por lo que hizo. Aunque después de decirle eso, su actitud radiante cambió completamente y me dijo una frase que me dejo bastante en shock. Y después se fue y yo me quede con Gideon. ¿Te he dicho que besa genial? No sé sí es porque nunca me han robado un beso tan… inesperado, o es que ha tenido a muchas guarrillas con las que practicar.
-¿Y qué te dijo?
-No le dije que besaba bien ¡Eso nunca se dice!
-¡Me refiero a Neal, cara culo!- Espetó Alicia totalmente exasperada.- ¿Qué te dijo él para dejarte en shock?
-Sabes… te lo iba a decir.- Alex se levantó de la cama y se dirigió a la puerta de la habitación que compartía con Alicia y Claire.- Pero como me has llamado cara culo y has ofendido a mi sensible corazón, te quedas con las ganas.
-¡Alex, venga ya!- Alicia también se había levantado de la cama y se había acercado a su amiga de los cabellos dorados.- ¿De verdad no me vas a decir lo que te dijo?
-¿Y por qué no se lo preguntas a él?
-¡No me hablo con él, Alex! Además, he conocido a Dante.
-¿Y qué? Yo he conocido a Gideon y ayer hablé con Neal.- Alex se encogió de hombros y abrió la puerta de la habitación.- Solo te digo una cosa: Neal a pesar de parecer ser un capullo, ha superado mi detector de malas personas. Nos vemos, canija.- Alex cogió la cabeza de su amiga y le dio un beso en la coronilla de su cabeza. Después, rápidamente cerró la puerta y dejó a Alicia sola en la habitación, y con un rostro repletó de incredulidad.-Es oficial- dijo Ethan mientras bostezaba y Darío llegaba a la mesa con su café y el Cola Cao para el joven de ojos celestes.- Odio los lunes.
-¿Por qué?- Darío alcanzó una de las sillas de la cafetería y se sentó en frente de él. Cogió cuatro bolsas de azúcar y comenzó a echarlas a su taza.
-Seré más concreto: odio madrugar. ¿Mejor así?
-Pues toma café y no se te hará tan duro despertarte temprano.- Dijo el joven mientras removía con su cuchara el azúcar a su capuchino y tomaba el primer sorbo.- Esto es gloria bendita.
-Qué asco.- Espetó el joven, haciendo reír a su compañero.- No sé cómo te puede gustar el café. Es amargo.
-Soy un chico demasiado dulce, necesito algo de amargura en mi vida.- Ethan puso sus ojos en blanco y se concentró en su chocolate caliente. Tanto a las familias Ortiga como a la Ruiz, les parecía curioso que tanto a Félix como a Ethan fueran los únicos que les gustase tomar un vaso de chocolate por la mañana. Pero el muchacho solo pensaba que era porque su padre y él entendían sobre desayunos, y no como los demás, con substancias repletas de cafeínas o zumos agridulces.- A ti te pasa algo más ¿no? No estás solo así porqué sea lunes y hayas tenido que madrugar.
-Me jode que Gideon haya ganado. El árbitro no fue nada justo.- Ethan contemplaba como los grumos del Cola Cao se iban deshaciendo lentamente mientras él daba vueltas con su chuchara.- Para mí que el imbécil ese le pagó dinero para que nos pitará todo el rato falta ¿tú qué crees?- Cuando el joven alzó su rostro y contempló a Darío, se sintió como un idiota. El chico de los ojos, hoy más bien chocolate, estaban navegando entre la zona trasera de una de las animadoras que acaba de entrar en la cafetería.- ¿Te he comentado que he pensado el teñirme el pelo de rosa? ¿Crees que me pegaría o demasiado atrevido para mí?- Darío dejó de mirar a la chica de larga melena dorada y volvió a hacer caso a su amigo, que lo miraba esperando una respuesta.
-Sí, sí…- La voz de Darío sonó vacilante.- Creo que tienes razón en todo.
-Darío.- Los ojos chocolate del joven pestañearon con inocencia, y Ethan negó con su cabeza.- ¿Por qué no dejas de mirarle el culo a la animadora y le pides una cita?
-¿A Mireia? No.- El chico frunció su ceño y volvió a centrarse en su capuchino.- Pasó de novias y de citas. Rollos de una noche todos los que quieras, pero cero compromiso.- El chico volvió a poner sus ojos en blanco y negó con su cabeza, haciendo que Darío sonriera y le diera un golpetazo al brazo de Ethan, haciendo que casi derramase su chocolate.- ¡Venga, Ethan! Tienes que animarte. Sé que estás jodido por lo de tu hermana y Gideon, pero ¿qué más da? Piensa que a pesar de haber perdido, después de Neal y nuestro profesor de literatura, nosotros vamos detrás como los más populares entre las chicas. ¿O es que acaso no has visto como te mira la amiga de Mireia?
Ethan contempló como Darío desviaba su mirada por detrás de él, y guiñaba su ojo. A sus espaldas escuchó risas estúpidas, y a Ethan le entraron ganar de vomitar. El joven pensó que sí le gustasen las chicas, estaba seguro que ese prototipo de niña operada como eran la gran mayoría de animadoras, no sería su tipo para nada. La verdad es que Ethan no sabía exactamente cuál sería su estilo de chico. Él supuso que sería como un estilo de Rodrigo, pero al recordarle, sacudió su cabeza y se centró en contestar a su amigo.
-Darío.- El aludido dejó de mirar a las animadoras y volvió a conectar sus ojos color chocolate con los celestes de Ethan.- No me gustan las chicas.
Ethan esperó una reacción de sorpresa, y luego un distanciamiento por parte de Darío, pero eso no fue lo que ocurrió. Su amigo se quedó inmóvil y lo miraba con insipidez. Después se encogió de hombros y apoyó su espalda en el respaldo de la silla.
-Bueno, pero eso no son chicas, son animadoras.- Darío mostró una sonrisa divertida y Ethan suspiró exasperado. Este chico la mayor parte del tiempo le ponía de los nervios.
-A ver, Darío… como te lo explico para que esa neurona que tienes que solamente te funciona cuando a ti te interesa: ni animadora, ni astronauta. No me gusta el sexo femenino.
-Entiendo.- Dijo el joven mientras se cruzaba de brazos y perdía su mirada en su capuchino. Sin duda esa no era la reacción que esperaba de Ethan.- La verdad es que me lo imaginé, pero luego apareciste en mi cabeza con una camisa rosa y saliendo de una tienda repleto de bolsas de ropa, y se me pusieron los pelos de punta.- El muchacho hizo como que le daba un escalofrío y después sonrío a Ethan, quién le contemplaba con una cara de incredibilidad que era para hacer una foto.
-Que me gusten los chicos no significa que me pasee con la bandera de orgullo gay por todo el instituto y me pelee por unos zapatos de oferta.- Su amigo soltó tal carcajada, que incluso Ethan sonrió. Era increíble en como Darío podía pasar de la serenidad a las risas, y de las risas a hacer irritar al muchacho.
-¿Y qué tipo de chicos te gustan?- El joven se encogió de hombros.- ¿Nunca has estado con ningún hombre?
-Sí.- Contestó Ethan, recordando de nuevo la sonrisa de Rodrigo y sus ojos verdes. El chico suspiró y Darío alzó sus dos cejas, mostrando su curiosidad.
-¿Y yo?- Ethan frunció su ceño.
-¿Tú qué?
-¿Te pongo?
-Lo que me faltaba por escuchar…- Ethan se removió en su silla y Darío soltó una nueva y enorme carcajada.
-¡Eh, no en serio! Tengo curiosidad ¿Te gusto o qué?
-Por muy increíble que te creas absolutamente en todo, Darío, no a todas las personas les “pones”.
-Claro: menos a los ciegos y a los bizcos. Los demás se voltean para mirarme.- Ethan volvió a poner sus ojos en blanco y se terminó su chocolate.- ¿Y a Héctor no le da miedo dormir contigo?
-Eres idiota.- Darío volvió a reír, y Ethan, por mucho que le estuviera molestando su cuestionario, también estaba sonriendo.- No, Darío. A Héctor no le da miedo dormir conmigo porque es como mi hermano. Y yo, a comparación de ti, no me follo a todo lo que se mueve.
-Eso es verdad.- Ethan se levantó y Darío lo imitó.- Porqué a ti la virginidad se te huele a distancia.
-La verdad es que no sé como huele la virginidad, así que te daré la razón como los tontos.
-¡Muy bien, Ethan!- Darío pasó su brazo por los hombros de su amigo y le pellizco la mejilla.- Has pasado de llamarme idiota a tonto ¿lo ves como no es nada complicado ser más variable a la hora de insultar?- Ethan se deshizo del amarré de su amigo y se colocó bien la camisa blanca del uniforme.
-Eres un idiota.