Héctor estiró uno de sus brazos y percibió el vacío de su lado. Había esperado encontrarse el cuerpo de Valeria todavía dormido en su lado, pero no había sido así. El muchacho abrió sus ojos y se desperezó lentamente. Poco a poco, fue consciente de dónde se encontraba y todo lo que había ocurrido. Había pasado la noche con Val, se había despertado a media noche y la había dibujado. El retrato había decidido dejarlo en la libreta para cuando su chica fuera a dibujar sonriera con su sorpresa. Héctor sonrió al imaginarse a una Val sonriente, negando con la cabeza y mordiéndose el labio inferior. También ilustró a una Val con una de sus coletas mal hechas, sin maquillaje y con algún chándal viejo de estar por casa. Al fin y al cabo, esa era la Valeria que a él le gustaba: natural y despreocupada.
En esos momentos, escuchó el agua de la ducha del cuarto de baño que se encontraba al lado de esa habitación. Al instante pensó que Valeria se estaría duchando, preparándose para el juicio de su primo. Y aunque Héctor debía de resignarse e ir a clases como el estudiando de primero de bachillerato que era, también pensó que no le iría mal una ducha. Y más con Valeria.
Rápidamente, se levantó de la cama de la joven y se dirigió al cuarto de baño. Cerró la puerta tras su espalda y se quitó los bóxers. Pudo percibir la humedad de la sala por el vapor del agua caliente con el que se estaba duchando Valeria. Detrás de una cortinas blancas, pudo ver una silueta quitándose el jabón de la cabeza con la ayuda del agua que caía des de arriba. El joven no dudó ni un instante más y se introdujo en el interior de la ducha. Pero la situación es que Héctor no encontró un cabello moreno y una piel pálida, sino una más bien de un miel suave y un cabello castaño difuminado con californianas rubias. Y antes que Héctor pudiera salir como si nunca hubiera estado ahí, Claire se volteó y gritó al verle.
Ante la sorpresa de Claire, gritando como si le hubiera entrado alguien a robar a casa y lo pillara con sus joyas en la mano, Héctor también reaccionó gritando y sin saber exactamente qué hacer. Lo lógico hubiera sido salir de la ducha, pero en esos momentos ya se la había adelantado Claire, cubriéndose el cuerpo con una toalla lo más rápido posible. Cuando Héctor iba a salir también de la ducha para buscar también una toalla, Claire le comenzó a gritar con una voz que jamás había escuchado.
-¡PERO QUE MIERDAS ESTÁS HACIENDO AQUÍ, HÉCTOR!
-¡Pensé que eras Valeria!- Replicó el joven, balbuceando ante una Claire sonrojada, más bien de rabia que de vergüenza.- ¡¿Y tú?!
-¡ME ESTOY DUCHANDO POR SI NO TE HAS DADO CUENTA, IMBÉCIL!
-¿Eres tú la que has pasado la noche con Rubén?- El joven ni siquiera sabía que estaba diciendo, solo quería una maldita toalla que no encontraba por ningún lado mientras examinaba la sala dentro de la ducha.
-¿Pero qué dices?- Claire se dio la media vuelta y se aferró a la toalla que cubría su cuerpo mojado.- ¡Y haz el favor de taparte, por Dios!
-¡Claire, he escuchado gritos…!- Rubén había abierto la puerta del baño, aunque las palabras de su frase se quedaron a mitad del camino cuando se encontró a una chica con el rostro enrojecido, recubierta tan solo por una toalla blanca y a Héctor en pelota picada.- ¿Héctor?
-Esto tiene una explicación.- Empezó a decir el joven, como si se tratase de un tartamudo.- Yo no…
-¿Podéis dejar de montar tanto alboroto? Son las siete de la mañana y los vecinos se están…- Valeria también había entrado en el baño y sus ojos azules solo podían centrarse en el desnudo de Héctor.- ¿Héctor, qué haces desnudo?
-¿Y tú?- Inquirió Rubén, con el rostro repleto de confusión.- Pensé que te querías duchar sola.
-¡Y me estaba duchando sola!- Espetó la joven.- Pero Héctor se ha metido también en la ducha y yo me he salido al momento.- En esos momentos, todas las miradas se centraron en Héctor, quién seguía desnudo en la ducha y con las palabras en su garganta queriendo salir.
