-¿Dónde están todos?
-Darío y Ethan han ido a buscar a Alex. La estúpida ha cogido una moto y está corriendo en una de esas carreras.
-¿Y Neal y Alicia? ¿Dónde están?- Claire estaba haciendo todo lo que podía por levantarse, pero estaba claro que no sabía muy bien lo que hacía. Rubén se levantó del suelo y la ayudó a erguirse.
-Con toda esta movida me he olvidado completamente de ellos.- Dijo el muchacho en voz alta, aunque en verdad no era su intención mostrar todavía más la preocupación por aquella chica de cabellos dorados a la que había besado.
Lo había hecho. Después de todo aquel tiempo que había estado queriendo a esa chica en silencio, se había lanzado a declararse de una vez por todas a Alex. Todavía no se creía que realmente había pasado. Ella se lo había devuelto y lo había transformado el beso más apasionado que Rubén nunca antes había recibido. Se había besado antes con otras chicas, pero ninguna había sido tan especial como el de esa pequeña rubia de ojos azules. Y a pesar de la diferencia de edad, no podía evitar sentir un bombardeó en su corazón cada vez que la veía entrar en la cafetería, gritando o riéndose por cualquier tontería que le estuviese explicado Alicia. Amaba esa risa que durante un tiempo se había extinguido, y que poco a poco había ido regresando.
-¿No sabes dónde están?
-La última vez que los vi estaban en aquel banco besándose.- Rubén le señaló un banco que había a varios metros de ellos. Claire achinó sus verdes ojos para ver mejor, aunque el joven no estaba muy seguro sí ella veía algo que no estuviera a un metro de distancia de ella.
-Pues sí que han tardado poco en liarse. Se nota que hay química entre esos dos. También entre Alex y tú.- Claire se apoyó en el muro dónde antes había estado competiendo con esa chica de cabellos dorados, y miró a Rubén con sus preciosos ojos.- Me alegro mucho por vosotros, de verdad.
-Gracias.- El muchacho desprendió una sonrisa sincera a la chica. Él recordaba que Alex le había hecho prometerle que no hablaría con Claire porque algo malo venía con ella, pero Rubén no veía maldad en sus ojos. Unos ojos verdes que en esos instantes brillaban con más fuerza por culpa de unas lágrimas que comenzaban a derramarse por sus mejillas.- Ey, Claire... ¿Qué pasa?
La chica se desapoyó del muro y comenzó a caminar hacía una dirección lejos de dónde estaban las carreras infernales. Rubén no dudo ni un instante en seguirla. Por muy borracha que pudiera estar esa chica, parecía hacía donde se dirigía, y así fue. La joven se detuvo delante de una esquina dónde había flores secas, velas que la mayor parte de ellas estaban cerradas y fotos de jóvenes entre los quince y veinticinco años.
-¿Qué es todo esto, Rubén?- El muchacho percibió como la voz de Claire estaba completamente destruida y en como sus ojos verdes derramaban más lágrimas.
-Creo que es el lugar dedicado para las personas que murieron en una de estás carreras.
-No sé como la gente puede competir en estás asquerosas carreras.- Claire dejó de mirar las velas y alzó su rostro para mirar a Rubén. La joven era dos cabezas más baja que él incluso con tacones, pero en esos momentos el joven solamente estaba pendiente de las palabras que salían por su boca.- Mis padres... murieron hace dos meses en un accidente de coche. Supongo que es la típica muerte que puede sufrir una mayor parte de la población, pero eso no quita que dejen de estar muertos.- La última palabra la soltó como una maldición, odiando completamente el destino que le había tocado vivir a sus padres y a ella.
-Lo siento... no lo sabía.
-Pensé que íbamos a estar lejos de toda está mierda... pero cuando vi que nos acercábamos... le robé las botellas a Darío y empecé a beber para asegurarme que mañana no recordaría nada de todo esto. Pero sí que lo haré.