-¿Dónde está la niña más guapa de todas?
-¡Alex!- La niña señaló a la muchacha que se acercaba a su silla de ruedas con una sonrisa y con un regalo colgando de su antebrazo.- ¡Ha llegado!- Nerina cogió de la manga de la americana de Gideon y empezó a estirar de ella, haciendo que el chico asintiera y sonriera todavía más.
Cuando Nerina soltó a Gideon, el chico de los tatuajes se alzó del suelo y fue a recibir a Alex con un beso sobre sus labios y una caricia tras su nuca que puso sus pelos de punta. Alex observó durante un segundo la camisa perfectamente planchada del mismo color que sus ojos cubierta por la americana negra que lo hacía todavía más sofisticado. Vestía unos pantalones del mismo color que la chaqueta y unos mocasines. Pero algo que nunca cambiaba en Gideon era su cabello revuelto y su barba de tres días, que le daban un toque de rebeldía dentro de tanta elegancia.
Alex parpadeó un par de veces y se percató que Gideon también le estaba observando, con unos ojos azulados abiertos al máximo y un rostro burlón.
-Pensé que te habías tomado en broma lo del vestido.
-¿Es lo mejor que se te ocurre decir después de verme por primera y última vez con un vestido? ¿En serio?- Alex rodó sus ojos ante la risa de Gideon, y la chica lo rodeó para acercarse a Nerina y agacharse a la altura de la silla de ruedas.- Estás guapísima, Nerina. ¿Te ha comprado tu hermano este vestido?
-No…- La niña negó con su cabeza y sus mejillas empezaron a enrojecerse.- Yo.
-¿Te lo has comprado tú?- Alex se mostró sorprendida, exagerando todos sus gestos para hacer sonreír a la pequeña.- ¡Que buen gusto tienes!
-Yo.- Repitió Nerina mientras señalaba el vestido que llevaba puesto Alex, blanco con rayas negras, dejando un escote sutil y una buena parte de sus piernas al aire.- Para ti.
-¿Tú has escogido mi vestido?- Nerina asintió de nuevo con su cabecita, esta vez con una sonrisa tímida.- Pues ahora el vestido me gusta más.
-Gideon.- La niña llamó a su hermano, y el chico que nunca se había alejado de ellas, se acercó todavía más. Nerina señaló a Alex y mostró una sonrisa.- ¿Guapa?
-Sí, lo sé.- Gideon se cruzó de brazos, resignado.- Tenías razón. Alexandra está hermosa se ponga lo que se ponga.
-Tu oportunidad para elogiarme ha pasado hace un minuto.- La chica se reincorporó y enseñó el regalo que había traído.- ¿Dónde lo dejo?
-No tenías que molestarte.- Dijo Gideon mientras aceptaba el regalo y se lo enseñaba a su hermana.- Mira que te ha traído Alex. Lo pongo con los otros regalos ¿vale?- Nerina asintió con su cabeza y Gideon se dirigió hacía una esquina donde había una mesa con varios regalos de diferentes envoltorios y tamaños.
Y antes que Gideon le diera tiempo a volver junto con Alex y Nerina, un grupo de adolescentes de apariencia entre trece y quince años, rodearon a las dos. Eran un total de seis chicas, todas rubias, exceptuando un par que eran idénticas incluso en la pupila del iris. La más alta y de ojos negros, hizo un paso adelante y empezó a hablar mirando a Alex.
-¿Tú eres la nueva novia de mi primo?
-¿Qué?
-¿Te vas a casar con él?- Dijo otra niña que llevaba una coleta alta y un vestido rosa.- ¿Dónde viviréis?
-Ey, ey, canijas.- Gideon apareció a un lado de Alex y la rodeó por la cintura, haciendo que las cosas se volvieran más incómodas para ella.- El interrogatorio para después del pastel.
El grupo de niñas se comenzó a quejar, indignadas. Pero la más grande de todas no se rindió tan fácilmente.
-¿No nos vas a presentar a tu nueva novia?