Capítulo 10: Orgullo

1.1K 37 6
                                    

-¡Hombre, pero mira quién tenemos aquí! Neal Hernández ya acaba de llegar y ya ha conseguido un trío para esta noche.
-La entrenadora mañana te mata.
-¡Que no, pesado! Sí yo nunca tengo resaca.
-Pues mañana seguro que te estrenas.- Mencionó Ethan mientras lo observaba sentado en el banco.
Darío volvió a desprender una carcajada y y se terminó una de las botellas de alcohol. Ethan estaba sorprendido por la resistencia que tenía ese chico después de haberse fumado un par de porros de maría y casi una botella de un litro el solito. Se le entendía cuando hablaba y solo se tambaleaba un poco cuando decidía ponerse en pie y estirar las piernas. Ethan no le había quedado otro remedio que escuchar una de las historia de Darío dónde se cargaba el Quad de su padre y le echaba la culpa al de mantenimiento de su tercera casa de verano. Al pobre le echaron y no solamente el padre se compró un nuevo Quad, sino que también uno a su hijo. El joven había puesto sus ojos en blanco y comenzó a buscar a Alicia y a Claire, quiénes habían llegado a un lado de Neal mientras el joven aparcaba su moto a varios metros de ellos.
-Menuda bestia ¿Qué modelo es?- Darío estaba mirando des de lejos el vehículo de dos ruedas de Neal achinando al máximo sus ojos.
-Modelo Neal.
-¿La has hecho tú?- Inquirió Ethan, quién también la estaba mirando impresionado por el trabajo de aquella máquina.- ¿Y qué motor le has puesto?- Neal iba a contestar la pregunta, pero Claire ya estaba gritando de nuevo, señalando hacía la derecha por dónde se acercaban dos nuevas siluetas.
-¡Daniela, Rubén!- La chica comenzó a mover sus brazos exageradamente para que los viera aunque hacía un buen rato que los dos jóvenes los estaban viendo.- ¡Estamos aquí!
-¡Ya nos hemos enterado, bruja borracha!- La expresión de Alex hizo reír a Claire y los demás negaron con sus cabezas. Sin duda la más borracha era la chica de las californianas, aunque era sorprendente porque todos apostaban por Alex.- ¿Ya os habéis bebido todo?
-Que bah.- Darío sacó de debajo del banco dónde estaba sentados Neal, Alicia y Ethan una bolsa blanca con varias botellas más.- Todavía queda todo esto ¿hacemos un brindis?- El chico cogió una botella de champán y todos abrieron sus bocas sorprendidos.
-¿Enserio has traído una botella de champán a un botellón?- Ethan, quién no entendía mucho del tema parecía el más impactado del grupo.- Un completo idiota.
-Cambia de insultos, chico calificativo. Llevas toda la noche diciéndome lo mismo.
-Porqué es la palabra que mejor te define.
-¡Vale, yo primera!- Alex le robó la botella a Darío y con sus dientes se desizó del corcho de la botella. La joven la alzó y miró a sus amigos.- Por tiempos de fiesta y de vivir nuestra vida a nuestra manera, sin normas y corrupción.- Y la joven bebió varios tragos largos. Seguidamente, se la pasó a Rubén. El chico miró la etiqueta de la botella y no tenía ni idea que marca era.
-Por los tiempos nuevos.- Y se llevó la botella a la boca y antes que se la pudiera pasar a Claire, la chica ya se la había quitado.
-¡Por los tiempos de las boyeras!- Y dio varios tragos largos. Sí, sin duda era la que estaba en peor estado. Mañana tendría que soportar muchos comentarios ingeniosos. Era el turno de Neal.
-Por los tiempos de mandar a la mierda el amor.- Y bebió una, dos y tres veces. Alicia aceptó la botella y sin darse cuenta colocó sus manos sobre la del chico, y ambos ojos se cruzaron.
-Por los tiempos en que algún día llegará un príncipe.- Y de nuevo volvió a beber, intentando esconder el rubor de sus mejillas. El siguiente que alzó la botella en alto fue Darío.
-Por los tiempos en que seremos quién queramos ser.- El chico cerró sus ojos y bebió solo un trago del champán para pasársela finalmente a Ethan.
-Por los tiempos inolvidables.
-¡Eh, esa es buena!- Alex se agachó y de la bolsa blanca cogió un par de botellas, a la que una se la paso a Rubén.- ¡Ahora nos falta un striper!- Todos comenzaron a reír y una música electrolatino comenzó a sonar de lejos, haciendo que los chicos comenzasen a pasar las botellas y bailaran entre ellos. Ethan los miró a todos y tomó de las burbujas del champán.





-¡Alex, Claire! ¡Parad, vuestras caras se están poniendo rojas!
-¡Qué no! ¡Que yo aguanto más!
-¡JA! No te lo crees ni tú, bruja.
-Déjalas.- Le dijo Ethan a Rubén para calmarlo.- Porque se queden un poco más tontas no les va a pasar nada.
Las dos chicas se encontraban haciendo el pino apoyadas en un muro de ladrillos grises y grafiteado por encima. Alex había empezado a hacer volteretas en el suelo, y Claire se había animado a hacer ruedas. Las dos jóvenes volvieron a discutir (como siempre) y en esos momentos se encontraban boca abajo rompiendo el empate. Pero llevaban algo más de un minuto haciendo el pino y sus rostros se habían enrojecido y Claire de vez en cuando soltaba alguna risa fuera de lo normal. Solo les faltaba que el alcohol les subiera a la cabeza después de todo lo que habían bebido.
-Lo mejor será que las separemos.- Opinó Darío, quién parecía estar de nuevo un poco más centrado.- Vamos, Rubén. Ayúdame con Claire, tú, Ethan encárgate de tu hermana.
Los tres chicos se levantaron del banco y se dirigieron dónde estaban sus dos amigas para evitarles que sus cabezas les estallaran por un cúmulo de alcohol y sangre en la cabeza. Las cogieron por las piernas y las tumbaron en el suelo. Ethan se sentó encima de su hermana mientras la chica se zarandeaba maldiciendo a gritos, mientras Claire se había quedado en el suelo totalmente quieta. Se había quedado dormida y Rubén y Darío estaba discutiendo que hacer con ella.
-Menudo panorama.- La voz de Neal distrajo a Alicia, quién se había quedado sentada en el banco junto con los demás y él, hasta que ellos fueron a salvar las vidas de sus amigas. El chico tenía entre sus manos una botella con un líquido rojizo, y la joven había decidido no beber más. Ya había hecho bastante en tonto por esa noche y no le gustaba desmadrarse de la forma en que lo había hecho con Claire delante de su hermano.- Menos mal que al final he venido.
-¿Y porqué no ibas a venir?
-Por una tía.- Neal hizo un ademán de que iba a beber, pero dejó la botella en el suelo y pasó sus manos por la cabeza.- Luego decís que somos los tíos los complicados.
-Es que lo sois.- Murmuró Claire, recordando el final de lo que podría haber sido una bonita historia de amor con el @ChicoSinGracia que llevaba hablando con él durante dos meses.- Y mucho.
-No pienso volverme a enamorar en mi jodida existencia.
-¿Neal Hernández enamorado?- Alicia alzó sus dos cejas, sorprendida completamente por la declaración tan sincera del chico hacía ella.- ¿Y quién es la afortunada?
-Tú.
-Gilipollas.- Neal comenzó a reír y Alicia finalmente también lo hizo.- Va, dímelo ¿la conozco?
-No. No la conoces.
-¿Y cómo es?
-Especial.- El chico de los ojos verdes se estaba mirando las manos y después miró a la chica del pelo rojizo.- Pero no quiero hablar más de ella.
-Un amor fallido. Es duro al principio.- Aseguró la muchacha, cansada de haberse ilusionado tantísimas veces con lo que parecía un cuento de hadas y después terminaba siendo un total desastre.- Pero con el tiempo te acostumbras a la decepción.
-Que me vas a contar. El amor es un asco y las tías también.
-Pues hazte gay.
-¿Como Claire y tú, no?- Alicia percibió el rubor de sus mejillas y Neal comenzó a reír por ello.
-¡Ha sido un beso de amigas!
-Ya, ya... Yo he visto lengua por ahí en medio.
-Como se nota que no te has dado un beso con lengua en tu vida.
-Más que tú seguro.
-¡Ja! Cuanta fe tienes.
-Yo beso bien, no como otras. Ese beso ha sido el más repugnante que he visto en mi vida.
-Habría que verte a ti besándote con alguien y ver como lo haces. ¡Además, solo ha sido un pico!
-¿Nos apostamos algo?- Neal se irguió del respaldo de banco y se acercó más a Alicia, a quién le comenzaba a latir el corazón con fuerza en ver como esos ojos verdes se habían intensificado con potencia.
-Lo que quieras.
-Una de las palmeritas de chocolate de la cafetería.
-Con todas las calorías que tiene eso por la mañana. Quita, quita.
-Has dicho que nos apostamos lo que yo quiera. Así que una palmerita de chocolate al que mejor bese.
-Ya y como lo hacemos listo ¿cogemos a un conejitos de indias y nos liamos los dos con él y que él decida quién es el mejor?
-Hay una forma más rápida de averiguarlo.
-¿Así, cu...?- Pero Alicia nunca terminó de formular su pregunta, porque unos labios carnosos y duros la habían silenciado.
La joven percibió como Neal había colocado sus manos en su cintura y la estaban acercando a él con facilidad mientras introducía su lengua dentro de la de ella y unía sus lenguas. La chica había cerrado sus ojos y sin tocar al chico dejó que él le marcase un desenfrenado y prolongado beso. Cuando Alicia colocó sus manos por encima del pecho de Neal, sin ninguna intención de echarlo hacía atrás, él retrocedió varios centímetros y sus bocas quedaron distanciadas por una fina linea.
-Puntúa, nena.- Pero la chica se quedo callada. Neal le había robado todas las palabras y estaba haciendo un esfuerzo por recuperar el oxígeno perdido. Así que hizo lo que él antes había hecho, lo silenció con un nuevo beso que comenzó ella y que a los pocos segundos volvía a estar llevado por el joven.
Alicia hundió sus manos en el cabello de Neal y lo acarició hasta llegar a su nuca y enlazar ahí sus brazos para que él no pudiera separarse de ella y que ese beso no se detuviera nunca. Él la había acercado hasta un momento en que sus pechos chocaban, pero todavía quedaba más espacio que reducir y Neal no dudo en cortarlo. La cogió por las piernas y la sentó encima de ella, de forma que quedasen las piernas de la chica colgando fuera del banco y sus posaderas encima del regazo del chico.
Alicia por otra parte quería parar, y alejarse de él. Apartar las manos de Neal que acariciaban una de ellas su pierna izquierda y la otra la espalda por encima de su vestido. Ella quería detener sus manos y que dejasen de enrollar sus dedos en los mechones oscuros de ese chico y que su lengua saliera de la boca de él. Pero no podía. Porque cuando más probaba de ese chico más quería y más imposible le hacía pensar que ese beso pudiera terminar.




-Neal y Alicia se están liando.
-Alex, no voy a quitarme de encima tuyo y a darme la vuelta para comprobar que mientes.
-¡Que es verdad! Gira solo la cabeza y lo veras.
-La última vez que hice eso mataste a mi hámster.
-¿Esos que se están besando son Neal y mi hermana?- La voz de Rubén sonó cerca de los dos mellizos, y Ethan prácticamente se desequilibro de encima de la espalda de Alex al voltearse y darse cuenta que las palabras de su hermano eran verdad.
-La virgen...
-Madre mía.- Darío levantó a Claire mientras miraba a Alicia y su nuevo amigo.- Estoy por pagarles una habitación en un hotel.
-Y una mierda.- Rubén entrecerró sus ojos y le envió una mirada de advertencia a Darío. El chico alzó sus manos mostrando bandera blanca y el camarero volvió a centrarse en su hermanastra pequeña.- Ese capullo se va a enterar.
-¡Pero sí es Alicia quién no le suelta del cuello!- Espetó Claire, quién estaba observando a su amiga con una sonrisa divertida.- Ya me he quedado sin mi compañera boyera. Ahora tendré que volver a enrollarme con tíos ¿voluntarios?
-Creo que esta ya ha bebido suficiente por esta noche.- Comentó Darío mientras la sentaba en el suelo y después se colocaba a un lado de ella. La chica volvió a entrecerrar sus ojos y en medio segundo se había vuelto a dormir sobre el hombre de Darío.- Que chica tan rara...
-Creo que debería de haber dejado de beber hace una hora, cuando se había sentado en el suelo y había comenzado a cantar villancicos de navidad.- Comentó Ethan mientras observaba a Alicia y al nuevo chico, aunque ese comentario iba directamente para Darío.
-¡Mierda, Ethan! Mira lo que has conseguido.- Alex se había levantado del suelo y le mostró su camiseta blanca medio transparente embarrada por toda la zona del pecho.- ¡Y la cazadora también!
-Eso te pasa por no hacerme caso a la primera.
-Capullo...- Alex se alejó del grupo y se dirigió dónde había estacionamos diferentes tipos de coches y de motos.
-¿A dónde vas?- Le gritó su hermano y la joven de cabellos rubios, antes de desaparecer entre los vehículos contestó con un nivel más alto que con el que le había hablado Ethan.
-¡A quitarme estos chorretones de barro! ¡Que asco, sí esto parece hasta mierda!- Darío comenzó a reír, pero ni a Ethan ni a Rubén le hacía gracia que Alex se fuera por allí sola. Pero se iba a quitar la ropa para sacudirla y no podían seguirla o se llevarían una de sus collejas por verla semidesnuda.
Alex miró a su alrededor, y una vez se había asegurado que los coches que había formado un pequeño circulo en su entorno, no había nadie, se quitó la cazadora y después la camiseta de tirantes. La chica resopló y comenzó a limpiar la camiseta. Después de varios minutos de golpetazos y rasgando en barro seco, la camiseta volvía a estar medio en condiciones. La dejó encima de la carrocería de un coche y cogió la cazadora. La miró y al momento la tiró entre las sombras de los coches. Estaba completamente embarrada e imposible de salvar. A ver que escusa se inventaba a su madre para decirle que la nueva cazadora que se había comprado se la había manchado tanto de mierda que la había tenido que tirar.
La chica se giró hacía dónde había dejado su camiseta blanca, pero al parpadear un par de veces se dio cuenta que había desaparecido sobre la carrocería roja de ese coche.
-¿Buscas esto, rubita?- Alex se volteó por completo hacía la dirección de una voz. Provenía de dónde habían varias motos aparcadas al lado de los coches. Una voz intensa y familiar resonó en sus oídos, cuando sus ojos captaron el azul penetrante de los de ese joven sabía quién era.
-Tú.
-¿Te ha gustado el regalito de antes?
-Lárgate.- Alex se cubrió el pecho que solo estaba cubierto por una lencería transparente y percibió como los latidos de su corazón se aceleraban con una velocidad que la chica no estaba acostumbrada a vivir.- No me obligues a tenerte que partir la cara, cerdo.
-Vaya, ya veo que no era la cazadora lo que te hacía valiente.- El joven se llevó una prenda de ropa a su nariz y la olfateó. Era su camiseta.- Aparte del alcohol que os he vendido, hueles muy bien.
-Devuélveme la camiseta.- Alex se acercó a él hasta quedarse a un metro de distancia, extendiéndole una de sus manos mientras con la otra hacía todo lo posible para taparse. Los ojos del chico se hicieron más grandes y sonrió.- Deja de mirarme.
-¿Te pongo nerviosa?
-Me pones de mala hostia.
-Pero te pongo ¿eh?
-¡Capullo!- Alex se inclinó sobre el chico e intentó recuperar la camiseta, pero el chico fue más rápido y se la escondió detrás de su espalda y empujó con la otra a Alex hacía atrás.
-Buen intento, rubita. Pero esto ya no te pertenece. Ahora es mío.
-Antes de permitir que eso pase preferiría pasarme un rallador de queso por los pezones ¡devuélveme la camiseta!
-Pagaría por ver eso, rubita ¿lo harías sí te trajera uno?
-Mira, niñato. No estoy para tus jueguecitos y tus estúpidos comentarios. Tarde o temprano mi chico me echará de menos y vendrá a romperte la cara.
-O terminará contigo. Ver a tu novia sin camiseta y delante de un tío que no es él, le hará sospechar.
-No lo hará.
-Vale, rubita. Hagamos una cosa.- El muchacho comenzó a desabrocharse la cazadora y dejó a la vista de los ojos de Daniela un torso que brillaba bajo la luz de la farola que tenían encima.- Yo te prestó mi cazadora, y yo me quedo con tu camiseta.- El joven le lanzó su chaqueta de cuero negra y se ató en su brazo la camiseta de Alex en un momento.
La chica tuvo que fijarse dos veces en que prácticamente en todas las partes de su pecho, hombros y manos tenía frases dibujadas con una misma caligrafía y esparcidas aleatoriamente por su piel. No tenía un tatuaje. Ese chico tenía miles de palabras que hicieron que los ojos celestes de la chica se encendieran. No solo sus músculos se contrarían con fuerza en cada movimiento que él hacía, además tenían cicatrices que se esparcían como esas letras por todo su pecho. La chica cogió aire y el joven de ojos azules comenzó a reír.
-¿Te gustan?- El chico comenzó a mirarse un par de sus tatuajes y señaló uno de ellos.- Fuerza y Cabezonería, lo suficiente para cambiar el mundo. Escrito en latín.
-No quiero tu cazadora.- Sentenció Alex, volviendo a la realidad.- Quiero mi camiseta.
-¿La quieres?- El chico encendió la moto en la que había estado subido todo el rato y comenzó a dar marcha atrás.- Pues coge prestada una de las motos y corre la próxima carrera. Sí me ganas, te la devuelvo y dejo que te quedes con mi cazadora.
-No pienso correr en una de esas estúpidas carreras.
-Pues entonces despídete de tu camiseta y ves pensando algo bueno para explicarle a tu novio que esa cazadora es del chico que os ha vendido toda esa bebida.- Alex se quedó callada de nuevo. Eso nunca no pasaba. Nadie conseguía dejarle sin palabras a la chica, pero él ya lo había hecho más de una vez.- Di que Gideon te deja correr y te darán una moto. La carrera empieza en tres minutos, así que date prisa.- Y después de esas palabras, el motor de su moto negra rugió y el chico desapareció entre las sombras de la noche, escuchándose solo el motor del vehículo de dos ruedas.
Alex se quedó totalmente inmóvil durante varios segundos, con la mirada clavada en el suelo e hincando sus uñas en la cazadora de ese chico. La joven deslizó su celeste mirada a la chaqueta de cuero y finalmente alzó su cabeza mientras se la colocaba encima de sus hombros. Pasó sus manos por el interior, se la remangó y se subió la cremallera hasta por debajo de su barbilla. La cazadora hacía parecer que no llevase pantalones de lo grande que era, pero para cuando Alex se había dado cuenta de ese detalle, ya estaba saliendo de su escondite y buscando alguno de los aparcamientos dónde se alquilasen motos.
-¡Alex!- La chica volteó su cabeza y se encontró con su hermano. La estaba llamando des de lejos, dónde todo el grupo se había quedado observando a la chica.
Pero la muchacha de cabellos dorados lo ignoró completamente, añadiendo a los ojos color de miel de Rubén que la estaban observando al lado de Ethan. Alex no tardó en divisar un hombre que estaba recibiendo dinero de un motorista que ya se estaba subiendo en uno de los vehículos de dos ruedas. La joven sin vacilar ni un solo instante más, corrió hacía allí y tocó el hombro del tío que se encargaba del negocio de alquilar las motos.
-Quiero correr.
-Muchos dicen lo mismo, nena.- El hombre le sonrió. Tenía una dentadura plateada que escalofrío a Alex de los pies a la cabeza.- Pero mi pregunta es: ¿tienes dinero?
-Gideon me ha dicho que me deja correr.
-¿Gideon?- El hombre se quedó vacilante y miró hacía la zona dónde las motos comenzaban a prepararse para correr. La chica ya se había subido a una de las tarimas con la bandera roja en una de sus manos.
-Él también va a correr. Sí quieres le aviso y que te lo confirme él, pero estoy segura que no le gustara que lo molesten, y menos cuando va a participar en una de las carreras.- El hombre dejó de mirar la pista y clavó sus ojos oscuros en los celeste de Alex.
-Está bien, coge la que quieras.
Alex asintió y escogió la que estaba más cerca de ella. Se subió y el hombre le lanzó las llaves. En pocos segundos ya estaba encendida y estaba a punto de colocarse en la salida. Pero volvió a escuchar los gritos de su hermano.



-¡¿Alex, que narices estás haciendo?!- El chico comenzó a correr hacía una zona que habían estacionado diferentes tipos de motos. La chica le miró, pero solo fue un segundo muy corto. Ella ya se estaba dirigiendo hacía la meta de la carrera.
El chico de los ojos celeste comenzó a correr hacía su dirección, y justo cuando iba a pisar la carretera, una mano le frenó. El muchacho se volteó y se encontró con lo más parecido que podría haber allí de seguridad.
-No se puede entrar aquí sin moto.
-Mi hermana está en esa carrera, tengo que sacarla.
-Sí quiere sacar a su hermana de aquí, alquila una moto y entre en la carrera.
-¿Cuánto cuesta eso?
-Tres cientos pavos.
-¡¿Qué?!- El chico ni siquiera se dio cuenta que le había gritado en la cara a ese tipo hasta que sus enormes cejas se fruncieron e hicieron retroceder al chico.
-¡Ethan! ¿Dónde está Alex?- Rubén había llegado junto con Darío. El chico de ojos color miel mostraba una preocupación que Ethan se hubiera dado cuenta sí no estuviera a punto de entrar en un ataque de sobreprotección con su hermana.
-¡Está metida en la mierda de la carrera y no la puedo sacar! ¡Tú!- Ethan cogió con sus manos la camisa de Darío y alzó su puño delante del rostro del chico.- ¡Tú y tus mierdas de carreras infernales, como le pase algo a mi hermana allí dentro te mataré! ¡¿Lo has entendido?!
-¿Qué Alex está allí dentro...?- Darío parecía totalmente perplejo.- Pues sí que tiene coraje la chavala...
-Esa chavala de la que hablas es mi hermana ¡No tengo tiempo para que digas esto! ¡Dame una solución!
-¡Eh, oiga!- Darío había cogido las manos de Ethan y se había desechó de ellas con facilidad. Se acercó al mismo hombre que le había dado una de sus motos a Alex y comprobó su sonrisa plateada.- ¿Cuánto cuesta alquilar dos de estás burras?
-Seis cientos euros.
-Me llevo dos. Ethan, prepárate. Corremos en la siguiente carrera.
-¡¿Qué?!- Esa fue la voz de Rubén, que sonó completamente seca e indignada.- Ni de coña, Ethan. Tú ahí dentro no te metes.
-¿Tienes alguna idea mejor?- Ethan estaba subiéndose en una de las motos mientras Darío las pagaba y también seleccionaba una de ellas.- Quédate con Claire y vigílala. Yo me encargó de mi hermana ¡Vamos, Darío!




-Veo que aprecias más tu camiseta de lo que me imaginaba.- La muchacha de cabellos dorados presintió una corriente eléctrica que hizo que se estremeciera de los pies al alma. Volteó su cabeza hacía la derecha y allí estaba él. Todo adrenalina y ojos azules penetrantes, con su camiseta anudada en su brazo desnudo. Alex intentó no concentrarse en sus tatuajes, pero había sido su gran debilidad y su gran miedo siempre, y no podía evitar tener la necesidad de tenerlos constantemente bajo control.
-Aprecio mi orgullo y no pienso dejar que un gilipollas como tú me lo pisotee.- Gideon soltó una carcajada y Alex dejó de mirarlo para comenzar a calentar los motores de esa moto. El chico la imitó e hizo sonar el motor de su moto mucho más fuerte que el de Alex. La chica volvió a mirarle y frunció su ceño al darse cuenta que el chico se estaba divirtiendo haciéndola enfadar.
-¡Alex!
-¿Ethan? ¡¿Pero que estás haciendo aquí?!
-¡Eso mismo te lo debería de estar preguntando yo!- El chico de ojos celestes se había puesto a un lado de Alex, y en el de su hermano, Darío.
-Voy a recuperar algo que es mío ¡lárgate!
-¡NO! Sí tu corres, yo también.- Los dos mellizos percibieron el silbido de Gideon, y ambos lo miraron al mismo tiempo.
-La carrera va a empezar. Cuidado con las curvas.- Y después de decir eso, los dos mellizos junto con Darío alzaron su vista a la tarima y estuvieron pendiente de la muchacha de ropa ligera hasta que finalmente bajó su mano y con ella la bandera roja.
Alex aceleró al mismo tiempo que Gideon, y percibió como sus cabellos se escondieron detrás de su espalda. La muchacha maldijo interiormente al haber sido tan estúpida y no hacerse una coleta, porque a la primera curva percibió como varios de sus mechones acariciaban sus ojos y la hicieron parpadear un par de veces. 
Los gritos de los espectadores se habían quedado atrás y Alex solamente escuchaba el rugido de los motores alcanzando la máxima velocidad y derrapando por cada curva nueva que venía. Ladeó ligeramente la cabeza hacía su derecha y se encontró con un chico con los cabellos oscuros y revueltos, ligeramente inclinado hacía delante y sonriendo.
Alex apartó su mirada de Gideon y aceleró, dejando un poco más atrás al muchacho. La chica tenía a un quinteto de motos delante de ella y no le importó. Ella solamente quería ganar a ese idiota que le había robado la camiseta y que había abierto una herida que se había cicatrizado medio centímetro con el beso del camarero. Pero había llegado él, ojos azules y tatuajes y le habían recordado la auténtica Alex. La Alex que aquel tipo la había convertido a ser de esa forma y lo mucho que adoraba serlo. No aquella Alex débil y que lloraba con las telenovelas que veía con Alicia cuando comenzaron el instituto. Eso solo era un pasado muy lejano, y ahora estaba corriendo en una de las carreras infernales, girando la cuarta curva que la chica se inclinó más de la cuenta y que por un momento pensó que se desequilibraría la máquina.
Alex miró rápidamente hacía su izquierda y no vio ni a Darío ni a su hermano, y eso la dejó intranquila. No había escuchado ningún ruido extraño detrás de ella, pero la verdad es que el sonido de las motos había desaparecido bajó el rebote que daba el viento con sus oídos. Alcanzaron una nueva calle mucho más estrecha, donde solamente podían circular tres motos en paralelo. Alex iba a cinco metros de distancia con los tres que iban delante de ella, y percibió como un torbellino se colocó a su lado derecho. Sin duda era Gideon. La chica notó un golpe en su espalda proviniendo de esa dirección y giró su cabeza. El chico de ojos azules alzó su pulgar y gritó algo. Alex no sabía muy bien lo que le decía, pero le había parecido escuchar “rubita”. La joven frunció su ceño y observó como Gideon volvía a mirar hacía delante, y en como al mismo tiempo su sonrisa desaparecía.
La joven clavó sus ojos de nuevo hacía la carretera y observó como el chico que iba delante de Gideon empezó a pegar patadas al corredor de su lado, justo el que estaba enfrente de Alex a pocos metros de distancia. Finalmente ocurrió, y la moto del chico que iba delante comenzó a tambalearse y cayó al suelo. Alex hizo un rápido gesto y brusco hacía su izquierda, y esquivó al chico y a la moto por los pelos. Segundos más tarde, con el viento todavía entaponando sus orejas, vio como de la oscuridad que solamente era deslumbrada por las luces de las motos, un fuego ardió delante detrás de la espalda de la chica y una corriente de aire puso todos los cabellos por delante del rostro de Alex, aunque enseguida se volvieron a poner alrededor de sus hombros.
Alex iba a voltearse, pero la adrenalina tan intensa que sentía en todo su cuerpo se lo impidió. Había estado a punto de ser ella quién hubiera ardido en esa explosión de motos sí no hubiera sido lo suficiente rápida para esquivarla. E inesperadamente, salieron del callejón y se encontraron con una nueva carretera mucho más ancha y alumbrada por farolas. Hasta que Alex no comenzó a ver a gente no se percató de sus gritos. Gideon iba a un metro por detrás de ella, y Ethan y Darío... no los había visto en toda la carrera. Así que eso significaba que deberían de ir detrás de ella y que podría ser...
El chirrido de una de las motos que iba delante de Alex la sacó de sus pensamientos y la esquivó. El corredor que hubiera quedado segundo había dado media vuelta y se estaba marchando por dónde los demás motoristas ya estaban terminando de circular a toda velocidad. Alex miró a Gideon y lo había perdido completamente de vista. La chica sonrió, sabiendo que iba ganado la carrera, y por lo tanto recuperaría su orgullo y su camiseta. Cuando ella sentía una enorme ola de emociones en su pecho, dos correderos que iban delante de Alex también derraparon y se dieron la media vuelta. Alex frunció su ceño, pero no dejó de acelerar con esa moto. Solamente le quedaba uno por delante y ella iba la segunda. Y hasta aquel hombre de moto verde no hizo lo mismo que los demás competidores, no divisó la docena de coches de mosos de escuadra que se habían colocado a lo que sería la meta de la carrera.
Alex giró hacía su izquierda, esquivando las ruedas de coches que indicaban el camino de la carrera. La chica se bajó de la moto y observó como varios motoristas se dirigían a la meta y como eran derribado por palazos de un ejército de hombres que salieron de la nada. La muchacha observó como los últimos de la carrera daban la media vuelta, pero no había visto ni a Darío ni a Ethan. Alex iba a correr hacía allí para buscar a su hermano y a sus amigos, pero una mano la aferró del cabello y la tiró al suelo. Alex sintió como los huesos de su espalda crujieron y en como el aire se le escapaba de los pulmones. Observó como un hombre con el rostro cubierto por una máscara de protección alzaba una porra y que iba a ir directa a su rostro. Pero antes que Alex pudiera sentir el impacto de aquella arma empuñada por un hombre de la ley, alguien detuvo el ataque con un simple agarre en la punta del bate negro.
Alex abrió sus ojos y se encontró con una sonrisa divertida y unos ojos azules. El policía se quedó completamente congelado, y Gideon le embistió un puñetazo en el estómago y finalmente una patada que lo dejó tumbado a varios metros de Alex.
-¿Estás bien?- Alex percibió como el muchacho la cogía por el brazo y la levantaba del suelo. La joven iba a decir algo, pero su voz se atascó en su garganta. La llevó hasta su moto y ella se subió. Al ver que él no llegaba alzó su vista, buscándole desesperadamente. Gideon estaba empotrando a otro hombre en la pared y le pegaba un puñetazo seco en la mandíbula que lo desequilibró también al asfalto. Alex giró su cabeza hacía otra dirección y en pocos segundos notó como alguien se subía delante de ella.- Cógete, rubita. Estás curvas van a ser peores que las de la carrera.- Y después de escuchar el motor de aquel infernal vehículo, se aferró al cuerpo de Gideon y presintió lo que realmente era adrenalina des de hacía años.

Perdona pero, me he encaprichado de ti (Segunda Temporada de PPTVDM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora