Capítulo 30: Locuras

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-¿Quieres que nos vayamos?
-¿Por qué? ¿Tú te quieres ir?- Claire alzó una de sus cejas, mostrando su incredibilidad por ser incapaz de creer que su amigo no desease estar en cualquier otro lugar que en esa tienda dónde su hermana estaba junto a un tío con la lengua recién perforada y que no le gustaba nada como cuñado, y después Alex, quién mantenía las distancias con Gideon pero a quién no dejaba de sonreírle.
-Puedo hacerme el tatuaje de henna mañana, Rubén. No tienes porque aguantar esto.- Le susurró la joven mientras miraba a su alrededor, asegurándose que nadie los estaba escuchando.
Rubén se quedo callado varios segundos, observando a esa muchacha de las californianas. Era tan sorprendente la energía que siempre desprendía Claire, y en como en esos momentos parecía una hermosa estrella que había dejado de brillar. Sus ojos verdes solían estar muy abiertos, percibiendo todo lo que sucede a su alrededor, pero ahora solo estaban pendientes del estado anímico de Rubén y transmitiendo una gran compasión por él sin darse cuenta.
-¿Por qué no vemos los diferentes modelos? Quizá así pueda hacerme una idea de que te vas a disfrazar.- El chico mostró una de sus sonrisas, y por sorpresa de él no fue forzada. Él en realidad pensó que lo sería, pero la presencia de Claire hacía que todo fuera menos doloroso de lo que era.
La joven asintió y se acercó a su hermano mayor, quién estaba terminando de dar unas instrucciones a Neal para desinfectarse a diario el pearcing de la lengua. Claire habló unos segundos con Cristóbal y el chico asintió con su cabeza para después dirigirse a la habitación de detrás del mostrador. Rubén escuchó como Neal le preguntaba a Claire qué tipo de tatuaje se iba a hacer y en cómo ella le contestaba con una de sus preciosas sonrisas. Y para cuando Rubén empezó a buscar su hermana por la sala, se percató de que estaba a su lado con una tímida sonrisa.
-¿Estás enfadado?- Le susurró Alicia con unos ojos entristecidos y cabizbaja.
-¿Por lo del pearcing en el frenillo o por ajuntarte con ese idiota después de haberte hecho llorar?
-¿Se lo vas a decir a mamá y papá?
-¿Cuál de las dos cosas?- Volvió a inquirir Rubén, notando la exasperación contenida en las arruguitas que se creaban a un lado de sus ojos a su hermana pequeña.- ¿Por qué piensas que se lo voy a contar a nuestros padres?- La muchacha se encogió de hombros y comenzó a acariciarse varios de sus mechones pelirrojos, tal y como solía hacer Diana cuando estaba nerviosa y no sabía cómo reaccionar.
-Porqué soy una estúpida, supongo…
-No eres estúpida, Alicia. Solo actúas sin pensar las consecuencias que vendrán después.
-¿Y eso no es ser estúpida?
-Eso es ser impulsiva.- Corrigió Rubén, dándose cuenta que su hermana había dejado de prestarle atención un momento para mirar a su amiga de cabellos rubios y al chico recubierto de tatuajes.
-Supongo que si no se arriesga nunca consigues nada.- El camarero frunció su ceño ante la declaración filosófica de su hermana pequeña. ¿Es que a caso le estaba dando algún consejo, o le estaba echando algo en cara?- Pero a veces hay que saber lo que es bueno para nosotros… y para nuestro corazón. ¿No crees?
-¿Y Neal cumple esas características?- Rubén no tenía intención de hacer reír a su hermana, pero lo hizo. Ella negó con su cabeza y esa fue la primera vez que percibió dos bolas rosadas por encima de sus dientes. Se le hacía extraño verle ese pearcing en el frenillo superior, pero Rubén tenía que reconocer que le quedaba bien.
-¿No me acabas de decir que soy una impulsiva?- Ironizó la joven, todavía sonriente.- Creo que deberíamos dar oportunidades a personas que se merezcan más nuestro cariño.
-¿Estás hablando de ese tal Dante que he conocido su existencia esta misma mañana y que tú has olvidado mencionarme?
-No estoy hablando de Dante.- Se limitó a contestar Alicia porque justo en ese instante, una chica de ojos verdes volvía con un pesado álbum que traía diferentes modelos de tatuajes.
-Ali, ¿me ayudas a escoger algún tatuaje? Tu hermano es demasiado negado para dar segundas opiniones.- Alicia volvió a reír, e incluso Rubén mostró su sonrisa mientras Claire le sacaba la lengua, sabiendo que se estaba burlando de él.
-¡Al! ¿Nos vamos?- La pelirroja se volteó al momento hacía la dirección de Neal, quién la había llamado y la estaba esperando en la puerta entreabierta de la tienda.
-Vete, no pasa nada.- Dijo Claire mientras hacía un gesto con su mano para quitarle importancia.- Me conformaré con la ayuda de Rubén.
Alicia volvió asentir con su cabeza y se despidió de su amiga de las californianas y de Rubén. Después llamó a Alex, y las dos se despidieron con un gesto de mano a distancia. Y finalmente, el joven contempló como Neal dejaba salir primero a Alicia y después él le seguía divertido por las calles de la ciudad.
-¡Oh, es precioso! ¿No crees, Rubén?- Claire había vuelto a llamar la atención de ese joven con su potente voz.
El camarero se centró en el dibujo que le estaba enseñando su amiga. Más que un dibujo era una fotografía de una mano, en la que salía una enredadera con espinas por los dados y un par de rosas rodeando la muñeca y parte de los dedos. El joven se dio cuenta en como Claire estaba esperando una respuesta por su parte, y él al momento pensó en lo que le acababa de insinuar su hermana. A lo mejor Claire no era Alex, y tampoco era lo que su corazón deseaba en esos momentos, pero había algo en sus ojos verdes y en su sonrisa constante que hacía que quisiera sonreír de nuevo.
-Ni de coña voy a dejar que te tatúes esto.



-¿De verdad vas a tatuarte algo ahora?
-Ya te he dicho que sí ¿por qué te cuesta tanto creerme?- Inquirió Gideon mientras cerraba la puerta a sus espaldas.
Cristóbal, el hermano de la “bruja”, les había hecho pasar a una habitación que olía a desinfectante y con un toque de tinta que molestaba el olfato de Alex. Había un sillón negro en una de las esquinas de la sala y luego un espejo en frente. Un carrito de peluquería con agujas envueltas en un plastiquito, botes de tinta de color lila, negro, rosa y carmín. Y además un taburete que tenía todo el aspecto de ser muy incómodo.
-Porqué me lo has decidido muy de golpe y me parece una locura.
-¿Y qué tiene de malo hacer locuras?- Protestó el joven mientras se quitaba su chaqueta gris que Alex estaba segura que a ella le serviría como vestido.- ¿O es que ahora me vas a decir que tú nunca has hecho ninguna?
-He perdido la cuenta de ellas.- Sentenció Alex mientras se acercaba a Gideon y ambos reían juntos.- ¿Dónde te vas a hacer el tatuaje?
-¿Dónde quieres que me lo haga?
-¿Me estás preguntando lo que creo que me estás preguntando?
-Es posible.- Dijo Gideon con una nueva sonrisa y dio un pasó hacía atrás para quitarse su camiseta blanca por encima de la cabeza, dejando a la vista de los celestes ojos de Alex el torso desnudo de ese chico. 
Cualquiera podía pensar que la joven era incapaz de apartar la vista de los abdominales y los pectorales bien definidos de Gideon, pero en verdad no podía dejar de mirar los diferentes tatuajes que tenía ese chico. No era la primera vez que Alex veía a Gideon sin camiseta, pero la primera vez que lo vio había sido de noche y alumbrado por la luz de una farola medio rota. Así que no tenía ni punto de comparación con la calidad de luz y cercanía en cómo estaba observando cada uno de esos tatuajes y pequeñas marcas de heridas lejanas.
A diferencia de los demás chicos con los que Alex había puesto en práctica su juego, todos ellos tenían diferentes tipos de tatuajes, como animales, ídolos musicales, frases, nombres, fechas, flores, entre otras cosas que Alex podía mencionar de memoria si le preguntasen. Eran como un especie de mosaico sin ningún orden claro, pero Gideon era diferente. Él solamente tenía frases y palabras sueltas clavadas en su cuerpo. Era como si su piel fuera el papel de un libro, y las palabras la historia de su vida. Algo que sin duda a Alex le había dejado fascinada y que definitivamente sabía que había escogido al chico correcto para que fuera su número trescientos.
La primera palabra que llamó la atención a la muchacha de cabello trenzado, fue “Crash” que es “Chocar” en inglés. Se encontraba justo por encima de su ombligo en unas letras de un tamaño lo suficiente grandes para leerlas a tres metros de distancia. Después se percató que por sus antebrazos había textos escritos en un idioma que conocía por las clases de latín de su padre Félix, pero que sería incapaz de traducir a la perfección. También se dio cuenta que en su hombro, por la zona delantera había una frase que decía “perder para ganar”. Además, en la costilla de Gideon había otra frase que Alex podía entender, pero no terminar de leer porque seguía por detrás, pero hasta dónde ella leyó fue: Descender al infierno es una condena, pero ascender al…
-¿Y bien?- La voz de Gideon despertó la ensoñación de Alex, haciendo que la joven parpadease y conectara su mirada con sus penetrantes ojos azules.- ¿Dónde quieres que me lo tatúe?
-A penas te queda sitio.- La joven se dio cuenta que su voz estaba tocada y sus manos estaban sudorosas, y era algo que no entendía por qué estaba pasando.
-¿Es eso una petición para que me quite los pantalones y puedas ver más piel dónde tatuarme?
-¡Ni siquiera sé lo que te vas a tatuar, Gideon! Tú sabrás dónde quieres hacértelo.
-Una nueva lección que tú me has enseñado.- La joven frunció su ceño, totalmente sorprendida. Y antes que ella pudiera abrir su boca para preguntarle qué es lo que le había enseñado ella, él le contesto.- Incluso los más fuertes caen.
-¿Por qué piensas que yo…?- Alex no terminó de hacer la pregunta porque recordó la frase que ella había dicho anteriormente sobre vivir de ilusiones es morir de decepciones, recordando su pasado junto con Gabriel. Ella no quería que Gideon viera esa parte de ella. Solamente la había visto Ethan y eso había hecho que él también cayera con ella. No era que Alex pretendiera alejar a Gideon de ese dolor con el que Alex vivía día tras día, pero tampoco quería que pudiera plantearse que entendía esa sensación.- No me he caído, Gideon.
-Ahora no, pero en un pasado sí.- Aseguró el joven, haciendo que Alex hiciera todo lo posible por contener los latidos de su corazón dentro de su pecho.- Y a veces pienso que esa caída te afectó más de lo normal.
-Alucinaciones tuyas.- Dijo Alex con su voz cortante, sabiendo que esta conversación se le estaba escapando de las manos como hace el agua cuando la atrapamos con nuestros dedos.- El pasado está superado.
-El pasado nunca se supera, Alexandra.- Replicó Gideon y la joven se dio cuenta como inconscientemente él se llevaba su mano hasta su pecho, dónde descansaba su corazón bajo su piel y dos palabras que no fue capaz de leer Alex porque Cristóbal ya había entrado en la habitación.
-¡Madre mía, Gideon!- Exclamó el hermano de Claire.- Te has transformado en una biblia andante.



-¡Y un aplauso para Señorita Indecisa que después de recorrer quince tiendas más ha encontrado su disfraz!
-¡Gracias, gracias!
-¿Algunas palabras que dedicar por su victoria?- Alicia soltó una nueva carcajada mientras Neal hacía que le pasaba un micro imaginario y la joven lo cogía para seguirle la corriente.
-¡Por supuesto! Quiero darle las gracias a mi madre por darme el dinero para comprarme este increíble disfraz, a mi padre por inspirarme, a mi hermano por dejarme vivir después de enterarse que me he hecho un pearcing en el frenillo y ¡Oh! Casi lo olvido: al dependiente tan sexy que me ha atendido tan amablemente.
-Se te retira el micrófono y el disfraz por desagradecida.- Dijo Neal al momento mientras ignoraba el micrófono imaginario que supuestamente todavía tenía Alicia entre sus manos e iba a por la bolsa que escondía el disfraz de Alicia y que ella no había dejado que Neal descubriera cual era.
-¡Aléjate de mi disfraz o gritaré que me estás acosando!
-Cualquiera que te vea a ti y a mí pensaría que eres tú la que desea acosarme.- Neal le guiñó un ojo y después volvió a intentarle arrebatar la bolsa, pero Alicia fue más rápida y salió corriendo para que el joven no la alcanzará.
Alicia no tenía intención de correr más que unos cinco metros y detenerse, pero se dio cuenta que Neal había comenzado a seguirla y entonces no se detuvo. Comenzaron a correr por las calles de Barcelona que estaban repletas de peatones, pero con la suficiente agilidad no era muy complicado esquivarlos con facilidad. La joven vio como un semáforo estaba a punto de ponerse en rojo y se espabiló para cruzar junto con los últimos ciudadanos, pero a Neal no le dio tiempo a hacerlo. 
Los coches empezaron a circular y Alicia comenzó a reír des de la otra acera. El joven la miró iracundo y después dejó de observarla para mirar los coches que circulaban a veinte por hora. Entonces, dejando a la joven totalmente sorprendida, Neal cruzó después de que un autobús rojo cruzará por delante de él. Los coches se percataron a tiempo en cómo un joven alocado cruzaba el paso de peatones con el semáforo en rojo y pudieron frenar a tiempo, haciendo sonar sus cláxones en señal de queja.
Y cuando Alicia quiso darse cuenta que tenía a Neal delante suyo, el joven la rodeó con sus brazos y la hizo balancearse encima de sus tacones.
-¡Estás loco!- Espetó la joven mientras se separaba del joven sin aliento y sonriente.- ¡Podrían haberte atropellado, Neal!
-¡Que no, mujer! ¿No ves que tengo práctica en esto al llegar siempre tarde a todos lados?
-¡No vuelvas a hacer eso nunca más, Neal!- El joven volvió a reír y a rodear a Alicia entre sus brazos, haciendo que la joven percibiera la humedad de su piel después de la carrera que habían hecho hasta llegar a un parque dónde solo había árboles y bancos en medio de una calle repleta de coches y tiendas abiertas en jornada completa.- Lo digo muy en serio, Neal.- Dijo Alicia mientras dejaba que el chico la abrazará, pero ella sin devolverle ese afecto.- ¿Y si no te llega a ver algún coche y tienes un accidente? ¿Sabes lo culpable que me hubiera sentido?
-¿Por qué? ¿Por ser un idiota que te seguiría hasta el fin del mundo?- El joven dejó un beso cálido en el cuello de la chica y después se separó de ella para ver su reacción, la cual Alicia no estaba muy segura que cara tenía dibujada en su rostro.- ¿Descansamos un rato en un banco? Estoy destrozado.
Alicia no contestó, pero comenzó a caminar junto con Neal a uno de los bancos que todavía estaban pintados por los rayos del sol de tarde que cada vez eran memos cálidos, pero que a finales de febrero se agradecían. Neal fue el primero en sentarse y le tendió una mano a Alicia para que se sentase encima de su regazo, pero ella le vio las intenciones e hizo un gesto brusco para terminar sentada a un lado de él encima del banco de madera.
-No te enfades, Al.
-¿Qué no me enfade? ¿Y qué quieres? ¿Qué te aplauda o que me ría por la locura que acabas de hacer?- Neal se quedó callado, y dejó de mirar a Alicia para dejar su mirada verdosa perdida entre los ciudadanos que paseaban por delante de ellos.- Es muy peligroso hacer esto, Neal. No sé cómo será el tráfico en Londres, pero Barcelona es muy diferente.
-Lo sé. En España se conduce en dirección derecha y en Londres por la izquierda.
-¿Crees que este es momento para bromear? Estoy enfadada contigo, Neal. Podrías darte un poco por aludido por lo menos.
-Solo intento hacerte reír, Al ¿Quieres que discutamos otra vez?
-No. Quiero que me prometas que por muy tarde que llegues a algún lado no volverás a cruzar en un semáforo en rojo nunca más.
-¿Y aunque llegue tarde a nuestra próxima cita…?
-Neal…
-¡Vale, vale!- Dijo el chico a regañadientes.- No volveré a hacerlo nunca más. Te lo prometo. ¿Mejor así?- Alicia asintió con su cabeza y al siguiente momento percibió como Neal pasaba su mano por encima de sus hombros y la acercaba más a él.- En estos momentos no sé cómo puedo hablar.- Sentenció el joven mientras sacaba su lengua fuera y dejaba a la vista de los ojos dorados de Alicia su pearcing nuevo y su lengua algo inflamada.- Me duele una barbaridad.
-A mi no me duele.- Dijo Alicia mientras se llevaba su dedo índice a su frenillo y se acariciaba allí dónde dos bolas de color rosa colgaban.
-Normal. El frenillo es piel muerta y por eso no duele nada.
-¡Pues a mí sí que me ha hecho daño cuando me ha hecho el agujero!
-Es todo psicológico.- Replicó el joven con una sonrisa y Alicia puso sus ojos en blanco, no quería discutir sobre psicología con Neal en esos momentos.
-¿Crees que mis padres me dirán algo cuando se enteren que me he hecho un pearcing en el frenillo, así, por un arrebato?- Neal se encogió de hombros.
-No conozco lo suficiente a tus padres, pero supongo que a pocos padres les gusta ver como sus hijos tienen algo de carácter para decir: me gusta esto y voy a hacérmelo, con o sin tu permiso.
-¿Con esto te refieres a tu madre?- Inquirió la joven, con una sonrisa burlona y acordándose que Kate, su profesora de historia era la mamá de ese chico.
-Lo superará.- Contestó Neal, aunque no lo hizo con una de sus preciosas sonrisas. Su rostro se había serenado ligeramente y Alicia sabía que había una chica en su mente que era la causante de esa cara.- Pero Samantha seguro que me deja cuando se entere que me he hecho un pearcing.
-Espera, espera.- Alicia se separó de Neal para subir sus dos piernas encima del banco, haciendo que la mano de Neal que descansaba en su hombro pasase a estar encima de la pierna de la joven.-¿En serio tu novia sería capaz de dejarte por esta tontería?
-A su hermano lo tuvieron que operar del frenillo inferior, y cuando le dije que quería hacerme un pearcing en la lengua me dijo que sí lo hacía era como si estuviera faltándole el respeto a su familia y a él. Es decir, ella no entiende como hay personas que se pueden hacer pearcings en ciertas partes del cuerpo mientras que otras personas tienen que operarse de esa zona para vivir.
-Pues perdona que te diga esto, Neal: pero tu novia es una estúpida.- El chico no dijo nada al respecto, y eso a la joven le sorprendió. No lo había dicho con intención de molestarlo, pero sí que se había imaginado una reacción de disgusto por hablar mal de la persona a la que quería.- No entiendo porque no puedes hacerte un pearcing en la lengua o dónde a ti te dé la gana solo porque al hermano de tu novia le operasen del frenillo. De verdad, me has dejado alucinada.
-Imagínate como me quedé yo cuando me amenazó con romper la relación sí lo hacía.
-No, no me lo imagino.
-No le dije nada. Pensé que era una tontería discutir sobre ese tema sabiendo que yo era el primero que no me haría un pearcing por miedo a las agujas.
-Y ahora que has avanzado en superar tu miedo ¿hablarás con ella?
-Lo haré sí me da la oportunidad, sino tendré que esperarme a que me perdone.
-Lo siento, Neal.- Dijo Alicia, sin saber muy que decir.- Es que me estás dejando sin palabras… ¿Cómo puedes estar con una persona que te cohíbe de esa forma?- El joven se encogió de hombros y alzó su vista hacia el cielo anaranjado del atardecer.
-Supongo que me he cansado de hacer daño a las personas que quiero.

Perdona pero, me he encaprichado de ti (Segunda Temporada de PPTVDM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora