1 mes después…
-No me puedo creer que te vayas a poner esto.
-Ni yo.
-¿Y entonces por qué te lo has comprado?
-No me lo he comprado.- Protestó Alex mientras se miraba en el espejo el vestido blanco con rayas negras que se ceñía a su cintura y dejaba sus piernas a la vista de cualquiera.- Me lo han regalado.
-¿Gideon?
-El mismo.
-¿Y tú vas a dejar que él te diga cómo vestirte?- Inquirió Alicia, con una media sonrisa en su rostro.- Desde luego que el amor hace milagros.
-Como tú digas.
Alex se dio la media vuelta para ver cómo le quedaba por detrás. Ella estaba segura que si su padre viera el vestido que le había regalado ese chico a ella, no le caería tan bien. A Alex no le gustaba este estilo. Era demasiado sofisticado, pijo, por así decirlo. Pero Gideon había hecho mucho por ella ese último mes y ella sería incapaz de negar a ponerse ese vestido un solo día con tal de verle sonreír.
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-Espera, espera.- Alicia se acercó a su amiga y la cogió por los hombros para que la mirase a ella.- ¿Me has dado la razón y no me has reprochado nada?
-Alicia…
-¡Te gusta!- Gritó la chica con una enorme sonrisa.- ¡Lo sabía! Bueno, es obvio que tiene que gustarte porque ni siquiera para la segunda boda de Ángel y Desiré tu madre te convenció para ponerte un vestido.
-Ese vestido era rosa y hay cosas que ni aunque me lo regalase el mismo papa de Roma me lo pondría.- Alicia liberó una carcajada y las dos amigas comenzaron a desvestirse para ponerse el uniforme del internado.- Además, es para una ocasión especial. Es por el cumpleaños de su hermana.
-¿Gideon tiene una hermana?
-Es pequeña y es un amor. El problema es su madre, que la voy a conocer hoy y solo pensarlo me hace tener escalofríos por todo el cuerpo.
-Eso tiene que ser por la enfermedad de suegritis. Pasa siempre que tienes que conocer a tus suegros, pero bueno, los chicos siempre lo tienen peor con los padres de sus parejas.
-Pues Gideon parece que no tiene ningún problema con mi padre.- Dijo Alex.- Las veces que me ha llevado a casa me ha pedido de hablar con mi padre en persona para que vea que estoy bien protegida.
-¿Y dejas que entre en tu casa?
-Ni de coña.- Alicia volvió a reír, contagiando a Alex y haciendo que varios de sus mechones se salieran de la trenza desordenada que se estaba haciendo.- Alicia ¿puedo preguntarte algo?
-Claro.
-¿Cómo está tu hermano?
Esa pregunta creó un breve silencio. Alicia había dejado por un momento de colocarse sus botas negras con tacón para mirar a una Alex con el rostro inexpresivo y con unos enormes ojos azules brillantes. Alicia tuvo la tentación de contestarle con una pregunta, inquiriendo que por qué no se lo preguntaba directamente a su hermano. Pero prefirió contestarle con normalidad.
-Está bien, Alex.- Contestó ella.- Feliz con Claire. Al final… resulta que no es esa clase de chica que podría romperle el corazón a Rubén.
-No lo sé…- Alex bajó su miraba a sus botas, sin saber qué decir.- Mi sexto sentido nunca ha fallado y me extraña que empiece ahora.
