-¿Qué haces aquí?
-He venido a buscar a mi pareja para la fiesta de disfraces que empieza dentro de quince minutos.- A pesar de que Valeria estuviera en estado de shock por encontrarse a Héctor en la puerta de su casa sin haberle avisado que se presentaría, el joven pasó al interior del piso.- Y no intentes hacerme cambiar de idea. Vas a venir conmigo sí o sí.
El chico avanzó hasta llegar a la puerta del comedor y dejar las bolsas con los disfraces y el maquillaje para prepararse. Héctor había perdido la cuenta de las veces que había estado en esa casa. Ese piso donde vivían Rubén y Valeria hacía ya unos años cuando ambos decidieron independizarse, para Héctor era como su segunda vivienda. Al igual que era el piso de las familias Ortigas. Para cualquier persona podría sonar extraño, pero así de unidas estaban esas tres familias.
Valeria lo había seguido hasta el comedor y el joven pudo detenerse mejor para observar cómo iba vestida. Llevaba un tejano oscuro, con unas botas negras sin tacón y una básica de media manga de color azul marino. No parecía que dentro de unas horas tenía pensado hacer el último golpe junto con su tío Adam. Y aunque Héctor ahora tuviera sus sospechas sobre sí ellos iban a reunirse con aquellos clientes que habían contactado con Adam, él tenía un plan que por mucho que le doliera hacerlo, lo haría. Todo por mantenerla alejada de aquellas personas.
Y al poner en marcha su plan corría un gran riesgo, porque Héctor no había podido olvidar que Valeria tenía en mente terminar con él. Y aunque fuera algo temporal, solo hasta que esa muchacha se alejase de todo ese entorno y no fuera peligroso mostrar su afecto por otras personas, tenía que conseguir alargarlo todo un poco más y no perder de vista a esta chica ni un solo momento hasta que llegase el momento. Y la fiesta de disfraces era la escusa perfecta.
-No tengo disfraz, Héctor.- Replicó Valeria mientras se acercaba al muchacho de ojos esmeralda.- Y no tengo el cuerpo para fiestas, lo siento…
-Tenías.- Corrigió Héctor mientras daba un golpe a la bolsa que escondía el material suficiente para que ambos se disfrazasen.- Te he apuntado a ti y a mí para el desfile de disfraces. Con un poco de suerte destacamos y ganamos algún premio de los que hay.
-¿Desfile…?- Valeria palideció al momento. Héctor sabía que a Valeria no le gustaba llamar la atención. No al menos des de hacía un año, pero este chico iba a comenzar a recuperar a la antigua Valeria fuera como fuera.
-Sí, Val. Hay cinco premios: el disfraz más y menos currado, el disfraz más original individual, por pareja y en grupo. Y como la fiesta se ha organizado de un día para el otro no había mucha gente dispuesta a participar por falta de tiempo para conseguir un buen disfraz. Así que sería bueno que diéramos un poco de caña al desfile con nuestros disfraces. ¿Qué te parece?
-No sé, Héctor… Yo…
-No me puedes decir que no sí todavía no sabes ni de que disfraz quiero que nos disfracemos…- Y Héctor puso en marcha su plan.
Después de pasarse los diecisiete años de su vida poniendo muecas de corderito para dar lástima a su madre y que le dejase tener pequeños caprichos, dar pena a Valeria era tan sencillo como hacerle punta a un lápiz. La joven intentó evitar la mirada de Héctor, pero había cosas que eran imposibles de ignorar. Valeria desprendió un soplido y cogió la bolsa del disfraz con sus ojos azules entrecerrados.
-Está bien. Me disfrazaré e iré a la fiesta contigo, pero que sea la última vez que me haces una encerrona y me pides algo con esos ojos ¿entendido?- Héctor desprendió una carcajada y asintió con su cabeza. Y arriesgándose un poco más de lo normal, se acercó a Valeria y dejó un fugaz beso sobre sus labios mientras comenzaba a sacar pintura de color negra.
-¿Y de qué se supone que vas disfrazado?
-De jugador de voleibol. Vengo hasta con pelota y todo.- Ethan mostró su uniforme de voleibol que se ponía para todos los partidos que jugaba y el balón que había cogido prestado sin permiso del gimnasio del internado.- Y me he puesto mis muñequeras.
El profesor de matemáticas lo miró con enojo. Ethan estaba haciendo trampas, pero iba disfrazado. Así que al profesor no le quedó otro remedio que dejarlo entrar en la fiesta y seguir atendiendo a los familiares y alumnos que iban llegando.
El joven no había quedado con nadie para ir a la fiesta básicamente porque él había anunciado que pasaba de fiestas de disfraces. Pero Ethan sabía que mentiría sí dijese en voz alta que la venganza que tiene planeada Darío para su padre sí éste no se presenta, no le dejó intrigado. Además, no habría podido quedar con nadie porque todos se habían apuntado al desfile de disfraces para animar la fiesta y debían de estar dos horas antes para hacer un ensayo general de la presentación de disfraces. Entre otras cosas también porque todos estaban ayudando a su madre a que todo saliera sobre ruedas y sin dudas los estaba consiguiendo.
El local había quedado genial. A mano derecha estaban los sillones de cuero blanco dónde varios padres y madres tomaban algo y charlaban muy animadamente. Y en la zona oeste, se encontraba la barra dónde había comida para picar y bebidas sin alcohol controladas por más profesores y alumnos que se habían ofrecido voluntarios. Éstos iban disfrazados de camareros, cosa que Ethan pensó para dentro suyo con ironía de que eran muy originales, pero él no era la persona más adecuado para criticar la originalidad de los demás cuando iba disfrazado de jugador de voleibol.
Del techo colgaba una enorme esfera que daba brillo a la sala mientras miles de focos de colores brillaban por todo el local oscuro. Había un escenario que ocupaba todo el fondo del local y dónde se encontraba el hermano de Samantha, la novia de Neal, pinchando I need your love de Calvin Harris y Ellie Goulding. Además, en el centro del escenario había una pasarela con su alfombra de color roja que avanzaba hacia el interior de la sala y que terminaba en unas escaleras dónde bajarían las personas que caminaran por la pasarela. Y por no mencionar el puñado de jóvenes que bailaban en pequeños grupos al ritmo de la música en el centro de la pista.
Ethan esperó encontrarse a sus amigos brincando por ahí como locos, pero no divisó a nadie después de llevar allí cinco minutos observando el ambiente. El joven pensó que ya habrían desfilado porque ya eran las once de la noche y la fiesta había empezado a las diez, pero Ethan supuso que querían mantener el misterio durante un rato y esperar a que llegasen todos los alumnos y sus familiares invitados a la fiesta.
Y así fue hasta que pasó media hora más, y el DJ decidió interrumpir la música y coger el micrófono para comenzar a hablar.
-¡Buenas noches, Dominicas! Ha llegado el momento que todos estábamos esperando: ¡el concurso de disfraces! ¿Cuántos estáis deseando ver a nuestros participantes?- La gente comenzó a gritar palabras que Ethan no era capaz de identificar y a un volumen que parecía que les fuera la vida en ello, haciendo que el joven se avergonzará de conocer a la mitad de personas que estaban actuando como salvajes. Aunque Ethan supuso que eso es lo que ocurre en las fiestas: que la gente actúa de una forma que al día siguiente o bien olvida o que se avergüenza por el resto de su vida.- ¡Empezamos con las parejas! ¿Todos preparados?
Y de nuevo más gritos. Sin duda Ethan no había nacido para este tipo de acontecimientos. Solo podía esperar a ver a sus amigos haciendo los estúpidos con las sobras que quedaban de disfraces del carnaval que encontrarían a última hora. El chico se retiró en una esquina dónde podría ver el desfile a la perfección mientras la canción de Sexy People de Ariadna y Pitbull comenzaba a sonar:
http://www.youtube.com/watch?v=FI-kgW7Srnc
Los focos de diferentes colores se detuvieron y una única luz enfocaba el centro del escenario. En pocos segundos aparecería la primera pareja que desconocía quienes podían ser y que surgirían detrás del telón rojo que colgaba del techo. Instantes más tarde, del lado derecho apareció una muchacha de larga melena rubia que reconoció al momento y como no, un tipo recubierto de tatuajes saliendo del lado opuesto.
De primeras Ethan no entendió muy bien los disfraces hasta que no vio como su hermana esposaba a Gideon con unas esposas de juguete. Alex parecía una zanahoria con ese disfraz de presa que enseñaba demasiada pierna y demasiado pecho. Ethan estaba seguro que cuando su padre la viera vestida así y Gideon cerca de ella, disfrazado de policía –aunque a Ethan le recordó a un piloto de avión con esas gafas Ray-Ban- y siendo arrestado por ella, le daría un ataque al corazón.
Ethan entendió que la originalidad del disfraz de Gideon y Alex es que el preso controlaba al policía, y estaba claro que eso era cierto. Solamente hacía falta ver lo descarado que miraba ese chico a la zona trasera de su hermana mientras desfilaban y eso que Gideon llevaba lentes oscuras. Aunque Alex seguro que replicaría diciendo que es parte del espectáculo.
Finalmente, Alex y Gideon pasearon la pasarela con su estilo particular para hacer morir de envidia que eran una pareja más que original, sensual. La misma canción seguía sonando, y una nueva pareja pisó el escenario y que además, no tenía nada que ver con la anterior. La gente se quedo asombrada al ver a Héctor y a Valeria, que cualquier persona que no leyera o que no fuera amante del cine, Ethan estaba seguro que se pensaría que iban disfrazados de góticos frikies tatuados por todas partes.
Pero para Ethan, que varios de su familia eran amantes de la lectura – sobretodo Ángel, Adam, Diana y Alicia- habían sido obligados a ir el treinta de agosto a ver Cazadores de Sombras. Y justamente era eso de lo que iban disfrazados. Ethan podía imaginarse a Alicia disfrazada de Isabelle con una peluca oscura y su vestido blanco, ya que no dejaba de repetirle que debería de leer más en vez de pasarse todo el día en el gimnasio o con los entrenamientos de voleibol y baloncesto. Pero nunca se imaginó a Valeria y a Héctor embutados en cuero y su piel recubierta de runas.
Y además, aquellos tatuajes que llevaban pintados en la piel brillaban con más potencia a causa del foco que los perseguía a medida que iban avanzando por la pasarela. Héctor cogió la mano de Valeria e hizo que diera una vuelta sobre sus tacones de aguja y que su pelo oscuro girase por el alrededor de sus hombros. Y después bajaron las escaleras para perderse entre la multitud.
Las siguientes parejas que bajaron o bien eran del sexo femenino o masculino. Una de las parejas de chicas iban disfrazadas de monjas sexys, y otras de Mario y Luigi al estilo femenino. En cambio, los grupos de chicos eran más bien aterradores: un par de alumnos iban vestido de pollas andantes –algo que seguro que solamente haría gracia a los alumnos y escandalizaría a los adultos-, y otros más discretos disfrazados uno de un pez y otro de un gato. Supuestamente el gato perseguía al pez, aunque el alumno que iba disfrazado de sardina era más grande que el felino que iba detrás de él.
La última pareja que apareció volvió a ser mixta, y como no eran Neal y su novia. Ethan estuvo a punto de explotar en una gran carcajada, pero sabía que sí hacía cualquier gesto vomitaría. Era tan ridículo ver a Neal, el chico que le puso los cuernos a su novia de príncipe azul y a Samantha de princesa. Ella llevaba un vestido rosa que escondía sus pies –aunque Ethan dedujo que llevaba tacones porque en esos momentos Neal solo le sacaba una cabeza- y una corona en el centro de su cabeza. Y el muchacho llevaba el típico traje de general, con esas medallas de plástico y una espada de plástico colgando en su cintura. Sin duda Neal se arrepentiría por hacer tal ridículo delante de todo el centro por capricho de su novia. Aunque realmente ¿quién no hacía el ridículo en carnaval?
La canción de “Sexy people” había terminado, y había empezado una de Dany Romero conocida como “Motívate”.
http://www.youtube.com/watch?v=xprBj17iZmY
Sin duda, Ethan pensó que el hermano de Samantha no tenía ni idea de lo que de verdad era música, aunque la mayoría de personas del local comenzaron a cantarla a todo pulmón. Los grupos de parejas habían terminado y ahora empezaban los grupales. Las primeras personas que salieron fueron un quinteto de profesores disfrazados de power rangers. Después el grupo de futbol americano del internado, el cuál uno de ellos era negro e iba disfrazado de Michael Jackson, y los demás disfrazados de zombies a su alrededor.
Por el momento los únicos disfraces que le había gustado a Ethan había sido el de Valeria y Héctor, y finalmente el de Michael Jackson con su grupo de zombies – aunque había sido irónico ver bailar a un ídolo para muchos y sobre todo para Ethan, un tipo de estás canciones-. Cuando el muchacho estaba a punto de acercarse a uno de los sillones y sentarse, aburrido de ver a gente hacer el estúpido desfilando por esa pasarela, se percató que un grupo de tres mujeres y un chico, empezaron a caminar por la alfombra roja.
Hubiera dado lo que fuera por no ver a su madre junto con sus dos tías disfrazadas de ángeles. Diana y Daniela llevaban un ajustado corsé blanco que perfilaban sus perfectas curvas y una falda del mismo color que la parte superior que enseñaba demasiada carne. Estaba claro que entre Daniela y Alex iban a conseguir provocar un ataque de sobreprotección a su padre. Por otra parte conociendo a su tío Adam, el muchacho estaría seguro que no le importaría ver a su mujer vestida de aquella manera. En cambio, la entrenadora de voleibol vestía un hermoso vestido blanco estilo cóctel que hacía un bulto en la zona de la barriga de siete meses y que llamaba la atención de forma distinta a sus dos compañeras. Lo único que había en común de sus disfraces es que llevaban unas alas blancas repletas de plumas que salían de su espalda.
Y como no, en el centro Rubén vestido de hombre de negro con sus gafas oscuras y su traje y corbata a conjunto con sus lentes. Ethan tardó un rato en adivinar de que iban disfrazados, pero finalmente le vino en mente la película de Los Ángeles de Charlie y se acordó que las protagonistas eran unas espías que trabajaban para un tipo llamado Charlie que se desconoce cómo es físicamente. Ethan también se acordó que las chicas siempre iban acompañadas de un hombre de negro que era el que daba más comedia a la película, así que ese seria Rubén. Sin duda Las Diosas al Cubo eran perfectas para ir disfrazadas de Ángeles de Charlie ya que ambos grupos estaban compuestos por una morena, una pelirroja y una rubia. Ethan estaba a punto de apostar por el grupo de Rubén que sería el ganador de los grupos, pero después aparecieron su padre y su tío Ángel y Adam, desplazándose por el escenario y las cosas cambiaron.
Sí había sentido vergüenza al ver a su madre tan ajustada de ropa, el bochorno que sintió al ver a su padre disfrazado de camarero sexy fue aun peor. Los tres iban a conjunto con unos leggins marca-paquetes de color negro y brillante, con el pecho al descubierto y una pajarita blanca ahorcándolos por el cuello. Y por no mencionar la ridícula bandeja que llevaban pegado un par de vasos de plástico vacíos. En esos momentos Ethan deseaba que la tierra lo tragase y no le permitiera ver la luz nunca más.
Para suerte del chico disfrazado de voleibol, la canción de Dany Romero había terminado y había empezado a sonar una versión remix de la banda sonora de Piratas del Caribe mientras al mismo tiempo entraban los disfraces individuales.
http://www.youtube.com/watch?v=BoDw0SeFZnA
Por la silueta y la forma en caminar Ethan dedujo que era una chica, pero le fue imposible reconocerla hasta que Alicia no se bajó la capucha de la cabeza. El joven reconoció al momento su disfraz de Robín Hood, con su arco y su traje de verde. Llevaba un antifaz de color verde que ocultaba su identidad, pero su melena pelirroja recogida en una larga trenza la delataba. Y por no hablar de sus ojos dorados que brillaban con las luces de colores que la seguían como sí se tratase de algo más que un héroe para los más pobres.
Ethan esperó un poco de espectáculo por parte de esa chica, que tirase una flecha o algo por el estilo, pero el joven recordó lo vergonzosa que era Alicia y en como gracias a su antifaz se camuflaba ligeramente el rojizo de sus mejillas. Después empezaron a entrar más personas que iban disfrazados de forma individual tal y como había hecho Alicia. Y cuando Ethan se percató que del grupo de sus amigos solamente faltaban por pasear por la alfombra del ridículo Claire y Darío, dos chicos pintados por todo su cuerpo de rayas naranjas y negras y con un taparrabos marrones ocultando su zona inferior, aparecieron en el escenario.
Ethan no reconoció a esos dos chicos. De hecho aparentaban tener algo más de veinte años. El joven pensó al momento en que serían amigos de Gideon, básicamente porque todo lo malo o acoplado lo relacionada con ese chico de los tatuajes. Pero cuando vio que Claire era la persona que llevaba las correas de esos hombres-tigres, su boca se abrió de par en par. Claire dejó que las cuerdas le resbalasen por las muñecas y se arrodillo a un lago de los dos tigres que no tardaron en acercarse a ella y acariciarla con insinuación. El traje de Claire era básicamente cuero marrón que ocultaba su pecho y lo necesario de su entrepierna. Por lo demás tenía cuchillos colgando de su cinturón, unas botas marrones que le llegaban por encima de las rodillas y una ametralladora que le colgaba del omoplato derecho. Y lo que más le llamó la atención al joven: las marcas de un zarpazo tatuado en el centro del abdomen y parte del pecho.
Finalmente, los tigres se alzaron y la subieron a sus hombros para terminar de bajar la pasarela. Ethan jamás pensó que Claire destacaría en sensualidad mil veces más que su hermana y en que sí hubiera un premio por erotismo se lo llevaría sin duda alguna esa chica. La música de Piratas del Caribe siguió sonando y pasaron dos personas más disfrazadas de Cleopatra y de Spiderman que se quedaron cortos después de que Claire y sus dos tigres desfilasen. Cuando Ethan ya daba por finalizado de una vez el desfile de la fiesta, la música se detuvo en seco y las luces se apagaron, haciendo que la gente comenzase a gritar de excitación.
El DJ comenzó a pedir aplausos y al momento el público respondió a pesar de seguir a oscuras. Ethan no apartó la vista del escenario porque sabía lo que estaba por venir. Su amigo todavía no había dado señales de vida y aunque no conociera en persona al padre de Darío, estaba seguro que él no había venido a ver a su hijo. La venganza estaba a punto de comenzar y la canción de I am Sexy I Know It estaba comenzando a sonar con tanta fuerza que estaba reventando los tímpanos de Ethan.
http://www.youtube.com/watch?v=sO2c7ygb5P4
Las luces del escenario se encendieron inesperadamente y en el centro se encontraba un chico disfrazado del robot que sale en el videoclip de esa canción -simplemente era una enorme caja cuadrada y vestido con unas mayas rosas fosfóricas-. Alguien comenzó a cantar la letra de la canción, pero no era el cantante de ésta. Darío había aparecido en el escenario junto con un grupo de cuatro chicos todos vestidos muy parecidos a él. Todos llevaban el pecho descubierto y llevaban cadenas de oro colgando de su cuello. Exceptuando Darío, que llevaba escrito en el pecho “I am Sexy” y en cuanto se dio la vuelta mostrando sus fortalecida espalda el joven pudo leer “I Know It”.
Por lo demás, todos llevan mayas ajustadas y de colores resultones. Las de Darío eran de cebra, pero en vez de ser de los dos colores básicos eran de tres: azul celeste, blanco y negro. Llevaba unas enormes bambas doradas y unas gafas tan grandes que Ethan no entendía como se le aguantaban en la cara.
Pero las gafas de Darío dejaron de tener importancia en el momento en que todos se pusieron en línea, se cogieron de las mayas y se las arrancaron como una segunda piel, dejando al descubierto un tanga de color rojo. Las mayas volaron al público y la parte femenina empezó a gritar frenéticamente. Chicos de diecisiete años que no eran alumnos del centro junto con Darío empezaron a hacer el idiota, poses extrañas que Ethan era la primera vez que veía y un bailecito de lo más descarado, sin hacer entender al muchacho como las partes inferiores de esos chicos seguían comprimidos en esa minúscula pieza.
Hicieron un semicírculo y mientras Darío seguía cantando la canción con un micro que salía de su oreja y llegaba hasta su boca. El robot –que era el único que seguía vestido- empezó a hacer pasos de break dance que dejaron a todos fascinados. Exceptuando claro, a las personas que no estaban desmayadas al ver el escándalo que había creado Darío Castro y que al mismo tiempo había dejado en ridículo su apellido en un internado de tan alto prestigio.