Capítulo 5: Carreras infernales

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-¿Pero qué cojo...?
-¿Ese es Darío?
-Creo que es hora de que le enseñe de una jodida vez un par de cosas al nuevo.- Ethan entró finalmente a la clase y se acercó a la mesa que había ocupado durante todo el curso. El chico se sentaba en la segunda fila en la pared de la izquierda. Era el lugar perfecto. La segunda fila y en una esquina era el sitio dónde podías prestar atención cuando quisieras y también pasar de la clase cuando Ethan ya sabía hacer algo.- Tú, Castro.
-¡Hombre, Ortiga! ¿como van esas agujetas?- Darío le tendió su mano al chico de cabellos castaños, pero Ethan se cruzo de brazos ante el joven.
-Ese es mi sitio.
-No, no es tu sitio.
-Sí, sí que lo es.
-¿Tienes algún documento firmado por un juez del país en que confirme tus palabras?
-¿Pero que narices me estás diciendo? Llevo todo el curso sentándome en este sitio y todo el mundo lo sabe y lo respeta. Así que ya puedes estar buscándote otro sitio.
-Yo no lo sé y tampoco lo respeto, así que ya no es todo el mundo. Te aconsejo que la próxima vez te espabiles en llegar a clase antes que yo, este sitio me gusta.- Darío desprendió una sonrisa que a cualquier persona le hubiera parecido encantadora, pero Ethan lo único que tenía ganas era de reventarla la cara a ese idiota.
-Muy bien. Tú lo has querido.- Ethan cogió las cosas de Darío que descansaban encima de la mesa del muchacho y las tiro al suelo.- Ahora tendrás que levantarte y recoger tus cosas. Yo que tú me daría prisa, todos los rumores que has oído sobre la gente legal en Las Dominicas es mentira. Tus cosas desaparecerán más rápido de lo que te piensas.
-Oh, no importa.- Darío introdujo sus manos en la cajonera que tenía debajo de la mesa y sacó una nueva libreta con un par de bolígrafos.- Tengo de repuesto.- Ethan hizo un ademán de volverlas a tirar al suelo, pero Darío fue más rápido y detuvo su gesto amarrándolo de la muñeca.- Buen intento, Ortiga.
-¡Venga, chicos! Tengo una sorpresa para vosotros.- El profesor de latín ya había entrado en la clase y llevaba en sus manos un montoncito de folios.- Examen sorpresa ¿a qué ha sido una gran sorpresa?- La mayor parte de los alumnos que ya estaban sentados en sus sitios o levantados hablando con otros compañeros refunfuñaron y maldijeron en voz baja, pero Félix soltó una carcajada y pensó que ahora entendía porque los profesores hacían siempre exámenes sorpresa cuando él era alumno.- Vamos, sentaros.
-Ya has oído a tu padre, Ethan Ortiga. Siéntate.
-Lo haré cuando el idiota que ocupa mi sitio me deje hacerlo.
-Sí quieres puedes sentarte encima mío.- Darío desprendió una nueva sonrisa y Ethan apretó los puños a sus lados. Ese chico estaba terminando con su paciencia y las ganas de reventarle la mandíbula no eran pocos, pero su padre se había acercado a su lado y tuvo que resistirse.
-Vamos, Ethan. Siéntate.- Félix le entregó uno de los exámenes sorpresa y el chico lo aceptó. Sintió unas enormes ganas de decirle algo a su padre y así recuperar su sitio. Pero él no era así. Nunca demostraba un comportamiento fuera de lo normal delante de sus padres y mucho menos ante los demás, pero ese joven lo estaba consiguiendo.
El joven bufó y se sentó justo en la otra punta de dónde estaba Darío. Detrás de él se sentó Héctor. Al menos podrían ayudarse con el examen, se consoló Ethan mentalmente, aunque después pensó que eso no le haría falta. Los exámenes de su padre eran demasiado fáciles para él. Quizá era porque se sabía todo el temario de memoria y sabía como a su padre le gustaban los redactados por los comentarios que alguna vez había hablando con su madre mientras cenaban en casa los fines de semana.
La clase se fue llenando poco a poco y Félix esperaba a sus alumnos en la puerta para darles el examen. Todos y cada uno de ellos se quejaba y el profesor les sonreía con picardía. Sin duda su padre disfrutaba con esos exámenes sorpresa. Algo bueno tendría que haberle pasado para que estuviese de tan buen humor. Y a pesar que le daba pereza traducir ese texto en castellano, le alegraba ver a su padre así.
Neal Hernández, el otro nuevo ocupo un sitio cercano al de Darío. Parecía que los dos chicos nuevos se habían hecho muy amigos entre ellos. Pero la llevaban claro sí se querían copiar en uno de los exámenes de su padre. Ethan recordó el momento tan vergonzoso que pasó cuando su padre se subió encima de la puerta y los observaba a todos desde ahí. Por esos tiempos llevaba el pelo bastante corto, hacía solo un par de meses que había terminado la quimioterapia.
Después llegaron Alicia y Claire, y ambas se iban a sentar cerca de dónde eran los sitios anteriores de Darío y Héctor, pero Alicia al ver que lo ocupaba Neal, se dio la media vuelta y se sentó junto con Claire al final de la clase. Cinco minutos más tarde entró la última alumna. Alex Ortiga. El chico observó con sus ojos azules como su padre le echaba una pequeña bronca a su hija y en como Alex le sonreía. Ethan puso sus ojos en blanco y se concentró en su examen.
-¡Oye, tú!- El chico volvió a alzar su vista de su prueba sorpresa y observó como Alex se dirigía a su sitio que había sido ocupado por Claire. Pobre... la que le esperaba.





-¿De verdad se ha puesto así por un sitio?
-La he tenido que mandar a la sala de profesores para que hiciera allí el examen. Menos mal que estaba Ángel y seguro que no le habrá chivado nada.
-Pobre Claire. Entre lo nuestro en el despacho y Alex gritándole en medio de toda la clase, tiene que estar de los Ortigas harta. Menos mal que todavía queda Ethan para darnos algo de prestigio en este internado.- Félix soltó una carcajada y finalmente los dos llegaron a la puerta del seminario de todos los profesores que los estarían esperando
Y así era. Cuando abrieron la puerta todo el claustro estaba reunido con sus desayunos y sus cafés, y cuando vieron a Daniela se sentaron en la silla más cercana alrededor de la enorme mesa rectangular que había en medio de la sala. La chica ocupó su lugar de siempre como directora que era una de las esquinas de la mesa, en el centro y colocó su carpeta encima de la mesa. La directora dio los buenos días y todos los profesores contestaron. Adoraba que lo hicieran. Daniela buscó con sus miradas a sus dos amigas y las divisó en la otra punta de dónde estaban sentados sus maridos. La chica tuvo el impulso de poner sus ojos en blanco, pero se aguantó y comenzó a hablar.
-Como todos sabéis, la semana que viene es la semana de la salud. Este año no están las cosas para traer gente de fuera y que le den las charlas a nuestros alumnos, pero no podemos dejar de enseñarles las “cosas” que el AMPA nos obliga a impartir a sus hijos.
-No entiendo porqué tenemos que hacerlo nosotros.- Intervino Ángel con su tan presente educación.- Todo el tema sobre las relaciones sexuales, drogas, entre otras, son cosas que los chavales ya saben y que los padres deberían de hablar con ellos. Perderemos horas que son clave para preparar los exámenes finales y a los de segundo de bachillerato para selectividad.- Un murmullo entre los profesores se levantó y Daniela alzó su mano para pedir silencio.
-Estoy totalmente de acuerdo contigo, pero yo no soy quién ha decidido esto. Los padres que llevan el AMPA se enteraron sobre que no había los suficientes recursos para pagar las charlas de la semana de la salud y me dejaron bien claro que debíamos de ser nosotros quién deberíamos de darlas.
-¿Y sí no queremos?
-Ese día no será pagado.- Dijo finalmente la directora y las quejas empezaron. Ángel había negado con su cabeza con disgusto. Ella sabía que no estaba intentando fastidiar a Daniela, sino que estaba indignado con la influencia que estaba teniendo ese último año el AMPA sobre las normas y celebraciones en el centro.- La semana de la salud durara un solo día, y será el lunes. Siento avisar con poco tiempo, pero el AMPA me lo informó ayer por la mañana y estuve ocupada con el papeleó de los nuevos alumnos y de la nueva prof...- Daniela buscó a Kate por el claustro, pero no se encontraba presente.- En fin, como iba diciendo, he intentado ser justa y los temas que se tienen que exponer serán repartidos por suerte. He puesto todas los temas escritos en estos papelitos.- Daniela cogió una caja de cartón y se la pasó a Félix, el cuál se había sentado a su lado.- Coged una e id diciendo los temas. Yo los iré apuntando.
Cuando la caja pasó por todas las manos de todos los profesores solamente sobraron dos, uno para Kate y otra para ella. Daniela lo cogió y lo miró por ella. A la profesora de historia le tocaría hacer enfermedades de transmisión sexual. Bueno, era un tema donde no habrían muchos chismorreos y risas, así que sería algo sencillo para la nueva profesora. Daniela fue llamando uno a uno de todos los profesores y ellos fueron diciendo el tema que les había tocado mientras la directora los apuntaba en un papel de su libreta. La chica alzó su vista y miró a Desiré por encima de sus lentes. Tenía la cabeza cabizbaja y no sonreía.
-¿Desiré Watson?
-Trastornos alimenticios.- Dijo la chica alto y claro aunque Daniela percibió el dolor del pasado volviendo a ella enseguida. La directora sintió un pinchazo en su corazón, pero no podía decir nada. No sería justo que se cambiará el tema cuando estaba clarísimamente que a ningún profesor le había gustado el tema que le había tocado. Daniela apunto el nombre y el tema y miró a su amiga Diana. La pobre antes de abrir la boca ya tenía las mejillas enrojecidas.
-Mesuras de protección en las relaciones sexuales.- Daniela no pudo evitar desprender una sonrisa y la mujer pelirroja hizo todo lo posible para ocultar su rostro enrojecido con los últimos exámenes de su asignatura que le quedaban por corregir.- ¿Adam Ortiga?
-Drogas- El chico se encogió de hombros, al menos Adam parecía el más conforme con su tema.
-¿Ángel Ruiz?
-Alcoholismo.- Daniela no levantó su vista, no de inmediato. Primero apuntó su nombre y disimuló mientras otro profesor le decía el tema. Fue rápido, pero vio como el profesor de literatura había apoyado su mentón sobre sus manos que descansaban en la mesa. Su rostro estaba sereno y no miraba a nadie en concreto. Pero había alguien que sí que estaba buscando conectar sus ojos oceánicos con sus verdes.
-¿Félix Ortiga?- El profesor de latín se levantó de su silla y le tendió el papel a la directora, y antes que el chico mencionase en voz alta su tema, ella ya lo había leído en la hojita medio arrugada.
-Cáncer.- Y desapareció por la puerta de la sala de profesores.





-¿Y por qué no te has quejado?
-Porque no quería terminar como tú, haciendo el examen con tío Ángel que es más controlador que papá haciendo los exámenes.
-¡Qué va! Sí me ha ayudado con un par de palabras de la traducción.- Alex desprendió una sonrisa enseñando exageradamente todos sus dientes y sus dos dedos en símbolo de victoria.
-Y luego me dice a mi que no me copie.- Exclamó Héctor con una sonrisa divertida por haber pillado a su padre haciendo trampas. Alex soltó una carcajada y Ethan liberó un ligera sonrisa. Sin duda ese levantamiento de labios solamente podía sacárselo sus amigos, aquellos en los que confiaba y se mostraba (a medias) como era él.
-Igualmente, juro que como vuelva a ver a la bruja del pelo destintado sentada en mi sitio la cogeré por las orejas y le...
-¿Ahora se llama bruja? ¿no era Barbie?- Ethan parecía algo perdido en la conversación mientras Héctor ya no les estaba prestando atención.
Mientras Alex le iba mencionando los diferentes apodos que tenía la nueva alumna de Las Dominicas y el porque la palabra “bruja” era la que le definía mejor, Héctor desvió sus ojos verdes a la barra de la cafetería. Valeria llevaba un buen rato sentada en uno de los taburetes, hablando con Adam. La cafetería ahora estaba tranquila y solamente Rubén era quién estaba repartiendo cafés y limpiando una de las tazas que habían caído cuando Alex se había acercado por sus espaldas y le había gritado alguna barbaridad en la nuca. La joven de cabellos oscuros sacó algo de su bolsillo. Era una foto. Adam la vio y mostró una sonrisa extraña. Era feliz y triste al mismo tiempo, pero la de la camarera era una de las sonrisas más hermosas que un ser humano podría lucir en su rostro.
-¡Que alguien traiga el insecticida, gracias!- Los gritos de Alex acapararon la atención del joven de ojos verdes y se dio cuenta que las palabras de su amiga habían sido porqué Claire se acercaba a ellos junto con Alicia.
-Hola, chicos.- Saludaron las dos chicas al mismo tiempo y ambas rieron por su sincronización. Las alumnas cogieron una silla y se sentaron a un lado del trío que estaba cada uno con sus bebidas, mirándolas cada uno de una forma distinta. Héctor con una sonrisa, Ethan tan insípido como siempre y Alex directamente no las miraba. Tenía la cabeza echada hacía atrás y mirada a Rubén.
-Ahora, vengo. Voy a pedir mata ratas a Rubén.- Y dicho eso, Alex se levantó y fue a buscar a su amigo.
Héctor observó como Alex se acercaba al camarero y le pegaba una cachetada en el culo, haciendo que otra taza se cayera al suelo. El joven desvió su mirada a Valeria, quién suponía que había escuchado el ruido y que ya estaría yendo a limpiar el estropicio de su amigo. Pero no era así. Valeria estaba abrazando a Adam y Héctor se preguntó el porqué de ese abrazo. La camarera le entregó la foto al profesor de arte y antes de guardarla él la miro por última vez.
-Ethan, quiero mucho a tío Félix, pero ha sido un capullo. Solo me sabía seis preguntas de su examen sorpresa.
-Es lo que suele pasar sí nos pintamos las uñas en clase.- Alicia rió el comentario de su amigo, aunque él lo decía muy enserio. Las notas de la chica eran increíbles, pero no era por la constante atención que prestaba en clase.
-¿Al final qué vas a hacer mañana?- Ethan tardó varios segundos al darse cuenta que Claire le estaba hablando a él. El chico frunció su ceño ¿estaba intentado abrir una conversación con él?
-¿Qué voy a hacer de qué?
-Con el partido de voleibol ¿vendrás a jugar?
-No soy el segundo plato de nada.
-Por supuesto que no.- Concordó Claire.- Cuando yo era pequeña solía tener muchos celos de mi hermano mayor, no sé. Él siempre ha sido más perfecto y siempre he pensado que he sido la segunda favorita, el segundo plato. Pero un día mi madre me dijo que no era ni el primer plato, ni el segundo, ni el postre. Sino que era plato único.
-Muy bonito ¿alguna chorrada más que te contó tu madre?
-Ethan.- Alicia le llamó la atención y le miró con mala cara.- Sus padres fallecieron hace dos meses.
El rostro del chico por primera vez dejo de ser un muro sin sentimientos y sus labios hicieron una mueca. El chico miró a la joven de las californianas. Ella se había quedado callada, cabizbaja y Ethan se sintió como un estúpido. Había visto su padre intentando hacer vida normal mientras moría poco a poco, aunque su madre le dijo en confidencia que lo estaba llevando muchísimo mejor que su primer cáncer, gracias a ellos. Y por suerte, con varias tandas de quimioterapia y sin falta de operación, él salió adelante. Pero aunque ese cáncer no hubiera sido uno de los más grabes de los dos que había tenido, había sentido la muerte acariciar a alguien que quería de verdad, a alguien de los pocos que quería en su vida. Y había sido insoportable.
-Lo siento. No le hubiera faltado el respeto a tu madre sí hubiera sabido eso.
-No te preocupes.- Dijo Claire con una sonrisa, aunque su voz había dicho todo lo contrario.- La verdad es que sí es un poco tontería. Somos personas, no platos.- Alicia y Héctor le rieron la broma, y Ethan sonrió a la chica. Había ganado un punto con ella, pero solo por ese momento de solidaridad con la chica por haber vivido algo parecido a lo que él experimentó.
-¿Podemos sentarnos aquí o también te pertenece?- Ethan alzó sus celestes ojos y se cruzó con una mezcla de puntos de color miel y rallas de color chocolate. Al momento el joven entrecerró sus ojos y se cruzo de brazos.
-¿Es que a caso vas a hacerme caso sí te digo que sí?
-No, la verdad es que no.- Darío cogió la silla que había ocupado Alex anteriormente y se sentó entre Ethan y Héctor.- ¡Neal! ¡Estoy aquí!
Alicia al escuchar ese nombre sintió como todos sus cabellos de su nuca se ponían de punta.
<<Oh, no. El niñato ese no.>> Pensó interiormente, pero la chica se removió en su silla, intentando pasar desapercibida del joven que se acercaba a ellos con una despampanante sonrisa.
-Buenas a todos.- El chico cogió una silla y se sentó en una esquina, al lado de la pelirroja del grupo.- ¿Les has contado ya lo de esta noche?
-Quería darte los honores.- Darío mostró una sonrisa llena de diversión a su amigo y Neal en complicidad también se la devolvió.- Pero falta la rubita ¿como se llamaba?
-No hace falta que llames a mi hermana.
-¿Al igual es tu hermana?- El chico de ojos miel y chocolate se demostró sorprendido, al igual que Neal.- Pues déjame que te diga que tu hermana está buenísima ¿no sabrás sí tiene novio, verdad?
-Creo que está con el camarero.- Mencionó Claire, a causa de la escena que había visto esta mañana en su nueva habitación.
-¿Nuestro Rubén con nuestra Alex?- Inquirió Héctor, a punto de caerse de la silla.- Vale, está claro que me he perdido demasiadas cosas.
Todo el grupo se volteó para observar a Alex. La chica estaba saliendo del almacén que había detrás de la barra del bar con un bote de nata y Rubén detrás de ella. La chica tenía una sonrisa de una niña pequeña, sintiéndose poderosa por tener un bote de nata para ella sola. Rubén la llamó y Alex se volteó, pulsando el botón y manchando la mejilla del camarero de nata. El chico de cabellos castaños-rubios le quitó el bote de nata y Alex puso un mohín. Seguidamente el camarero puso sus ojos en blanco y se lo devolvió. Era bastante cómico ver las caras exageradas de tristeza a felicidad de Alex, llenándose toda la boca de esa viscosa substancia repleta de calorías que la joven con todo lo que se movía las quemaba enseguida.
-¡Alex no está con mi hermano!- Aclaró Diana, recuperando la atención de todos. La había fastidiado, ahora el centro de atención era ella.
-¿El camarero es tu hermano?- Le preguntó Neal, mirándola solamente a ella con esos ojos verdes tan intensos y una sonrisa preciosa. Pero Alicia recordó el descaró del chico y se mantuvo seca.
-Ajá.
-¿Y tú? ¿No tendrás novio, no?- Esa pregunta hizo que varias personas del grupo (por no decir todas) abrieran sus ojos como platos y Darío soltará una carcajada.
-¿Y a ti qué te importa?- Diana enrojeció enseguida en su pálida piel, como le solía pasar a Diana cuando alguien le hacía pasar vergüenza.
-Mmm, eso es que no. Normal ¿quién te va querer con esos granos? Uy, perdona, quise decir “pecas”.
-¿Y tú que, eh? ¿Tienes novia? Oh, no, tranquilo. No hace falta que te avergüences delante de tu amiguito Don Perfecto ¿quién va aguantar a un niñato con falta de personalidad que se repite más que la lechuga?
-¡Ey, ey! A mi no me metáis.- Darío alzó sus manos, haciendo un gesto en que dejaba bien claro en que se desentendía del tema.
-La verdad es que no tengo novia.- Informó Neal, mirando directamente a los ojos dorados de Alicia. Su sonrisa no había desaparecido, solamente había aumentando.- Estaba esperando a alguien como tu para amargarle la existencia.
-¡Oh, que bonito!- Exclamó Claire, quién se encontraba entre Darío y Neal. Los nuevos alumnos junto con Héctor rieron la inocencia de la chica de las californianas mientras que Ethan maldecía la presencia de Darío cerca de él, y Alicia negaba con su cabeza.- Lo siento, pero es que es una declaración muy bonita.
-Sí, preciosa.- El sarcasmo de la pelirroja hizo reír de nuevo al grupo y en esos momentos, una nueva integrante que sostenía un bote de nata prácticamente vacío, se acercó a ellos.
-Vaya, pues sí que se ha añadido gente al grupo. Vamos a necesitar más mata rata.- Y esa vez Ethan sonrió. Sin duda su hermana era la adecuada para hacerla reír en los momentos que él deseaba tener un hacha y hacer rodar cabezas.- Ese es mi sitio.- Alex miró la silla que ocupaba Darío y el joven señaló sus piernas con una sonrisa.
-Puedes sentarte encima mío, sí quieres, nena.- Alex se encogió de hombros y aceptó la oferta del chico, haciendo que su mellizo abriera los ojos al máximo.
-Traidora.- Siseó el chico entre dientes y él único que pareció escucharle el comentario fue Héctor, quién reaccionó poniendo sus ojos en blanco.
-Vale, ahora que estamos todos: Neal, cuando quieras.- Darío paso las manos por la cintura de Alex y la empujó hacía atrás para que la chica apoyara su espalda al torso del joven. Alex no se resistió y se adaptó al cuerpo de Darío mientras volvía llevarse el bote de nata a su boca y pulsaba el botón para que saliera más nata de él.
-Vale.- Neal se frotó las manos y se inclinó hacía delante.- ¿Alguien ha oído hablar alguna vez de las carreras infernales?





-Lo siento, lo siento. Dios, que desastre. Perdóname, Daniela, por favor.
-¡Oh, Kate! Tranquilízate. Ya te he dicho a la primera que te perdonaba.
-Ya, pero igualmente me siento tan mal.
-No es culpa tuya. Tú no sabías que teníamos reunión del claustro.
-Lo sé, pero es mi primer día y ya te he fallado. Lo lamento tanto...
-No me has fallado, todo al contrario. Un alumno se me ha acercado y me ha dicho que tu clase sobre la revolución francesa ha sido una de las mejores en todo lo que lleva estudiando aquí.
-¿Y de que curso era?
-De segunda de la ESO... ¡Pero bueno, es tu primer día y ya tienes admiradores!- Ambas rieron y tomaron un poco del café que habían preparado con la máquina de Nestle que tenían en la sala de profesores.
-¿Y qué habéis dado en esta reunión?
-Oh, cierto. Casi se me olvida.- Daniela le resumió rápidamente los acontecimientos de la reunión mientras Kate le escuchaba con atención.- Será el lunes y cada profesor tiene un tema. A ti te ha tocado las enfermedades de las relaciones sexuales.
-Oh, vale...- Las mejillas sonrojadas que esa mujer de cabellos dorados que siempre lucía habían desaparecido por su tono pálido verdadero. Daniela notó como sus hombros se tensaban y dejaba la taza de café sobre la mesa.
-¿Hay algún problema?
-Es que el tema...- Kate puso una mueca de disgusto.- No me acaba de agradar...
-Mi marido ha sufrido dos veces cáncer y le ha tocado hablar sobre ese tema.- Dijo Daniela con una pena que no pudo disimular delante de la nueva profesora. Eso no estaba siendo nada profesional, pero necesitaba hablar y sus dos amigas ya tenían suficiente con sus problemas.- Él me va a pedir que le cambie mi tema por el suyo, pero no lo voy a hacer.
-No quiero cuestionarte, Daniela, pero... ¿no crees que a tu marido no le gustara hablar sobre un tema tan delicado que él mismo ha vivido?
-Lo ha vivido, sí. Y ya es hora que siga adelante. Y la única forma de olvidar cosas que son imborrables es hablar de ello en voz alta de vez en cuando. Félix podría a ver tenido un tercer cáncer y ayer nos dieron los resultado, por suerte en los informes dijeron que era una bola de grasa y no tenía células cancerígenas.
-Me alegro mucho.- Kate acarició el brazo de la directora y ambas se sonrieron.
-Sí, pero siento como él no lo ha... aceptado.
-¿A qué te refieres?
-Bromea sobre su no-cáncer y lo menciona como sí esa posibilidad de que volviera a tener uno lo diera por hecho. Y luego se marcha delante de todo el claustro al decir su tema en voz alta. Algo no está bien en su interior y hablar sobre ello le irá bien.
-¿Y porqué no hablas primero con él?- Le aconsejó la profesora de historia.- En mi familia también han habido personas que han sufrido enfermedades y lo más importante es la comunicación. Poco a poco las personas se... se van cerrando en su propia burbuja y echan fuera a las demás personas.
-Lo sé. Lo viví con él en el primer cáncer.
-¿Y por qué crees que en el segundo no ocurrió?
-Por que no se lo permití.
-Pues ahora que habéis recibido la noticia de un no-cáncer, no dejes que vuele solo, porque sus alas no están curadas y el golpe será igual de fatal como sí tuviera que superar un nuevo cáncer.

Perdona pero, me he encaprichado de ti (Segunda Temporada de PPTVDM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora