—Anastasia, te presenté voluntaria este domingo para repartir los programas en la iglesia. —dijo Papá por sobre su cena.
Yo asentí y forcé otra pieza de pollo en mi boca.
Era casi imposible comer.
Perdí el apetito después de ser arrestada.
— ¿Y cómo estuvo el primer día de regreso? —preguntó Mamá.Pude ver que estaba ansiosa por oír buenas noticias, pero era reticente a
dárselas. Mi plan original era mentir sobre todo, hacerles creer a mis padres que las cosas habían regresado a la normalidad, pero mentir es un pecado. Y se sentía mucho más dulce decir la verdad.Yo alcé las cejas.
—Bueno, recibí el regalo más dulce de un grupo de chicas esta mañana. Un mono naranja, de hecho. Muy parecido al que usé en el reformatorio.
Oliver se atragantó con su pollo.
Papá achicó los ojos.
—Lo usé. Me imagine que se tomaron muchas molestias para encontrar un
traje de mi talla. Pero me metí en problemas por eso con mi profesor del primer periodo, “Medianoche en un Mundo Perfecto”.Mamá, Papá y Oliver me miraron confusos.
—Me refiero al Sr. Grey —expliqué yo, sacudiendo la cabeza— Luego fui
bombardeada a lo largo del día con insultos. ¿Les gustaría oír algunos?—No —dijo Papá quedamente.
Lo ignoré y los conté con los dedos.–Prostituta, perra, puta, furcia, y mi
favorita, nazi fascista. ¿Alguien sabe lo que significa eso?.
Oliver me miró, la boca colgando abierta con incredulidad.—Aún no puedo descifrar las referencias “ramera” y “furcia”. Tomé un voto de castidad en octavo grado. —dije yo—. Recuerdan eso, ¿verdad, Mamá? Túdirigiste esa lección al grupo de jóvenes acerca de la pureza y esperar a estar casados para tener sexo. Yo tomé el voto. No sé de qué estaban hablando estos chicos. Nunca me he desnudado con nadie. —La ira estaba burbujeando, y sabía
que tenía que contenerla.El rostro de Mamá se torno del color de las remolachas. Papá lucía enfurecido, sosteniendo su tenedor en una mano y el cuchillo en la otra como armas. Como si estuviera a punto de batallar conmigo. No pude detenerme.
—Entonces perdí el bus y tuve que caminar las siete millas hasta casa—
continué yo—. ¿Hay alguna oportunidad de que me restablezcan mis privilegios de conducción?—No —dijo Papá. Él me miró con una mezcla de ira y exasperación—.Ahora, ¿quisieras decirnos como fue realmente tu día?.
Yo me ericé.
Él no podía realmente no creerme. ¿Quién se inventaría algo así?
Yo dejé el tenedor en mi plato.—Te dije la verdad. Ese fue mi día.
—Anastasia, dudo seriamente que tus compañeros de clase hayan sido tan
malos contigo —dijo Mamá.—Exacto —acordó Papá—. Sabemos que quieres ser educada en casa y todo, pero mentir sobre la forma en que eres tratada en la escuela no va a hacernos cambiar de opinión. Ambos trabajamos, Anastasia. No podemos permitirte quedarte en casa de todas formas.
No podía creer lo que estaba oyendo. Mis padres estaban en completa
negación. ¿Ellos no tenían ni idea de la forma en que actuaban los adolescentes? Los adolescentes eran malvados. Estaba siendo víctima de los abusones, y mis padres se negaban a creerlo. ¡Sabía que debía haber conservado ese maldito mono!—Ahora, te lo preguntaré de nuevo —dijo Papá—. ¿Cómo estuvo tu primer
día?Me negué a hablar.
—Te hice una pregunta, Anastasia—dijo Papá— ¿Cómo estuvo tu día?.
Sabía que seguiría preguntándome hasta que le mintiera. Y dado que ya
pensaban que era una mentirosa, decidí seguir el juego.
Me mordí el labio inferior y luego tomé una profunda inspiración.—Estuvo bien —murmuré yo.
—Perfecto —replicó Mamá, y tomó un sorbo de su Cola Light.
Yo miré del otro lado de la mesa a mi hermano. Él aún me estaba mirando, pero ya no portaba una expresión de No-puedo-creer-que-mentiste-frente-a-nuestros-padres. Había cambiado. Lucía preocupado. Y enojado. No sabía qué interpretar de ello, y estaba demasiado cansada para intentar interpretarlo. Pedí que me excusaran, pero me dijeron que tuviera algunos modales y me sentara en la mesa hasta que terminaran todos. Así que me senté por el resto de la cena mirando a mis padres comer y oyendo su intrascendente conversación sobre el trabajo y la próxima colecta de comida en nuestra iglesia.
Cargué la cesta de la ropa limpia escaleras arriba a mi cuarto. Estiré el pañuelo en mi cama y aparté el resto de mi ropa. Luego me senté y consideré cómo era mejor doblar el pañuelo. Mientras consideraba un cuadrado y un triángulo, recordé el día en que conocí al Sr. Grey a un lado de la Autopista 28.
Particularmente en su expresión cuando me miró por primera vez. Lo ignoré porqué estaba muy ocupada preguntándome si estaba mirando a un ángel. Pero ahora que sabía que no (a menos que Dios envase ángeles a la Tierra para enseñar cálculo), era libre de contemplar esa mirada.Esa mirada.
Como si me conociese de algún lado pero fuera del todo nueva para él al
mismo tiempo. O como si todo tuviera sentido en ese momento. O como si
finalmente hubiera encontrado lo que no sabía que estaba buscando. Nadie me había mirado así nunca, y sabía que no lo estaba imaginando. Lo vi. Lo vi cuando su rostro se iluminó. Y luego apartó los ojos y murmuró algo sobre apartarse de mi camino para que pudiera trabajar. No sabía qué hacer con ello ahora, o si el tiempo
desde nuestro camino a aun lado de la carretera había exagerado esa mirada en mi mente, pero no lo creía. Creo que le gustó lo que vio, y yo estaba halagada. Y confundida.Miré una vez más al pañuelo. Que sea un triángulo, y oí el crujido de la puerta de mi cuarto.
Oliver metió su cabeza adentro.
—¿Estás bien?
—Vete —dije yo, alcanzando el pañuelo.
Oliver entró y se sentó a mi lado.—Te creo —dijo él—. Sobre tu día. Oí a Braxton llamarte perra y le dije que si no paraba de decir mierda sobre mi hermana, lo golpearía.
Yo sonreí.
—Solo que no puedo creer que dijeras esas cosas frente a Mamá y Papá—
siguió él, riéndose suavemente...
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Grey El Profesor.
FanfictionAnastasia Steel es una buena chica. sólo comete un terrible error en su primer año de escuela secundaria que le cuesta diez meses de detención juvenil. Ahora es su último año, a perdido todo: su mejor amiga , la confianza de sus padres, el privileg...