Capítulo 63. Ojos ampliamente abiertos.

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—Te perdono —interrumpí.

Christian sonrió.

Aunque no se veía feliz.

Parecía triste y derrotado.

—No debí de haber salido en una cita.

—Entiendo por qué lo hiciste —contesté—. Y tienes razón. No es como si pudiéramos hacer pública nuestra relación. Tu madre querría saber con quién estás saliendo. —Bajé la cabeza—. Me gustaría que no fuera tan duro.

Christian se acercó a mí y envolvió sus brazos a mí alrededor.

Me levantó del suelo, me acunó como a un bebé, y me llevó hasta el sofá.

Se sentó con cuidado, sosteniéndome cerca de su pecho, y besó la cima de mi cabeza.

—No será duro por siempre —dijo—. Cumplirás dieciocho y te graduarás. Yo terminaré de dar clases en Crestview. El mundo entero se abrirá a nosotros.

Sonreí.

—Cumpliré dieciocho el próximo viernes.

—Lo sé.

— ¿Te acuerdas?

—Anastasia, ¿crees que soy idiota? Por supuesto que sé cuándo es tu
cumpleaños —dijo.

Acaricié su cuello.

—Quiero decirte un secreto.

—Tú dirás —respondió.

Ahuequé su oreja y me incliné para susurrarle

—: Me gustas desde el primer
día de clases. Es por eso que actuaba tan raro a tu alrededor. —Me aparté y le sonreí.

Se inclinó y ahuecó mi oído, susurrando

—: Lo sé.

Golpeé su brazo.

— ¡Christian!

Se rió entre dientes.

—Lo sé porque me sentí de la misma manera.

—Entonces, ¿por qué esperaste tanto tiempo para decírmelo?

—No es exactamente la cosa más fácil de hacer, Anastasia. Quiero decir, lo que estamos haciendo aquí es… peligroso. Pensé que tal vez mi atracción hacia ti se desvanecería con el tiempo, y por eso no dije nada. Casi que lo quería así porque sabía lo difícil que sería.

—Pero entonces, ¿por qué hiciste todas esas cosas buenas para mí si estabas tratando de no sentirte atraído?

Christian se rió entre dientes.

—Porque es imposible no sentirse atraído por ti. No pude evitarlo. Todos los días después de la escuela, resolvía empezar de nuevo en la siguiente clase, ignorar lo hermosa que eras, tratar de no ser afectado por ti. Y
entonces entrabas a clase el día siguiente, y mi decisión se fundía en la nada. Me sentía impotente, pero no de una manera frustrada. Me gustaba la sensación. Todavía me gusta la sensación.

Sonreí y me senté en su regazo.

—Me alegra que tu voluntad se derritiera en nada.

—Yo también. Porque no podía imaginarte no estando en mi vida. —Tomó mis manos y las sostuvo con las palmas hacia arriba—. ¿Te acuerdas cuando limpié tus manos?

—Sí.

Se inclinó y besó mis palmas abiertas.

—Fue ahí cuando realmente supe que no había vuelta atrás. —Trató de besar mis manos otra vez, pero las coloqué a ambos lados de su cara y en su lugar lo hice besar mis labios—. Nunca te menospreciaré de nuevo, Anastasia—dijo en mi boca—. Te lo juro.

Grey El Profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora