Capítulo 19.

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Me detuve en su puerta antes del almuerzo esforzándome para oír los
rítmicos acordes pulsando bajo y regular desde su ordenador.

La canción era melosa y monótona –subestimada sofisticación –y yo pensé que debería estar teniendo una conversación intelectual con alguien mientras sonaba.

Quería estar con el Sr. Grey, pero el 59% de mi examen de matemática sugería que la conversación sonaría más así:

—Anastasia, hay clases especiales para estudiantes como tú.

—¿Huh?

—Necesitas estar en una clase especial para matemática.

—No entiendo.

—Exactamente.

Consideré alejarme.

Estaba extra nerviosa por estar cerca del Sr. Grey desde el incidente de la toallita humeda. Aún no podía entender qué estaba haciendo él. Había sido tan sencillamente remoto y distante como lo era después
de las semanas que siguieron a mi almuerzo en Moe’s.

Adelante y atrás.

Adelante y atrás.

Me estaba dando dolor de cabeza.

En cualquier caso, necesitaba ayuda. No podía reprobar matemática. Tenía que graduarme, así que me empujé por la puerta antes de que perdiera los nervios.

Él levantó la mirada de la montaña de papeles que tenía frente a él, tirando
despreocupadamente su lápiz sobre el escritorio. Como si todo en lo que hubiera estado trabajando no tuviera importancia de pronto.

—¿Qué ocurre, Anastasia?

—Es obvio que no entiendo nada —dije yo, dejando de un golpe mi examen frente a él. —No soy estúpida, sin embargo. Quiero decir, solo porque no entiendo derivados no significa que sea una maldita idiota.

Cambié el pie y colgué mi cabeza bajo, mordiéndome nerviosamente el labio inferior.

—Nadie dijo que fueras una idiota— respondió el Sr. Grey, apagando la
música.

Levanté la mirada y vi una leve sonrisa en su rostro. Encantada de que me encontrara asombrosa.

—Bueno, un 59% seguro que se ve estúpido —dije malhumoradamente.

—Lo mejoraremos —dijo.

—¿Cómo?

—Voy a empezar clases de tutoría la próxima semana los martes y los
jueves— respondió.

Me mordí el labio inferior más fuerte. ¿Cómo podía quedarme después de la escuela? No tenía forma de llegar a casa y no podía pedirle a mis padres que me llevaran a casa. De todas formas, ambos trabajaban y no podrían hacerlo.

Negué con la cabeza y me encogí de hombros.

—Oh, bueno —De nuevo con
las lágrimas instantáneas. Tenía una mención por ser una descontrolada emocional cerca de este tipo.

—¿Qué significa eso?

—No puedo quedarme después de la escuela. No tengo forma de regresar a casa— Mi labio inferior tembló.

—Hmmm —Él se bamboleó en su silla y se rascó la mejilla. —Bueno, no
puedes suspender en cálculo o no te graduarás. Y sospecho que quieres graduarte y largarte de aquí —Me miró con expectación.

Asentí, luchando contra las lágrimas. Pensé en el juego de fútbol de Oliver
este fin de semana y en lo aburrido que sería. Listo. Eso pareció funcionar. Sentí que mis ojos se secaban.

—No te preocupes, Anastasia —dijo el Sr. Grey. —Ya se me ocurrirá algo.

—¿Cómo?

—No te preocupes por ello, solo déjamelo a mí —respondió, luego tomó un sorbo de su Crush de naranja.

Sonreí.

—Nunca he visto que nadie de más de once años tome Crush de naranja.

—Bueno, mis amigos en la Universidad me lo echaron mucho en cara —respondió. —Aparentemente, en la universidad bebes lattes helados. Eso es lo que haces.

—Anotado —dije.

El Sr. Grey se aclaró la garganta y bajo la mirada a los papeles en su escritorio. Lo tome como una señal para irme. Me volví, entonces me congelé por sus palabras.

—Tengo algo para ti —dijo.

—¿Sí? —pregunté, volviéndome para encararlo. Él rebuscó en su bolsa de
mensajero.

—Sí. Solo dame un segundo para que lo encuentre…

Me quedé de pie nerviosamente tirando de los botones de mi camisa. Mi corazón y cerebro aniñados pensaron que tal vez sería una flor o una caja de chocolates. Era una idiota, ¿está bien?

—Aquí está —dijo, y sacó un CD.

Me lo pasó.

—Recordé que dijiste que no
pudiste conseguirlo en internet. Pensé que querrías escuchar “Medianoche en un Mundo Perfecto” dado que parecía darte curiosidad.

Me sonrojé, agachando la cabeza para que no pudiera verme. Esto era mucho mejor que chocolates o una flor.

—La escuché —susurré. —En clase de computación. —No tenía que decirle
eso, pero quería hacerlo. Quería oír su reacción.

—¿Oh? ¿Cuando se suponía que tenías que estar trabajando? —La pregunta
salió como una flácida amonestación.

Y esa era la reacción que yo quería.

Negué con la cabeza.

—Terminé mi trabajo primero. —Levanté la mirada hacia el Sr. Grey.

—¿Y qué te pareció? —preguntó.

Su mirada me incomodó e hizo que me excitara extremadamente. Quise saber lo que estaba pensando, pero no me atreví a preguntar. Parecía extremadamente privado y fuera de los límites.

—¿Te gustaría quedarte el CD por un tiempo? —preguntó.

—¿No lo echará de menos?

Negó con la cabeza.

—Tengo un iPod.

—Está bien. Gracias —respondí, y metí el CD a resguardo en mi bolso. —¿A quién estaba escuchando cuando entré?

—A DJ Premier —respondió.

—¿Otro DJ?

—Uh, huh.

—¿Cómo se llama la canción?

—"Enseña a los niños" —dijo con una sonrisa.

—Tiene que estar bromeando.

El Sr. Grey se rió.

—No lo hago. La canción se llama “Enseña a los niños”.

—¿Y qué? ¿Eso es, como, inspiración para usted cuando tiene que planear las lecciones?

Él ladeó la cabeza ligeramente y me consideró.

—Eres graciosa. Y sí, tal vez es
una inspiración.

Juro que sus ojos quemaron hoyos en mi rostro. Él era tan… intenso. Pero una especie calma y estable de intensidad, si tal cosa podía existir.

Yo me quedé de pie incómodamente, esperando que me despidiera.

—Deberías ir a almorzar, Anastasia— dijo, una sonrisa vaga jugueteando en sus labios.

—¿Debería?

—Mmhmm.
—Está bien. —Me volví para irme.

—Te veré mañana.

—Mmhmm —fue todo lo que pude decir...

:_


Perdón si tarde ...e estado un poco ocupadisima .

Grey El Profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora