Capítulo 15.

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— ¿Cómo se llama su novia? —Le pregunté.

— ¿Qué novia?

Fruncí mis cejas, y él sonrió.

— ¿Por qué le dijo a la clase que tenía una novia? — Le pregunté.

— Porque eso es lo que querían oír, — respondió. Su mirada era penetrante, y traté de pensar en algo menos íntimo para discutir.

— ¿Por qué tiene toallitas húmedas en su escritorio? — Le pregunté.

— Sabes que vas a estar bien, —respondió, haciendo caso omiso de mí pregunta.

Mi respiración se aceleró, y no pude ocultar el rápido ascenso y caída de mí pecho. Me hubiera gustado que fuera invierno y que hubiera estado envuelta en un pesado abrigo, pero incluso entonces, temía que podría ser capaz de ver el palpitar de mi pecho, mi delicioso terrorífico pánico.

Negué con la cabeza.

—Yo no lo creo.

Apreté su mano, y él la abrió, ahuecando mi mejilla con la toallita que había utilizado para limpiar. Debería haberme reído de lo tonto que se sentía, pero sabía que era sólo porque él estaba tratando de acariciar mi piel, y la toallita estaba en el
camino.

—Vas a llegar tarde a clase, Anastasia, — dijo, y como si su voz fuera la señal, el timbre sonó, rompiendo el encantador momento.

Se puso de pie y caminó hacia la papelera, tirando la toallita antes de girarse hacia mí una vez más.

—Tengo toallitas húmedas en mi escritorio porque nunca sé cuando voy a necesitar una de ellas, — dijo.

— Oh.

— Puedo hacer que se detenga, —dijo.

— ¿Qué quieres decir?

— El... acoso.

Agarré mis libros y me levanté.

— No. No hay nada que pueda hacer, —le dije, caminando hacia la puerta—Ellos se cansarán con el tiempo.

— No es justo, —dijo Grey. —Yo puedo hacer algo al respecto.

— No, Sr. Grey, — dije. —Por favor, no lo haga. Lo único que hará será
empeorarlo.

Parecía enojado, pero no conmigo. Parecía enfadado porque sabía que yo estaba en lo cierto. No había nada que realmente pudiera hacer. Se acordaba de la escuela secundaria. Él conocía las reglas, justas o injustas.

— Te voy a dar un pase de tardanza, — dijo, caminando hacia su escritorio y garabateó su firma en un papel de color rosa. Lo tomé, abrí la puerta, y me escabullí sin decir palabra.

Me miré las manos en todas las clases durante el resto del día repitiendo los cuidados del Sr. Grey.

Él tenía que saber que había sido inapropiado. ¿Por qué me había tocado de esa manera? ¿Y por qué lo dejé? yo podría haber dicho que no. Podría haberme alejado. Pero no quería. Quería que limpiara mis manos, que me dijera cosas
amables, que me hiciera reír.

Me di cuenta de que el Sr. Grey era uno de los únicos hombres buenos en mi vida en este momento.

¿Tenía sentido eso?

¿Y estaba él tomando ventaja de ello?

___ * * *___

— Tengo una propuesta para ti.

Vi a una chica alta, de cabello largo y negro dejando su bandeja del almuerzo descuidadamente sobre la mesa frente a mí. Algunas de sus verduras al vapor volaron fuera de su contenedor, aterrizando frente a mí con un golpe húmedo. Miré a mis propias verduras y decidí que no tenía hambre.

— ¿Quién eres tú? —Le pregunté.

— Soy Avery — respondió, abriendo el batido de leche y chocolate. Ella
sonrió y le dio un trago, luego fue directa al grano. —Está bien, te he estado observando en las últimas semanas.

— Espeluznante.

— Totalmente, pero sólo escúchame. Te he estado observando, y sé que no tienes ningún amigo. Y sé lo que está pasando contigo.

— ¿En serio? — Me moví nerviosamente en mi asiento.

— Mmmm. Cometiste un gran error y estás en serios problemas con tus
padres, y ahora no se te permite hacer ni una cosa, ¿verdad? No te van a dejar fuera de su vista. ¿Estoy en lo cierto?

— Um . . .

— No puedes conducir. No puedes ir a ninguna parte, excepto a la escuela y la iglesia. Te he visto en la iglesia, por el camino. La gente sigue preguntando cuándo vas a volver al grupo de jóvenes.

— Nunca, —le contesté.

Avery se rió.

— ¿Por qué no te conozco? — Le pregunté. — Quiero decir, si vas a mi iglesia y todo eso.

—Mi familia se mudó aquí hace un año, y mientrastanto, tú estabas
recogiendo la basura en las carreteras, asistiendo al grupo de jóvenes en tu iglesia y aprendiendo todo acerca del desviado comportamiento.

— Hmm. Así que supongo que ya sabes mi nombre, ¿y es por eso que no te tomaste la molestia de preguntar?

— Oh, sé exactamente quién eres. Eres Anastasia Steel, la chica que se colocó, robó una tienda de alimentación, y se fue al reformatorio durante diez meses, —dijo Avery. — Eres la chica que evitó la cárcel por los pelos. Suertuda.

Era cierto. Estaba a unos pocos meses de mi decimoséptimo cumpleaños
cuando fui condenada, la edad a la cual los adolescentes son juzgados como adultos en Georgia.

Suspiré y puse los ojos en blanco.

— Oye, no hay juicio aquí, —dijo Avery, levantando sus manos.

— Una vez, —murmuré. — Una maldita vez.

— Sólo se necesita una vez para que tu vida termine, Anastasia. Pero creo que puedo ayudar, —dijo Avery.

— ¿Por qué quieres ayudarme? — Miré alrededor de la cafetería. —
Probablemente no deberías estar sentada conmigo, en realidad. La gente puede empezar colocar notas de odio en tu armario.

— Como sí me importara, —respondió ella con ligereza. — Ahora escucha.
Creo que esto... —ella movió su dedo índice hacia atrás y adelante entre nosotras dos — ...podría ser de beneficio mutuo. — Movió sus cejas.

—Uh huh. — No tenía ni idea de lo que estaba hablando.

—Yo no tengo amigos, la verdad, porque no me molesté en hacerlos en el año pasado. Tú no tiene amigos porque eres una criminal...

Grey El Profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora