De alguna manera, supongo que por la gracia de Dios, me las arreglé para
levantar mi nota de cálculo a una “B”. Así que dejé de ir.Hubiera dejado de ir a tutoría, independientemente, pero al menos mi promedio actual mostraba que
empezaba a comprender mejor los conceptos.Además, siempre estaría Jacob para
ayudarme si me quedaba atrás de nuevo.Él lo ofrecía cada dos días.
Es curioso cómo se acercaba a mí en mi casillero en el momento exacto en que pensaba en él.
—Hola, Anastasia—dijo, cambiando su mochila de un hombro al otro.
—Hola —contesté, en cuclillas en el suelo y embalando mi propia mochila
—Mi mamá quería que te dijera que le gustó mucho ese arreglo floral que
hiciste —él dijo—. Iba a enviarte una tarjeta de agradecimiento pero insistió en que te dijera en persona.Sonreí.
—Me alegro de que le gustara.
—Eres muy buena en eso, ya sabes —dijo Jacob— ¿Alguna vez pensaste en una carrera en plantas?
Me reí entre dientes.
—Eso sonó tan estúpido —murmuró.
—Me gusta la botánica, de hecho —le dije—. Y sí, he pensado en una carrera en plantas. Específicamente sería como tener mi propia tienda de flores.
—Me puse de pie— ¿Creciste?Él se rió entre dientes.
—Te has dado cuenta. Y sí. Dos pulgadas desde el comienzo de este año.
—¡Oh, Dios mío! ¡Eso es una locura!
—Y extraño. No crecí en todo el año pasado —respondió.
Me puse de puntillas y nivelé mi mano sobre mi cabeza, guiándola hacia Jacob.
Golpeó justo debajo de su hombro.
—Santo cielo. Vas a tener que conseguirte una mujer alta que se nivele con todo eso.
Jacob se movió incómodo.
—No sé si me gustan las chicas altas.
—¿Por qué no? Las chicas altas son modelos —le contesté.—Eh. —Se encogió de hombros, y me reí— ¿Trabajas hoy?
—Nope. Sólo vuelvo a casa.
—¿Piensas que tus padres te permitan tomar un café conmigo? Quiero decir, si quieres —dijo.
Lo consideré.—¿No hay drogas en tus bolsillos?
—Ni una sola.
—¿Ni pistola tranquilizante en tu mochila?
—La dejé en casa.
—Entonces creo que estaría de acuerdo con esto. Tengo que llamar primero —le dije.
Él asintió y esperó por mí cerca de mi casillero.
Caminé un poco más abajo en la sala para realizar la llamada.
Me estremecí cuando vi al El Sr. Grey a la vuelta de la esquina. Habían pasado tres semanas, pero todavía me sentía herida.
Y ridícula.
Sobre todo me sentía ridícula.
Se detuvo frente a mí.
—Buen trabajo en tu examen de hoy, Anastasia.
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Grey El Profesor.
Fiksi PenggemarAnastasia Steel es una buena chica. sólo comete un terrible error en su primer año de escuela secundaria que le cuesta diez meses de detención juvenil. Ahora es su último año, a perdido todo: su mejor amiga , la confianza de sus padres, el privileg...