Capítulo 10. Nota de agradecimiento

1.1K 138 3
                                    

Me sorprendí cuando Oliver se deslizó en un banco a mi lado.

El conductor del autobús gritó para que todos se apresuraran a sentarse. Ya estábamos atrasados en la agenda.

— ¿Estuvo mejor hoy? —preguntó Oliver.

— ¿Qué? ¿Mi día?

Oliver asintió.

Yo bufé.

— De color de rosa –dije yo.

— ¿Qué ocurrió?

—Bueno, kate no se sentó a mi lado en el almuerzo, y luego después del
almuerzo, abrí mi casillero y un montón de arena se desparramó por todas partes—dije yo.

— ¿Cómo es eso? Tienes un candado —respondió Oliver.

—Uno malo aparentemente — dije yo—. O un chico que trabaja en la oficina está pasando a alguien la información.

Oliver suspiró.

— ¿Por qué no solo huimos?

Yo me reí.

— ¿Tú y yo? Nos mataríamos. Y de todas formas, ¿por qué estás
deseando empacar y dejar la ciudad?

—Como si te fuera a decir —murmuró él.

—Bueno, ya has dejado entrever algo. Aludiste a ello.

Oliver suspiró de nuevo.

—Está bien.

—Deja de suspirar y dime —demandé yo.

—Creí que Kim ya no estaba saliendo con Daniel —dijo él quedamente.

—Ohhh —me moví en mi asiento—. Bueno, si has oído un rumor, sabes que no es verdad. Los rumores rara vez lo son.

—¿No lo son?

—¿Soy una prostituta? —pregunté yo.

—No lo sé. ¿Lo eres? —preguntó Oliver, y sonrió.

Yo le golpeé el brazo.

—Eres un cabeza de trasero.

Él se rió y negó con la cabeza.

—Realmente me gusta.

—Sé que es así. Te ha gustado por dos largos años.

—Daniel es un verdadero tonto —murmuró Oliver, cerrando las manos en puños.

—Sí, lo es —No conocía a Daniel para nada, pero estaba de acuerdo con mi
hermano porque estaba sufriendo. Si él hubiera dicho que Kim era una perra estúpida, también habría estado de acuerdo en eso.

—¿Cuándo crees que podrás conducir, Ana? —preguntó Oliver—. Esto del
autobús apesta.

—Lo estoy intentando, Oliver. De verdad. ¿No puedes ver lo duro que he estado trabajando?

Oliver asintió.

—¿Qué ocurre con Mamá y Papá?

—Se llama castigo brutal —respondí yo.

—Sí, ¿pero no era para eso la detención?

—Eso era castigo del estado. No de Mamá y Papá. —aclaré yo.

Oliver suspiró. De nuevo.

—Nunca tendrás tu coche de nuevo.

Yo envolví mi brazo alrededor de su hombro.

—Oh, seguro que lo haré —dije
airadamente—. Probablemente cuando me gradué.

Él bufó.

Grey El Profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora