Capítulo 4.

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-Nop.

-¡¿Me dirá simplemente qué color es?!.-grité, revisando la hora en mi
teléfono una vez más.

-Azul. Y dice “Cálculo”. Sabes que estudiarás cálculo este año, ¿cierto?

Yo quería estrangularlo.

-Sé leer.-espeté, y levanté el libro. Apunté al título.-¿Quién pone un título tan pequeño en un libro?.

y lo metí en mi mochila.

-Tengo que anotar el número de tu libro.-dijo cuando abrí la puerta de la clase.

-¿En serio? Llegaré tarde. ¿No podemos simplemente hacerlo mañana?.

Él respondió mi pregunta con la tarea.

-Páginas once y doce. Muéstrame tu trabajo o no tendrás el crédito.

-De acuerdo.-dudé en el umbral por milisegundos antes de correr por el
pasillo.

Perdí el autobús.

Lo observé salir del estacionamiento justo cuando salía del edificio. Escupí una retahíla de malas palabras incluyendo la palabra con “J”, que
raramente decía mientras me desplomaba sobre un banco de madera. Estaba en el medio de llamar a mi madre cuando rápidamente colgué. Me di cuenta de que no
quería que mi mamá me viniera a buscar. Ni pi papá. Pensé en Kate, y luego recordé que los padres de Kate ya no la dejarían asociarse conmigo. No había nadie más. Mi hermano menor no era lo suficientemente mayor como para conducir. Era lo suficientemente mayor como para ser un completo imbécil, pero no para conducir.

Acerqué mi mochila a mi pecho y miré fijamente hacia delante. Podía caminar los once kilómetros hasta casa. Sería un buen ejercicio, me daría tiempo para darle vueltas a mi fantástico primer día de colegio. Podía hacer autostop y esperar contra todo pronóstico que un gran asesino me llevase y me ayudase a desaparecer del mundo para siempre.

Podía simplemente sentarme en este banco y ver cuánto les tomaría a mis padres encontrarme. No estaba segura de esta última. Puede que ellos me dejasen en este banco durante días y días, y nunca sería capaz de recuperarme de eso.

Observé a “Medianoche en un Mundo Perfecto” caminar hacia el estacionamiento de la facultad antes de que me viera. Se detuvo en mitad del paso, y decidió acercarse.

Me tensé inmediatamente.

-Todavía estás aquí.-dijo.

Su bandolera colgaba de su hombro y atravesaba su pecho. Vestía pantalones y una camisa con corbata. El atuendo típico de profesor, excepto que su ropa era ajustada y con estilo, y vestía las mismas Converse All Stars rojas que vestía aquel día en la cuneta de la Carretera 28.

Asentí.

-¿Perdiste el autobús?.-preguntó.
Obviamente.

Volví a asentir.

Suspiró y se sentó junto a mí. No estaba esperando eso y no me gustó. Se sentía mal.

-Soy Christian Grey.-dijo, sacando las llaves de su coche de su bolso.

Sonreí a pesar de mi agitación. No pude evitarlo. Fue una sonrisa que sugería un secreto, y él lo notó.

-¿Qué?.-preguntó.

Negué con la cabeza.

-Sólo que he estado poniéndote diferentes apodos hoy porque no sabía tu nombre real.

Él sonrió con suficiencia.

-Tengo miedo de preguntar.

-No, nada malo ni irrespetuoso.-expliqué.

Grey El Profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora