Capítulo 50.

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No quería vestir la falda como una invitación, pero lo tomé de todas formas.

Un reto.

Pensé que sería una sutil imprudencia, de una forma controlada.

Imposible para cualquier otro, pero él podía hacerlo.

Todo el mundo estaba trabajando en grupos o en parejas en los últimos
quince minutos de la clase, y el salón resonaba con las bajas charlas y las risitas.

Yo me quede en mi asiento porque nadie se ofreció a trabajar conmigo.

El Sr. Grey circuló por el salón a veces antes de caminar y ponerse frente a mí asiento y tumbando mi cuaderno al suelo frente a mis pies. Se agacho para recogerlo, se agacho por unos cuantos segundos mientras yo abrí mis piernas para que le diera una idea de mi ropa interior.

Culpo a ello a la depilación brasileña.

El Sr. Grey se levantó y me devolvió mi cuaderno.

—Lo siento, Anastasia. Soy torpe.— dijo, entonces se movió hacia el grupo detrás de mí.

Podía sentir la sangre corriendo por mis mejillas. Me ruborice mil veces por el Sr. Grey, pero esta vez fue insoportable. Mi cara literalmente dolía, y no quería saber que tan roja estaba. Me concentre en mi respiración, y leí las páginas del libro de matemáticas una y otra vez hasta que la sequedad del material drenó el color de mi cara.

La campana sonó y me sobresalté.

—Anastasia, tengo una carta de tus padres.— dijo el Sr. Grey —Quédate un minuto.

Revolotee cerca de su escritorio mientras los últimos estudiantes salían. Él se sentó y me miró.

—Ven aquí.— dijo. Yo caminé hasta quedar frente a él —.Has estado muy
traviesa, ¿sabes?.

Mi corazón se aceleró.

—Me mostraste tus braguitas rosas en clases cuando sabías que no podía
hacer nada.

No puedo respirar.

—Creo que necesitas unas nalgadas, Anastasia. Empezando por ser una chica mala.

—¡Sr. Grey!

Se rió entre dientes.

—Bien, ¿qué me darás entonces? Tú fuiste traviesa. No puedo solo dejarte salir de aquí.

Lo pensé por un momento, entonces gire mi cabeza hacia la puerta. Nadie venia hacia aquí.

No había nadie espiando por la ventana de la puerta. Me volteé hacia el Sr. Grey y tomé su mano. La puse bajo mi falda, colocando sus dedos en mi entrepierna para que sintiera la tela de mis bragas. Yo había sido tocada aquí solo una vez. No me gustó entonces, pero me gustaba ahora.

Movió sus dedos hacia atrás y me frotó mientras me miraba a la cara. Su toque fue ligero al principio que casi me daba cosquillas. Pero luego aumento la presión y un gemido se escapó de mis labios.

Salté hacia atrás.

¿Qué demonios estaba haciendo? ¡Estábamos en la escuela!

Aclare mi garganta mientras me acomodaba la falda.

—¿Dijo que tenía una carta?

El Sr. Grey sonrió.

—Mmm. ¿Dónde la deje?— cruzó las manos sobre el estómago y se apoyó en la silla.

Estaba avergonzada por mi atrevimiento, avergonzada de que el ejerciera un poder que obligó a mi sensualidad. Quería golpear su sonrisa de suficiencia fuera
de su cara.

—¡No soy la traviesa! ¡Eres tú!— solté, y me di la vuelta para irme.

El Sr. Grey rió fuerte, entonces aclaro su garganta cuando la puerta del salón se abrió.

La asistente principal entro.

—Así que asegúrate de que tus padres reciban la carta, Anastasia.— dijo
mientras yo recogía mis libros.

—Sí, señor.— respondí.

—Anastasia, necesitas apurarte. La campana ya va a sonar.— dijo la Srta. Jackson.

—Sí, señora.

Le eché un vistazo al Sr. Grey, quien tenía el rostro ilegible, y me apure
para salir del salón, haciéndolo hasta Ingles justo antes de que sonara la campana.

Estaba sonrojada y temblando, mortificada de que casi nos atraparan.

Que estúpida ¿Cómo podía dejarlo tocarme en la escuela?

Pero no podía negar la adrenalina.

Estaba aterrorizada cuando la puerta se abrió, pero al mismo tiempo, me gustó la idea de estar cerca de ser atrapados, con la amenaza de que nuestro secreto fuera descubierto.

Tenía que reflexionar en Ingles y tratar de entender por qué la imprudencia era tan atractiva para mí ahora.

Nunca había sido así antes de empezar a ver al Sr. Grey.

Y no era como si el Sr. Grey fuera una persona que tomara riesgos. Está bien, eso no es completamente verdad. Él había tomado un poco de riesgo al salir conmigo.

De repente me di cuenta de que no era diferente. No era más que una persona que tomaba riegos. Una persona que tomaba riesgos mostrando bragas salvajemente.

¿Qué demonios estaba pasándome? ¿Y por qué me gustaba...?


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Tambien tengo unas bragas rosas señor Grey...

Grey El Profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora