—Pronto, Anastasia —contestó Christian—. Pero hoy no.
—¿Porque mi aliento huele a ajo?.
Se rió.
—No.
—Estaré asustada —dije—. Cuando me beses.
—Yo también —respondió.
—Pero quieres besarme, ¿verdad?
—Más que nada, Anastasia.
Me balanceó juguetonamente de lado a lado, y relajé mis piernas, dejándolas mecerse como fideos cocidos.
—Me gustas mucho —dije, descansando el lado de mi cabeza en su hombro.
—Eso es bueno —respondió Christian—. Porque me gustas mucho, también.
Lo abracé con más fuerza, y me apoyó contra la encimera, sentándome y se
colocó entre mis piernas abiertas.Se quedó allí por un momento, con sus manos apoyadas en mis caderas, estudiándome.
—Tienes una piel hermosa —dijo después de un tiempo—. La más bonita que jamás he visto.
—¿La tengo?
Sonrió.
—Sabes que la tienes. Y sí, es como la porcelana. —Tocó mi mejilla—Nunca te broncees o algo por el estilo. No arruines tu piel.
Fruncí mis cejas.
—Eso es una cosa extraña por decir.
—No, no lo es. Sólo te estoy dando un consejo.
—De acuerdo, Marie Claire —bromeé.
—¿Quién es ella?—Eres tan chico —dije, riendo—. Es una revista de chicas. Acerca de moda y relaciones y cuidado de la piel y esas cosas.
Asintió y abrió el armario de encima de mí.
Sacó un tazón y me lo pasó, luego
se dirigió a la despensa por la caja de Trix.—Para niños, ¿cierto? —pregunté juguetonamente, tomando la caja.
—No es divertido —dijo Christian—. Nada acerca de ti es infantil.Me retorcí, sintiendo una oleada de algo no muy infantil entre las piernas.
Christian me vio llenar mi tazón hasta el borde con cereal, y cuando eché la leche, algunos Trix se derramaron por los lados, esparciéndose sobre la encimera.
—Lo siento —dije, y los atrapé.
—Está bien —dijo, y los recogió, metiéndolos uno por uno en mi boca—.Planeo compartir un montón de cereal contigo. Este es un buen comienzo.
Me comí el tazón entero de Trix sin hablar.
Christian me miraba, y yo debería
haber sido consciente de mí misma, pero no lo era.No me importaba.
Se sentía tan bien comer y llenar mi barriga.
Había estado hambrienta por demasiado tiempo, sólo que no lo sabía hasta ahora.
—¿Otro? —preguntó cuando drené lo último de la leche coloreada de mi
tazón.Sabía que no debería, pero asentí.
—Nota mental: Surtir la despensa y el refrigerador cuando Anastasia venga —dijo Christian jovialmente.
Sonreí.
—¿Por qué estoy tan hambrienta?
Sirvió otra generosa cantidad de cereal en mi tazón.
—Creo que es porque eres feliz —respondió.
¿Se estaba echando flores a sí mismo?
—¿Y supongo que piensas que es por ti? —pregunté, tratando de tener un
tono juguetón.
Se inclinó y susurró en mi oído—: Creo que es porque tienes una probada de algo que te gusta. —Sus labios rozaron mi oreja—. Es por eso que eres feliz....
****
No voy a mentir.
Yo era un tembloroso, sudoroso desastre caminando a clase la mañana del viernes.
La euforia que experimenté cuando estaba con el Sr. Grey ayer se evaporó rápidamente en el momento en que me metí mi coche y me dirigí a casa.
¿Qué demonios estaba haciendo?
Cuanto más reflexionaba sobre la situación, más intensa se volvía mi
ansiedad, creciendo a una velocidad anormalmente rápida hasta que mi corazón estaba a punto de estallar.Y no el buen tipo de estallido.
El tipo de estallido estoy-completamente-arruinando-mi-vida.
Prácticamente corrí a mi asiento, abrí mi libro de matemáticas, luego me
senté inmóvil.Eso es lo que los animales hacen, ¿verdad? Se congelan para evitar
ser vistos.Para evitar ser atacados.
Pensé que lo intentaría.
Ver si funcionaba.
El Sr. Grey pasó por mi escritorio cuando se dirigía a la parte trasera de la sala.
—Buenos días, Anastasia—dijo en voz baja.
—Buenos días, Sr. Grey —susurré de vuelta.
¡No puedo hacer esto! ¡No puedo hacer esto! Sentí mi corazón doliendo por soltar el secreto.
No estoy bromeando.
Tuve el horrible impulso de gritar mi confesión en la cima de mis pulmones:
“¡Visité al Sr. Grey en su apartamento ayer! ¡Me senté en su regazo!”
No me preguntes por qué.
No lo sé.
Creo que sólo podía echarle la culpa a este impulso extraño de decir la verdad, algo perforado en mí desde que era pequeña.
Di siempre la verdad, Anastasia, podía oír decir a mi madre.
La verdad te hará libre.
La verdad me hará libre.
Hmm.
No creo que aliviaría la carga presionando mi corazón. Decir la verdad sólo reemplazaría una sensación insoportable por otra.
Así que me senté en mi asiento luchando por enterrar el secreto más profundo de mi corazón, diciéndome una y otra vez de una manera dura e implacable:
¡No te atrevas a abrir tu jodida boca, Anastasia! Y eso parecía ayudar.
También ayudó que me senté con mis ojos clavados en mi libro de
matemáticas durante todo el período.No tengo idea de lo que el Sr. Grey dijo durante la clase. Me centré en leer la misma frase una y otra vez durante los cuarenta y cinco minutos hasta que mis ojos estaban borrosos.
Y cuando sonó el timbre, me levanté de un salto y corrí hasta la puerta. Sabía que si no lo hacía, él me
detendría, y no lo quería manteniéndome detrás, haciéndome preguntas íntimas, escribiéndome otro pase de tardanza para inglés.No, yo quería mi culo en inglés lo
más rápido que pudiera.Nunca había estado tan ansiosa por una lectura de Chaucer.
—Anastasia, —oí suavemente desde atrás.
Pero seguí en movimiento.
Tenía que seguir en movimiento....
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Grey El Profesor.
FanfictionAnastasia Steel es una buena chica. sólo comete un terrible error en su primer año de escuela secundaria que le cuesta diez meses de detención juvenil. Ahora es su último año, a perdido todo: su mejor amiga , la confianza de sus padres, el privileg...