Pensé que había terminado el abuso. Pasé tres semanas sin ningún incidente, aparte de la ocasional nota de odio que se deslizó a través de las rendijas de mi casillero, y me imaginé que los abusones habían pasado a alguien más porque yo era aburrida. Y debido a que tenía una cerradura nueva. Pero entonces el lunes abrí
mi casillero a la harina2.Montones y montones de harina estaba esparcida por todos mis libros y carpetas, cubriendo mis manos y espolvoreó la parte delantera de mí camisa y las tapas de mis zapatos cuando saqué un cuaderno. Oí risitas través la sala y las ignoré. Aún así, no pude ocultar mi irritación. Me gustaba el modelito que llevaba, y ahora se veía ridículo.
—¿Quieres que les diga algo?
Salté entonces dándome la vuelta. Oliver estaba de pie detrás de mí con los puños apretados.
Negué cabeza.
—No te molestes. Y de todos modos, eso podría empeorar las cosas, —le
contesté. —Gracias, sin embargo.Asintió con la cabeza.
—¿Quieres que te acompañe a clase?
Sonreí.
Me gustaba la idea de tener un guardaespaldas, pero realmente no
quería que Oliver se tomara la molestia. No quería que él peleara mis batallas o se convirtiera en mí: un paria. Bueno, semi-paria. Yo tenía a Nicole y a Riley. Al menos durante el almuerzo.—Soy una niña grande, Ollie. Voy a estar bien.
Él asintió con la cabeza una vez y giró hacia la izquierda en dirección opuesta. Me apresuré a ir a cálculo para lograr llegar con la última campana. Sin tiempo para lavarme las manos primero.
[(2)Hace un juego de palabras como si el casillero fuera comida y la harina un ingrediente, como quien dice “Pollo al limón.”]Entré en la habitación y me senté, haciendo caso omiso de las risas detrás de mí. Lo que no podía ignorar era los chismes.
Escuché “Anastasia,” “Crack”, “Pistola”
Tenía muchas ganas de darme la vuelta y ponerles las cosas claras. En primer lugar, que no me había metido crack. Había sido cocaína. Una cosa totalmente diferente. El crack era como la cocaína del pobre. Una versión barata del polvo blanco que te sube rápidamente, pero te da el bajón con la misma velocidad. Mi subidón fue por una cocaína muy cara, o eso me dijeron. Y fue un subidón que duró un tiempo. En segundo lugar, yo no estaba sosteniendo el arma. Y no era una pistola de verdad. Era una pistola tranquilizante. Debido a que la gente con la que estaba eran unos imbéciles totales.
La campana sonó y la clase comenzó con un repaso de la tarea de la última noche. Me instalé en una especie de entumecimiento, escuchando a medias algo sobre derivados y aproximación lineal. Descansé mi barbilla en mis manos, mirando a un punto más allá de la pizarra. O tal vez era un punto dentro de la pizarra. No estoy segura. Sólo sé que la voz del señor Grey era relajante, y me
transporto a un sueño tonto.Kate estaba en él, y teníamos diez años de edad, pasábamos notas de ida y vuelta durante la escuela bíblica de vacaciones3.
Las notas eran sobre nuestro profesor, el Sr. Arnold, y nos burlábamos de la raya de su peinado. Él confiscó las notitas, y nos metimos en serios problemas. Sonreí, pensando en el sermón que recibí de papá acerca de los modales y el respeto a nuestros mayores. El Sr. Grey me devolvió la sonrisa, sacudiéndome a salir del sueño. La campana sonó, y estuve una vez más totalmente inmersa en mi
realidad.— ¿Anastasia? ¿Puedes quedarte un minuto? — El Sr. Grey preguntó
cuando los estudiantes se lanzaban fuera de la habitación.Asentí con la cabeza y me quedé en mi asiento. No estaba segura de por qué
el Sr. Grey me retenía. Después de que él me comprara para comer varias
semanas atrás, pero que me ignorara por todas partes de la escuela. Me hizo darme cuenta que mi fantasía tonta con él era precisamente eso: una fantasía tonta. No estaba interesado en mí, y no tenía ni idea de por qué tenía metido en mi cabeza que él lo estaba.Me quedé pensando sobre esa mirada de la carretera 28. En realidad, estaba consumida por esa mirada. Sé que no me la imaginé, pero él tenía
una novia.Caso cerrado.
[(3)Se le conoce por Escuela Biblica de Vacaciones. Término usado por los
evangélicos protestantes.]Una vez que la sala se vació, el Sr. Grey cerró la puerta y tiró de las
cortinas sobre las ventanas. Creí oír el débil chasquido de la cerradura. Volvió a su escritorio y metió la mano en un cajón, sacando una toallita húmeda. Se acercó a mí y se arrodilló al lado de mi escritorio.— ¿Puedo? — preguntó.
Le di mi mano de forma automática, y él la tomó, limpiándola suavemente,
trazando las líneas de mis manos.— Veo un futuro muy prometedor, —dijo, mirando mi mano.
— ¿Lee las manos?
— Oh, sí, —respondió.— ¿Y cuándo empezó a leer la mano?
— Ahora mismo. — Él me sonrió.
Y allí estaba. La mirada que sugería que él veía algo en mí que yo no. Algo magnético que le obligaba a tocarme en la escuela cuando él sabía que no debería. Ahí estaba. ¡Yo sabía que no me lo había imaginado!.
Le devolví la sonrisa.
Bajó la mirada a mi mano una vez más.
—Veo a una mujer feliz.
— ¿Por qué está feliz? — Le pregunté.— Debido a que ella ya no asiste a Crestview High, — contestó.
Me reí, y el Sr. Grey continuó limpiando mi mano hasta que no quedó ni rastro de harina. Le permití repetir el proceso en la otra mano. Sabía que mi rostro estaba enrojecido y de color carmesí, y pensé que se prendería fuego por lo que hizo a continuación.
Dobló la toallita húmeda a una parte limpia y la llevó a mí mejilla. Se me había olvidado que había estado apoyando mí cara en mis manos durante la mitad de la clase. Cerré los ojos por reflejo, algo que hacía cuando pequeña y mamá lavaba mi
cara.Me quedé congelada como una estatua mientras el Sr. Grey lavó mi otra mejilla, arrastrando la toallita húmeda lenta y suavemente a lo largo de mi mandíbula, desde la punta de la barbilla hasta el final a lóbulo de mi oreja.
Me estremecí involuntariamente e instintivamente agarré su mano.
— Soy cosquillosa, —suspiré, agarrando su mano en mi cara.
— Lo siento, —respondió.
Abrí los ojos para ver que me estudiaba.
No podía soportar la intimidad del
momento y busqué desesperadamente algo que decir....
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Grey El Profesor.
FanficAnastasia Steel es una buena chica. sólo comete un terrible error en su primer año de escuela secundaria que le cuesta diez meses de detención juvenil. Ahora es su último año, a perdido todo: su mejor amiga , la confianza de sus padres, el privileg...