CAPÍTULO 8

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Las siguientes órdenes fueron tan simples y humillantes como hacerle la cama, y prepararle la ropa para mañana.

- Ey - sentí mientras dejaba su ropa apilada sobre la silla de su cuarto, y salté del susto.

- Tarado, me asustaste - lo empujé, inútilmente, porque ni se movió del lugar.

Rió.

- Ya terminaste? - preguntó y asentí, orgullosa de mi trabajo.

- Ahora si me permitís, me voy a ir a dormir.

- No - dijo serio y abrí mis ojos bien grandes - Tengo un último pedido.

Bufé, la pesadilla no terminaba más.

- Ahora qué querés? Que te lave los dientes? Que te bañe? - pregunté irónica y él sonrió.

- No es mala idea - dijo y le pegué en el hombro - Pero no, solo quiero que me des un beso.

Para. Qué? Se me cayó la mandíbula y él rió ante mi expresión.

- Estás loco, qué tenés en la cabeza? Jamás te daría un beso, y menos obligada, idiota.

- Para, baja un cambio, solo quiero un beso acá - dijo totalmente relajado mientras señalaba su mejilla.

Bueno, comparado con lo que imaginé, esto sería bastante fácil. Igual, me llené de nervios en un instante. Nervios de qué? Si era Julian, y un beso insignificante en la mejilla.

Él puso su cara de costado y a los pocos segundos me acerqué, temblorosa, y apenas mis labios rozaron su piel, me aparté, como si hubiera hecho algo realmente malo. Enseguida negó con la cabeza.

- Así no, Oriana - detestaba que me digan Oriana - Ni me tocaste. Ahora dame otro, que dure cinco segundos como mínimo.

Suspiré. Tomé aire y me acerqué nuevamente. Esta vez apoyé mis labios con delicadeza y seguridad sobre su mejilla y lo noté tensarse ante el contacto, para luego relajar cada músculo de su cara, como si estuviera disfrutando de ello. No se cuanto tiempo permanecí allí, pero el cosquilleo en mi panza no acababa y noté que si no me apartaba yo, él no lo haría, así que simplemente di un paso hacia atrás, muerta de vergüenza. Sonreí inevitablemente cuando vi que tenía los ojos cerrados, y los abrió de golpe cuando notó que me había alejado.

- Suficiente? - pregunté con la voz temblorosa, me ponía muy incómoda que mirara de esa forma.

- Sí - volvió a ponerse serio, y la verdad que cada vez entendía menos sus cambios de humor - Ya podes irte.

Se acercó a la puerta y me hizo señas de que saliera, y eso hice, lo más rápido que pude.

- Nos volvemos juntos - dijo en cuanto estacionó en frente al colegio.

- Y si no me queda otra... - respondí de mala gana y él negó con la cabeza.

Titi se despidió de nosotros con un beso y salió disparada hacia adentro.

- Que raro que no saliste corriendo - dijo, refiriéndose a todas las veces que me había traído en su auto al colegio.

Me encogí de hombros.

- Es que es tu primer día y se que estás nervioso.

- No estoy nervioso - dijo y sonreí.

- Da igual, vamos? - pregunté y asintió, serio.

Noté como todas las miradas se posaban sobre Julian mientras caminábamos por el pasillo, sobre todo las de las mujeres. Qué nunca habían visto a un chico... lindo? Me detuve cuando estábamos por llegar a su clase y él hizo lo mismo.

- Es allá - indiqué señalando - Suerte. Y acordate de sonreír - agregué - sos más lindo y simpático cuando lo haces.

No se por qué lo dije, pero era la pura verdad. Me miró a los ojos por un momento, sin poder creer lo que le decía, e inmediatamente me regaló una de sus sonrisas. Sonreí yo también. Se acercó para dejar un beso en mi mejilla, mientras su mano derecha se reposaba sobre la otra mejilla. Cerré los ojos por un instante, tal como había hecho él la noche anterior, y realmente lo disfruté.

- Nos vemos - finalizó, despreocupado, y me dio la espalda para desaparecer entre la gente.

Sentí unos aplausos y giré sobre mis talones. Quién más iba a ser?

- Estás loca? Shhh - susurré y ella rió.

- De qué me perdí, amiga? Qué es esa despedida tan tierna? Hasta ayer lo odiabas.

- Lo sigo odiando - dije y volvió a reír - Me tiene amenazada con lo que pasó el sábado, no me queda otra que seguirle la corriente en todo.

- Claro, seguro que fue contra tu voluntad ese beso, no?

Asentí. Que poco creíble.

- Y? Cómo te fue? - pregunté mientras me abrochaba el cinturón de seguridad.

- Que se yo - fue lo único que dijo.

- Qué expresivo - comenté irónica pero ni siquiera rió - Ey, contame.

- Me peleé con tu novio - largó y suspiré - Si no se hubieran metido sus amigos, te juro que le encajaba una piña y le emparejaba el otro ojo, no puede ser más boludo.

- Qué necesidad Julian? Era tu primer día, no te costaba nada portarte bien.

- Pero él me buscó, está con bronca porque piensa que tengo algo con vos.

- Que ironía - murmuré en plan de que no me escuchara.

- Por qué?

- Digo, vos y yo... cualquiera - dije elevando el tono de voz y él sonrió desganado.

- Cualquiera - fue su último comentario, y no volvió a dirigirme la palabra en todo el camino a casa.

Maldito Destino-Orian- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora