CAPÍTULO 49

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  Lo primero que hice fue encerrarme en el baño para darme una merecidísima ducha, mientras Julian se acostaba en mi cama a ver la tele. Sí, es como un niño, hay que dejarlo siempre entretenido para que no se aburra.

Fue la ducha más larga y relajante de mi vida, aunque salí del baño con un cansancio que no me cabía en el cuerpo. Busqué en mi ropero alguna remera de Julian que me sirviera para dormir y me la puse bajo su atenta mirada. Apagó rápidamente la tele en cuanto me acerqué a la cama y reí al ver la cara con la que me miraba. Sabía que se estaba conteniendo por preguntarme detalles de absolutamente todo y que sólo lo hacía para no molestarme porque estaba cansada.

- No hice nada que te pueda molestar, si es eso lo que te preocupa tanto - largué mientras me acomodaba a su lado, pasando mi brazo por su cintura para pegarme a su cuerpo.

- Lo supuse - soltó con una sonrisa, mucho más relajado - Igual... vi las fotos en Facebook - agregó, poniéndose serio.

- Ah, sí? - murmuré mientras intentaba recordar si había alguna en especial que me comprometiera.

- Justo de gatita tenías que disfrazarte? No había otra cosa? - preguntó algo alterado y yo solo reí.

- Esa fue idea de Jenny - me defendí y él rodó los ojos.

- Haceme acordar de matarla cuando la vea.

- Ay no exageres!

- Es que no me parece justo que todos te vean así menos yo - protestó haciendo puchero.

- No, no, sacate esa idea de la cabeza ya.

- Qué? - preguntó divertido.

- No me voy a disfrazar para vos, Julian!

- No me enojaría que lo hagas...

- Ves que sos un estúpido - me quejé, alejándolo, lo que provocó que me agarrara aún más fuerte, sosteniendo mis muñecas para que no pudiera pegarle.

Llevó mis manos a cada lado de mi cabeza y sin soltarme se posicionó sobre mí. Totalmente inmovilizada intenté levantar mi cabeza para darle un beso, a lo que él me esquivó entre risas. Bufé frustrada.

- No te hagas ilusiones chiquita - dijo divertido - Con lo cansada que estás no me duras ni un round.

- Sos un tarado - respondí riendo.

Y esta vez fue él quien acortó la distancia, besándome con más intensidad de la que esperaba. Liberó su agarre permitiéndome el contacto que tanto ansiaba con su piel. Llevé mis manos a su espalda, subiéndolas por debajo de su remera para pegarlo más a mí, mientras él sostenía mi cara con una delicadeza que ni siquiera yo estaba teniendo.

- Descansá - susurró en mi oído luego de dejar un cálido beso en mi cuello y acomodarse a mi lado.

Largué un suspiro interminable antes de finalmente cerrar los ojos, quedándome dormida entre sus brazos.


- Buen día - dije con la poca voz que me quedaba.

Aparentemente todos ya habían desayunado y papá preparaba el fuego para hacer un asado con la ayuda de mi novio. Los miré embobada desde la cocina durante varios minutos antes de sentarme finalmente a tomar mi café.

Mamá me preparó unas tostadas mientras me ponía un poco al tanto de las cosas que habían pasado en mi ausencia. Me sorprendió enterarme que Julian había venido casi todos los días durante esa semana, a saludarlos, a darle de comer a Draco, o simplemente a pasar tiempo con ellos. Era sin dudas el mejor.

- Buen día pá - dije dejando un beso en su mejilla.

Julian me abrazó por los hombros, pegándome a su pecho, apenas me acerqué a él. Hacía muchísimo frío y el señor sobreprotector se encargó de retarme por salir tan desabrigada.

- Ya estás afónica, pendeja, querés terminar en cama la última semana de vacaciones? - preguntó preocupado y moví ambas cejas con picardía, porque si en algo soy experta es en buscarle el doble sentido a todo.

No pudo evitar reírse y se contuvo de retrucar porque estaba mi padre, que a pesar de que no nos estaba prestando atención, siempre lograba intimidarlo con su presencia.

- No, en serio, anda para adentro ya.

Rodé los ojos en modo de protesta y, como siempre, terminé dándole el gusto.

Me pasé toda la tarde hablando con las chicas por Whatsapp. Después de pasar una de las mejores semanas de mi vida juntas se me hacía imposible no extrañarlas. Habíamos hecho un grupo con todos los chicos del coche en el que viajamos, incluídos los coordinadores, y hacía horas que estábamos intercambiando fotos, recordando momentos y anécdotas graciosas, nostálgicos como si hubiéramos vuelto hace un año.

- De qué te reís? - preguntó con voz de dormido, sin ni siquiera abrir los ojos.

- De boludeces, estoy hablando con las chicas - expliqué y bufó.

- Sí... desde antes de que me duerma que hablas con las chicas, sos un embole.

- Que malo - grité, dandole un suave golpe en el hombro.

- Bueno pero dame bola - pidió junto con un puchero irresistible.

Reí antes de dejar el celular sobre la mesita de luz y tirarme encima suyo.

- El viernes tengo el reencuentro - dije entusiasmada, interrumpiendo su beso.

- Qué?

- El reencuentro de Bariloche - dije y rodó los ojos.

- No te olvides que el sábado viene mi familia.

- Ya se gordo, créeme que mamá está mas nerviosa y ansiosa que yo y me lo recuerda todos los días.

No solo me iba a presentar finalmente con sus padres sino que también se iban a conocer las dos familias. Y por primera vez entendí los nervios que él sentía cuando blanqueamos nuestra relación.  

Maldito Destino-Orian- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora