CAPÍTULO 30

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Verlo tirado en el pasto jugando con Draco y mi hermana me hicieron replantearme todas las boludeces que le acababa de decir hace tan solo minutos. Como si fuera posible olvidarme de él o tenerlo cerca y controlarme. En qué estaba pensando cuando dije todo eso? Jenny se reía de solo mirarme, me conocía más que nadie, sabía todo lo que pasaba por mi mente y cuánto me podía verlo así tan tierno y relajado. - La baba llega hasta Paraná - susurró mi amiga y no pude evitar reír.- Te iba a contestar algo pero probablemente te largues a llorar, así que callate - dije y me empujó con su hombro.- Por qué no te quedas Juli? Es tarde ya - dijo papá cuando Julian se dispuso a saludar.Mamá insistió también.- No se preocupen, queda acá cerquita el departamento, en cinco minutos estoy ahí - respondió amablemente y suspiré aliviada.- Mandame un mensajito cuando llegues - cuándo no mi mamá siendo cuida.- Bueno má - bromeó - Gracias por todo, estaba riquísimo y me encantó volver a verlos.- A ver si venís más seguido a visitarme - intervino Titi de brazos cruzados y él le despeinó el pelo con ternura.- Claro, y ustedes me pueden visitar cuando quieran, estoy viviendo con un amigo un poco pesado pero en el fondo es buena gente, no va a molestar - dijo volviendo a reír.Se terminó de despedir y a mi simplemente me dio una palmadita en el hombro. Qué se suponía que estaba haciendo? Bufé y me encerré en el cuarto con mi amiga en cuanto todos se distrajeron.- Ni chau me dijo, Jenny - grité furiosa mientras ella no paraba de reir.- Y si le cortaste el rostro boluda, no era esto lo que querías? - No, ni yo se lo que quiero. Pero me da bronca que sea así, ni un poquito insistió, le vino bárbaro lo que le dije - protesté y puso los ojos en blanco.- Me aburriste, me voy a dormir - dijo metiéndose bajo las sábanas del colchón que había acomodado al lado de mi cama.- Forra, después de las veces que te banqué con tus llantos, sos una pésima amiga - exageré mientras la escuchaba reír bajito y con los ojos ya cerrados. Me costó conciliar el sueño, esa noche y todas las que siguieron. Volver a verlo cambiaba absolutamente todo. Era muy fácil cuando era consciente de que lo tenía a muchos kilómetros de distancia y no recibía ninguna noticia sobre él. Era fácil intentar olvidarlo cuando sabía que no lo iba a ver en ningún lado, que no me lo iba a cruzar ni de casualidad. Pero todo había cambiado, de un día para el otro. Ahora lo tenía viviendo más cerca de lo que me imaginaba. Ahora era probable cruzarlo en cualquier lado. Ahora esa maldita obsesión de querer olvidarlo me destrozaba poco a poco porque sabía perfectamente que sería imposible lograrlo. Hacía mucho tiempo que no me levantaba tan temprano un sábado. Estaba desayunando literamente con los ojos cerrados, rogando que todo esto fuera una pesadilla y volver a la cama para no despertarme nunca. Pero se lo había prometido a Nico, y sabía cuan emocionado estaba porque fuera por primera vez a verlo jugar al fútbol. - A qué hora es el partido? - preguntó mamá aceleradísima mientras preparaba sus cosas para irse a trabajar.- En dos horas - dije con la voz algo ronca, mirando el reloj en mi muñeca que marcaba casi las diez de la mañana.- Perfecto entonces, porque necesito que me hagas un favorcito - dijo entusiasmada y bufé - Necesito que lleves estas bolsas a una dirección que te voy a mandar por mensajito, son unas cosas que le tengo que devolver a una amiga y no tengo nada de tiempo para ir yo, me podrías hacer ese favor?Asentí, totalmente desganada y sonrió.- Pero por favor que tu amiga no sea tan pesada como vos porque no puedo demorarme ni llegar tarde al partido - dije y rió.- Te dejo plata para el taxi - besó mi mejilla y luego de agradecerme un par de veces más, finalmente se fue.Suspiré. Terminé de desayunar y subí a cambiarme lo más rápido que pude. Quería sacarme de encima este mandado para poder llegar a tiempo al partido de Nicolás. Dejé una notita en la heladera para mi hermana, diciéndole que se cocinara algo porque yo volvía a la tarde, y finalmente abandoné la casa con un par de bolsas en la mano, las cuales ni me molesté en abrir. Llamé al taxi una vez fuera de casa y a los pocos minutos ya me estaba subiendo. Le indiqué la dirección que mamá me había mandado y en cuestión de minutos estaba estacionando en la puerta de un edificio.

Maldito Destino-Orian- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora