El mes de diciembre pasó volando. Los exámenes habían logrado perturbar por completo mi cabeza y ya no pensaba en nada más que en terminar el maldito año y disfrutar de mis merecidas vacaciones. Con Julian estábamos planeando escaparnos un par de días a la costa en fin de año, a aquella casa de mis padres donde habíamos vivido momentos inolvidables.
Pasamos navidad en casa de Julian en Paraná, con ambas familias, y luego yo me instalé un par de días allí para que él pudiera disfrutar una semana más de su ciudad, familia y amigos.
- Es ella? - pregunté, señalando un portarretratos que se apoyaba sobre un estante de su cuarto.
La foto parecía bastante antigua por su corte de pelo y su cara de nene pícaro. Estaba abrazado a una chica y se lo veía radiante, como pocas veces lo había visto.
Corrió hasta donde yo estaba y lo dio vuelta, nervioso. Lo miré divertida y él suspiró.
- Perdón, sabes que no vengo casi nunca, y ni siquiera sabía que esto seguía acá.
- Para un poco - solté entre risas y pareció relajarse un poco - No me molesta, sólo tenía curiosidad por conocerla.
- Es que no quiero que pienses cualquier cosa. Ella es una etapa de mi vida que está completamente enterrada. Vos sos mi presente, y mi futuro, claramente.
- Ya lo sé, no tenés que explicarme nada - dije con una sonrisa, mientras sostenía su rostro con ambas manos.
- Sos increíble - largó finalmente, conectando sus ojos con los míos - Te amo, y no creo que me alcance la vida para demostrarte cuánto.
- Ey, yo también te amo - dejé un suave beso en sus labios antes de apartarme para poder mirarlo bien - Desde cuándo tan demostrativo vos? Qué cagada te mandaste?
- No, ninguna - rió - solo quería que lo supieras. Va, en realidad... creo que me está por venir - bromeó y reí, para luego llenarle la cara de besos.
No demoró en arrastrarme hasta la cama y tirarse sobre mí. Sus hormonas alborotadas iban a terminar volviéndome loca algún día.
- Chicos, bajen a comer - gritó su mamá del otro lado de la puerta y largué una carcajada al ver su cara de frustración.
- En cuanto lleguemos a la costa me la cobro - largó con la voz entrecortada mientras se levantaba de la cama, y estiró su mano para ayudarme.
31/12/2016
Los días pasaban lamentablemente muy rápido y cada vez entendía más por qué era tan increíble Julian. Me bastó con observar a su familia y a sus amigos. A su mamá se le notaba el amor y el orgullo que sentía por él en la mirada, no hizo falta que dijera nada para que me diera cuenta de ello. Su papá, por su parte, reflejaba cómo él iba a ser a su edad, no solo fisicamente sino también en cuanto a la personalidad. Compartían el mismo humor y se divertían juntos como chicos, era un placer mirarlos interactuar.
- Lo querés mucho, no? - preguntó su mamá, sacándome de mis pensamientos.
Sonreí al notar cómo ambas los mirábamos embobadas.
- Lo amo - solté sin pensarlo - Tenés un hijo increíble.
- Se te nota en los ojitos - dijo tan cariñosa como siempre, pasando su mano por mi pelo - Y no sabes lo tranquila que eso me deja.
Sonreí, algo tímida, y ella me apretó la mano con fuerza. No hicieron falta más palabras.
Cargamos los bolsos en el auto poco después del almuerzo, ya teníamos todo preparado para empezar el año juntos, solos, y en paz. Escuché atentamente todos los consejos e indicaciones que su mamá quería darnos para los próximos días mientras él la ignoraba algo fastidiado. Cuando quisimos acordar ya estábamos en la puerta de su casa, despidiéndonos de su todos y deseándoles un buen año.
Su mamá no quería soltarlo, al parecer esta semana juntos después de tantos meses separados, le habían hecho tanto bien que no quería dejarlo ir. Yol me abrazaba por la cintura, con su cabeza apoyada sobre mi hombro, mientras los observábamos.
Todo me llevó mentalmente a aquél día en que se fue de casa, despidiéndose de mi familia. No pude evitar angustiarme de solo pensarlo, y por un momento los entendí, sabía en carne propia lo que significaba vivir sin Julian.
- Bueno basta, son unas semanas y después nos volvemos a ver - largó él, evitando como siempre mostrarse débil - Que empiecen bien el año, los quiero mucho - finalizó y ellos sonrieron.
Nos saludaron a lo lejos mientras nos subíamos al auto y dejé un sentido beso en sus labios antes de que arrancara.
- Te amo - solté, mirándolo a los ojos - Qué mejor que terminar el año y empezar uno nuevo con vos? - agregué y sonrió.
Esta vez fue él quien cortó con la pequeña distancia, para luego apartarse sonriente y finalmente acelerar.
No puedo dejar de admirarlo mientras conduce. El viento que entra por la ventana peina naturalmente su flequillo hacia arriba. Su mirada tan fija en la carretera, y su mano derecha con tanta firmeza y naturalidad sobre mi pierna. Suspiro. No se cuanto tiempo estuve soñando con este momento, con un poco de paz que ambos nos merecemos, terminando y empezando el año juntos, enamorados como el primer día.
Sonrío por causa de mis propios pensamientos y llevo mi mano izquierda a su nuca, acariciándole el pelo con suavidad y ternura. Lo siento sonreír y me doy cuenta de que no lo cambiaría por nada, es todo lo que necesito y tiene todo lo que necesito. Lo sabe, y lo se yo también.
De pronto un fuerte impacto. Un ruido ensordecedor.
Silencio.
No se cuanto tiempo pasó, pero intento moverme y no puedo, mi cuerpo no me lo permite. Abro los ojos con dificultad y lo único que puedo ver es humo, humo, y más humo. No se de donde proviene, pero tampoco me importa. Solo quiero verlo a él, sentirlo, escucharlo aunque sea. Nada. No soy muy consciente de lo que pasó, solo siento impotencia por no poder hacer nada.
Giro tan solo un poco la cabeza, ya que al hacerlo me duele hasta el alma. Mi cuerpo se queja. Lo veo. No se mueve, no habla, no me mira, no reacciona. Su rostro perfecto está cubierto de sangre. Quiero gritarle, sacudirlo hasta que despierte, pero eso no está dentro de mis posibilidades. Estiro mi mano hasta alcanzar la suya que cae a un costado de su cuerpo, inmóvil. El contacto con su piel me devuelve una mínima gota de vitalidad y esperanza. Se me eriza la piel al instante. Las lágrimas caen por mi rostro cada vez con más intensidad, se me nubla la vista y siento ganas de morir. Respiro profundo y esto me genera un dolor en el pecho que hubiera preferido no sentir.
No se cuantos minutos pasaron hasta que oí voces aproximándose. Apenas podía mantener mis ojos abiertos pero logré visualizar a un par de hombres. Al poco rato estaba fuera de ese maldito auto, acostada en una camilla y alejándome del lugar mientras me encerraban calculo que en una ambulancia. Murmuré su nombre hasta el cansancio, pero nadie era capaz de escucharme o responderme. Lo necesitaba. Su mano, su abrazo, su mirada sobre protectora y su sonrisa diciéndome que todo iba a estar bien. Cerré los ojos con fuerza queriendo despertar de esta pesadilla.
Perdí el conocimiento, o simplemente me dormí, pero cuando desperté ya no estábamos en movimiento, sino que me encontraba en una cama, rodeada de máquinas cuyos ruidos despertaban por completo mis nervios. Pestañee unas cuantas veces, la luz de la habitación me encandilaba y solo empeoraba este maldito dolor de cabeza.
Las lágrimas no tardaron en caer cuando la vi, a mi lado, llorando desconsolada.
- Mamá - susurré y ella pegó un grito de emoción, mientras de sus ojos seguían cayendo incontables lágrimas.
- No hables mi amor, tranquila - me acarició el pelo y volví a cerrar los ojos.
- Julian - dije y se produjo un silencio absoluto.
Abrí los ojos alterada y ella solo seguía llorando.
- Y Julian?
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Maldito Destino-Orian-
FanfictionNovela Orian - "Julian Serrano y Oriana Sabatini" Prólogo ♡ No puedo dejar de admirarlo mientras conduce. El viento que entra por la ventana peina naturalmente su flequillo hacia arriba. Su mirada tan fija en la carretera, y su mano derecha con tan...