CAPÍTULO 62

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Me bajé del auto en tiempo record en cuanto estacionó frente a mi edificio.

- Gracias por traerme - solté, asomándome por la ventanilla.

Él me sonrió desganado y le di la espalda hasta llegar a la puerta principal. Cuando miré hacia atrás ya no habían rastros de su auto. Suspiré pesadamente y, luego de saludar amablemente al portero, me dirigí hacia mi departamento. Lo primero que hice fue descalzarme, para luego servirme un vaso de agua y tirarme en el sillón, vencida.

No podía olvidarme de todo lo ocurrido y mucho menos recordarlo sin sentir una extraña sensación en el pecho. No entiendo cómo después de todo lo que pasó este último tiempo entre nosotros pude haber pensado que tendría algún tipo de interés en mí que no implicara cuidar su orgullo. Besarme para evitar que me fuera del boliche con su compañero de trabajo era probablemente lo más bajo que había hecho hasta el momento. Y no solo estaba jugando conmigo sino también con su novia, si así se la podía llamar.

Sacudí mi cabeza intentando borrar esos pensamientos cuando el timbre sonó, descolocándome por completo. Estiré rápidamente mi brazo para mirar la hora en el celular. 5:45.

- Abrime Ori, tengo que decirte algo - gritó.

Bufé.

- Qué querés? - largué ni bien abrí la puerta.

Él sonrió mientras negaba con la cabeza.

- Puedo pasar? - preguntó y rodé los ojos, haciéndole señas de que lo hiciera.

Cerré la puerta y lo miré expectante.

- Estuve dando un par de vueltas sin saber qué hacer, no podía irme a dormir sin antes decirte la verdad.

- Qué verdad? De qué hablas?

- De por qué hice lo que hice - dijo y mis cejas se elevaron casi sin darme cuenta.

Rascó su cabeza, nervioso, y cerró con fuerza los ojos antes de hablar, como si le costara mirarme a los ojos y ser sincero.

- Tenés razón, estoy celoso, muy celoso - admitió y me tuve que sentar sobre el posa brazo del sillón para no caerme - Pero cómo no voy a estarlo? Si me volvés loco desde el maldito día en que te conocí.

Se acercó solo un poco y levanté la cabeza para poder mirarlo a los ojos.

- Me dejaste y lo acepté, era un imbécil y hasta me lo merecía. Pero lo que no puedo aceptar que, una vez que consigo acercarme a vos, te enganches con otro que seguramente sea todavía más imbécil que yo.

- No creo que sea más imbécil que vos, eso sería imposible - bromeé para distender un poco el ambiente.

Él solo sonrió y llevó ambas manos a cada lado de mi rostro.

- Te amo - soltó, sin previo aviso, provocando que todo en mi interior se revolviera de felicidad - Y esa es la única explicación que tengo para todas las cagadas que me mandé hasta ahora, te amo y nunca dejaría de hacerlo.

No pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas y al parecer él tampoco.

- Bueno, eso es todo lo que tenía para decirte - dijo algo nervioso.

No pude decir nada, porque no tenía palabras que superaran lo que acababa de escuchar, así que simplemente sostuve sus manos cuando se quiso alejar y me colgué de su cuello, abrazándolo tan fuerte que apenas podía moverse. Me aparté cuando lo sentí reír y lo besé sin darle tiempo a nada. Sus manos bajaron hasta mis caderas al instante, pegándome a las suyas como por instinto.

Mordí levemente su labio inferior antes de cortar el beso, sentía la necesidad de hablar aunque probablemente no era el momento. Él me miró como queriendo matarme y yo solo reí.

- Te amo - susurré y sonrió de oreja a oreja - amigo - finalicé.

Pegó un grito, frustrado, y tiró la cabeza hacia atrás, dándome el pie perfecto para llevar mi boca a su cuello y, luego de jugar con mis dientes sobre él, besar cada centímetro de su piel descubierta. Su respiración se fue volviendo cada vez más pesada mientras yo festejaba internamente una nueva victoria.

- Era un chiste - murmuré en su oído mientras con sus manos levantaba mi vestido, erizándome la piel ante el contacto con la suya.

Lo sacó torpemente por mi cabeza, arrojándolo a un lado antes de arrastrarme hasta el sillón, dejándome caer con él encima. Se acomodó con cuidado, volviendo a atacar mis labios mientras con su mano recorría lentamente una de mis piernas hasta depositarla sobre sus caderas.

Logré arrancar la camisa de su cuerpo antes de que sus labios comenzaran a recorrer mi pecho, cubriendo con ellos cada centímetro de mi piel, estremeciéndome por completo. Cerré los ojos y enredé mis dedos en su alborotado pelo, dejando escapar un leve gemido a medida que sus besos comenzaban a descender por mi cuerpo. Si supiera el tiempo que estuve esperando este momento, tenerlo así, tan cerca, y volver a sentirlo tan mío como siempre.

Me desperté con sus húmedos labios recorriendo cada rincón de mi cuello, tan lento que parecía que tuviera todo el tiempo del mundo a su favor. Me dio un leve mordisco cuando notó que ya había despertado y sonreí. Este chico estaba prendido fuego las veinticuatro horas del día, no tenía dudas de eso.

- Qué hora es? - murmuré en un tono apenas audible.

- La una - respondió antes de volver a perderse en mi cuello.

Me removí algo incómoda, seguíamos en aquel sillón y la mitad de su cuerpo descansaba sobre el mío. No me molestaba tenerlo así pero empezaba a hacer calor y su cuerpo era prácticamente fuego.

- Nos vamos a quedar así para siempre? - pregunté y rió, erizándome la piel al sentirlo.

- Se me ocurren cosas más interesantes - sugirió mientras se apartaba para mirarme a los ojos, con una sonrisa un tanto provocativa.

- Ah bueno, sos insaciable nene - respondí entre risas.

Sus ojos se achinaron al reírse pero de todas formas no lo negó.

- Tengo mucha hambre - me quejé luego de unos minutos en silencio - Podrías preparar algo mientras me baño, no?

Él se mordió el labio para luego asentir, rendido. Sonreí y lo besé con suavidad. No demoró en levantarse, todo perezoso, y fue juntando su ropa del piso mientras caminaba hacia la cocina.

Estiré cada parte de mi cuerpo a medida que me sentaba y por unos minutos no pude evitar observarlo atentamente, dejando escapar una enorme sonrisa. Es increíble la capacidad que tiene de darme vuelta el mundo de un momento a otro, casi sin pensarlo ni mucho menos darse cuenta de ello.

Maldito Destino-Orian- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora