- Estamos solos - susurré en su oído luego de varios minutos en los cuales si nos separábamos, era solo para respirar.
Se detuvo para apartarse un poco y mirarme a los ojos. Levantó ambas cejas, sorprendido, y yo reí nerviosa.
- Qué querés decir?
- Que no preguntes más y me sigas - dije agarrando su mano mientras caminaba hacia la escalera.
Llevó su mano libre hacia mi cintura y caminó detrás de mi, sin decir ni una palabra, hasta que entramos en la primera habitación que encontré. No me dio tiempo a cerrar la puerta que ya se lanzó sobre mí, entreteniéndose con mi cuello mientras yo aprovechaba para, torpemente, deshacerme de su campera.
Enredé mis dedos en su pelo y sonreí cuando se apartó para mirarme a los ojos. Estaba prendido fuego y se notaba a kilómetros.
- Segura?
Asentí con el corazón latiendo a mil por hora y lo besé tiernamente para confirmarlo.
Temblé apenas sus manos comenzaron a deslizarse por debajo del top que llevaba puesto, y en cuestión de segundos me lo sacó por la cabeza, con la ayuda de mis brazos. Caminó aún pegado a mi cuerpo y con toda la suavidad posible me recostó sobre la cama.
Fue dejando una serie de besos, cada vez más subidos de tono, que fueron descendiendo, pasando por el cuello, donde se detuvo un buen rato, hasta finalizar en mi pecho. Él mismo se encargó de sacarse la remera de un tirón, permitiéndome una perspectiva de su cuerpo que jamás había tenido, y creo haberlo demostrado con mi cara. Recorrí cada músculo de sus brazos para finalmente depositar ambas manos en su espalda, investigando también cada centímetro de ella.
Poco a poco nuestras prendas iban quedando tiradas por los rincones de aquella habitación, la cual estaba siendo cómplice de la muestra más clara de amor que podía recibir de su parte. Y simplemente me dejé llevar, dejando los nervios de lado para permitirme disfrutar de cada detalle, de cada mirada, y de cara caricia.
Se dejó caer finalmente sobre mí, con su respiración entrecortada golpeando sobre mi cuello y los dedos enredados en mi pelo, dejando suaves caricias allí. Cerré los ojos mientras intentaba recuperar el aliento y recorrí con una mano su espalda, suavemente, con las pocas fuerzas que me quedaban.
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Los primeros rayos de sol comenzaron a asomar a través de la persiana, iluminando de repente el interior de aquella habitación. Nos quedamos un rato largo en silencio, mirándonos a los ojos y haciéndonos caricias, lo cual me transmitió toda la paz y tranquilidad que necesitaba y hacía tanto tiempo no tenía.
- Estás bien? - preguntó en un susurro una vez recuperado y acomodado a mi lado, sin dejar de abrazarme.
- Muy - respondí tímidamente, dejando escapar una sonrisa.
- Ayyy, no te imaginas lo que te amo, pendeja - largó de la nada, con total naturalidad.
Lo besé antes de que pudiera decir algo más y me acomodé sobre él, sosteniéndole la cara con ambas manos.
- Yo también te amo - susurré sobre sus labios, robándole una sonrisa y logrando que me abrace con aún más fuerza.
No se en qué momento me quedé dormida pero lo mejor que me pasó fue despertarme y verlo a mi lado. Estaba aplastándome prácticamente, rodeándome con su brazo, con la cabeza sobre mi pecho y pasando una de sus piernas por encima de mi cuerpo. Sonreí inevitablemente y me detuve unos segundos a observarlo. Se lo notaba tan relajado que intenté no despertarlo, pero me fue inevitable no molestarlo. Empecé a peinar su pelo hacia atrás, suavemente, seguido de un par de caricias en la nuca. Jamás lo había visto así, tan vulnerable, tan tranquilo, y sin querer terminé recordando la única noche que había dormido con él, aquella última noche que él pasaba en mi casa, y lo tristes que nos sentíamos los dos. Jamás hubiera podido imaginar que dos años después iba a estar despertando a su lado y con una felicidad que no me cabía en el cuerpo.
- Mmm - fue el único sonido que emitió mientras se estiraba y volvía a aferrarse a mí, con más fuerza.
- Gordo - susurré al ver que no tenía ninguna intención de abrir los ojos - Ya son las dos.
- Qué? - preguntó con la voz ronca, apartándose y refregando sus ojos - A que hora tenés que volver?
No pude evitar reír, ni en estos momentos iba a dejar de preocuparse por mí.
- A la noche supongo, pero no es por eso, es porque tengo ganas de aprovechar el día.
- Querés repetir? Yo no tengo problema eh - comentó gracioso, con los ojos chinitos.
- No ves que siempre arruinas todo?
- Era un chiste amor - dijo riendo y fallecí.
- Qué?
- Que era un chiste - repitió despistado.
- No, lo otro!
- Amor? - preguntó confundido y asentí, con una sonrisa de oreja a oreja - Es muy cursi?
Reí.
- Es hermoso - dije para luego dejar un beso corto sobre sus labios y empujarlo un poco - Vestite, voy a ver que puedo hacer para comer.
Estiré el brazo hasta alcanzar su remera que estaba tirada al costado de la cama y luego de ponérmela y pasar al baño, bajé animadamente las escaleras en dirección a la cocina. Bufé en cuanto vi el desorden que había, y ganas de asesinar a mis amigos no me faltaron.
Comimos en la cama y charlamos hasta quedarnos nuevamente dormidos. Esta vez fue él quien se encargó de despertarme, llenándome de besos.
- Levantate gorda, no sabes lo lindo que está afuera.
Después de varios intentos finalmente me levanté y comencé a buscar dentro del bolso que había traído, algo cómodo como para salir a caminar. Me puse una calza negra, un buzo largo y abrigado, ya que estaba comenzando a hacer un poco de frío, y unas zapatillas simples y cómodas.
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Maldito Destino-Orian-
FanfictionNovela Orian - "Julian Serrano y Oriana Sabatini" Prólogo ♡ No puedo dejar de admirarlo mientras conduce. El viento que entra por la ventana peina naturalmente su flequillo hacia arriba. Su mirada tan fija en la carretera, y su mano derecha con tan...