CAPÍTULO 17

410 19 0
                                    

- Llevábamos cuatro años de novios. La amaba, la amaba cada día más, a diferencia de cualquier pareja. A su viejo le salió un laburo en Buenos Aires y se tuvieron que ir, así, de la noche a la mañana, apenas me pude despedir de ella. Pero seguimos hablando, todos los días. Yo la extrañaba un montón, y mis padres lo notaban, tanto que a pesar de nuestra situación económica, que era bastante lamentable en esa época, me compraron un pasaje para que fuera a visitarla. Me sentí tan feliz durante esas dos semanas con ella que fui bastante ciego. Poco después me enteré que había conocido a un chico allá, que se había enganchado con él antes de que yo fuera a visitarla, y tuve que rogarle prácticamente para que me dijera la verdad, para que terminara confesándome que se había acostado con él, pocos días después de que yo volviera a Paraná.

No pude evitar que se me cayeran un par de lágrimas, jamás me hubiera imaginado que haya pasado por algo así. Tampoco me lo imaginaba capaz de haber estado tan enamorado.

- Que hija de puta - largué, inconscientemente.

Él solo asintió.

- Después de eso empezó lo peor. Estaba desconsolado, lloraba todo el día, no podía comer absolutamente nada. Jamás me habían traicionado, jamás me habían decepcionado de esa forma. Mi único consuelo era mi hermanita. Dormía abrazado a ella, que sin entender mucho me hacía tanto bien - acomodé su pelo hacia un costado y él cerró los ojos ante el contacto - Cuando pasé esa etapa de depresión me creí con la libertad de hacer lo que quisiera, sentía que tenía el derecho. Empecé a salir prácticamente todos los días. Alcohol, drogas, mujeres. Llegaba todas las mañanas a mi casa en un estado crítico, borracho y drogado hasta el punto de no acordarme de mi nombre.

Wow. Tuve que respirar hondo para asimilar lo que estaba diciéndome. Sus ojos estaban llenos de lágrimas y por un momento deseé que dejara de contar. Me daba escalofríos de solo imaginármelo en ese estado.

- Mi mamá entró en una depresión muy grande, me veía así y no sabía que hacer conmigo, estaba negado a cualquier tipo de ayuda.

- Y... cómo saliste de eso? - pregunté con la voz temblorosa.

- Mi hermana fue el click - dijo y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro lleno de lágrimas - Ella se levantaba para ir al colegio y yo llegaba en ese estado. La veía llorar todos los días, hasta que entendí que lloraba por mi culpa, que me tenía miedo, que no quería que la tocara ni que me acercara a ella.

Temblé.

- Por ella cambié, por ella dejé de salir, por ella dejé esa vida de mierda que tenía y que creía que me hacía bien. Estaba lastimando y destruyendo a una familia entera. Estaba haciendo sufrir a las personas que más me querían. Y todo por una mina que al final no valía la pena.

- Por eso no querés enamorarte? - pregunté y asintió - No todas las mujeres son así. No me parece justo que te prohibas estar con alguien sanamente por ese miedo a que te lastimen. Es la vida, si todo fuera tan fácil sería aburrido.

- No tengo miedo a lo que me puedan hacer, tengo miedo de lo que soy capaz de hacer yo con tal de no sentir dolor - dijo y suspiré - Tengo miedo de volver a caer después de lo que me costó salir.

- No vas a caer, si ya superaste esa etapa y sos consciente de las consecuencias que eso te trajo, no lo vas a repetir. Tenés que confiar en vos mismo nada más.

Suspiró.

- Vos no me odias? No me tenés miedo ahora que sabes esto? - preguntó y sonreí.

- Al contrario, estoy orgullosa de que hayas podido salir adelante y de que te animes a contármelo.

- Es la primera vez que se lo cuento a alguien, creo que no es un lindo discurso de presentación - dijo y reí.

- Me gusta que confíes en mí - dije mientras le acariciaba el rostro con la yema de mis dedos, secando sus lágrimas.

Cerró los ojos y largó un interminable suspiro.

- No sabes lo aliviado que estoy, es como que me saqué un peso de encima contándote. Quería que me entendieras pero era muy difícil si no conocías la historia completa.

- Ahora te entiendo - acaricié su mejilla y él sonrió desganado - Igual, no me parece que tengas que estar tan negado. Al menos no conmigo.

- Qué? Vos sos distinta? - sonrió y reí.

- Tenés alguna duda?

Negó con la cabeza y una sonrisita tierna se dibujó en su rostro. Podía ser más lindo? No me pude contener y corté la poca distancia entre los dos para volver a unir nuestros labios, con ternura. Le costó unos segundos reaccionar, pero al poco rato ya tenía su brazo rodeando mi cintura y sus labios moviéndose al ritmo de los míos, tan lento como si tuviéramos todo el tiempo del mundo.

Maldito Destino-Orian- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora