CAPÍTULO 68

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Me falta el aire y mis manos tiemblan más que en toda mi vida. Mamá me abraza pero no lo suficiente como para lograr arrancarme todo este dolor del alma. Cree que va a quebrarme si es muy efusiva, me encantaría poder explicarle que ya estoy quebrada por completo, aunque no lo pueda ver. Siento un frío que recorre todo mi cuerpo mientras proceso sus palabras.

"Se fue..."

Deposito mi cabeza en la almohada y cierro los ojos con fuerza, sintiendo cómo cada músculo de mi cuerpo se contrae de dolor. Hasta ahora no había sido capaz de sentir nada, aunque puedo asegurar que me duele más tu partida que los daños que ese maldito accidente pudo haber causado en todo mi cuerpo.

No puedo asumirlo, no puedo aceptar que me dejaste completamente sola, teniendo que soportar tanto dolor. No lo acepto, y creo que nunca lo voy a aceptar, pero aún así las lágrimas brotan de mis ojos sin lograr detenerse, nublando mi vista por completo.

- Quiero verlo - susurro.

Mamá me observa sorprendida, calculo que no imaginaba que esas fueran mis primeras palabras.

- No puedes mi amor, estás muy débil - explicó en un hilo de voz.

- Necesito despedirme.

- Y vas a poder hacerlo, te lo prometo. Ahora te tienes que recuperar.

Asentí sin ganas. No quiero recuperarme, no quiero estar encerrada en la habitación de una clínica, y por sobre todas las cosas, no quiero ni siquiera vivir.

- Por qué? - solté y ella sostuvo mi mano con fuerza, haciendo su mayor esfuerzo por contener las lágrimas - Por qué a él?

- Eso es algo que no te puedo responder - dijo mientras acariciaba mi rostro con suavidad.

Al poco rato llegó papá con sus ojos extremadamente tristes, como nunca antes los había visto. Dejó un sentido beso sobre la frente de su mujer y ella se hizo a un lado, abandonando la habitación a los pocos segundos.

Una vez solos y con el silencio que nos rodeaba, sostuvo mis débiles manos entre las suyas, grandes y cálidas, y me miró a los ojos. De pronto todo se calmó, aunque sea por un instante. La seguridad que él me transmite siempre va a estar intacta, por más que la vida se empeñe en hacerme sentir de otra manera. Sus ojos brillaban de tristeza y supe que estaba luchando internamente por no llorar, siempre fue de querer mostrarse fuerte para que nos sintiéramos protegidas.

Me senté a pesar de la queja interna de mi cuerpo y no demoré en esconder mi rostro en su pecho. Él me rodeó firmemente con sus brazos, sin miedo a lastimarme, y me abrazó con toda la fuerza que necesitaba, mientras su camisa comenzaba a llenarse de mis interminables lágrimas.

Siempre sentí esa conexión única y especial con mi papá, y en estos momentos sólo necesitaba eso, su abrazo, sus manos acariciando suavemente mi pelo y sus escasas palabras, asegurándome que todo, con el tiempo, se va a acomodar.

Con el correr de las horas, y muy a mi pesar, las visitas comenzaron a llegar. Mi cuerpo seguía en esa maldita cama, pero claramente mi mente ya estaba muy lejos de ahí. No podía decir ni una palabra pero tampoco era capaz de prestar atención a lo que ellos tenían para decirme. Ojalá supieran que lo mejor que pueden hacer en un momento como éste es no decir absolutamente nada.

Escucho frases de consuelo como "todo pasa por algo" y siento un gran impulso por gritarles hasta que entiendan lo equivocados que están. Nada sin vos tiene sentido, a quién quieren engañar? Sin embargo me quedo callada y ahogo mis lágrimas en el hombro de cada persona que intenta darme ánimos.

Logro respirar profundamente una vez que vuelvo a estar sola en aquella deprimente habitación y agradezco no tener que escuchar más voces aunque sea por un rato.

Cierro los ojos e intento recordarte con esa alegría de siempre, aquella sonrisa inmensa y tus ojitos achinados de tanto reírte, mientras me abrazás con fuerza y decís cualquier cosa con tal de que se me pase el mal humor. Aunque ahora estoy en condiciones de admitir que la mayoría de las veces lo exageraba sólo para ver cómo te esforzabas por sacarme una mínima sonrisa.

De repente todo se vuelve más oscuro y las últimas imágenes tuyas de golpe invaden mi mente. Toda mi piel se eriza sólo de recordar aquel último roce de nuestras manos, tu cuerpo inmóvil y tu rostro sin expresión alguna.

Se ve todo tan real que no puedo evitar que mi corazón comience a latir exageradamente rápido, a medida que las lágrimas cubren casi por completo mi rostro una vez más.

La secuencia se reproduce en mi mente una vez tras otra y no hay forma de que pueda detenerla. Soy consciente de que ese maldito recuerdo va a atormentarme por el resto de mis días y sin embargo no puedo hacer nada para evitarlo.

- Ori, ya están los resultados de los exámenes. El doctor quiere hablarnos - susurra mi madre sacándome de mis pensamientos, borrando instantáneamente aquellas horribles imágenes de mi mente.

Maldito Destino-Orian- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora