CAPÍTULO 58

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Aproveché la distracción de mis amigos para escabullirme entre la gente y desaparecer de ese maldito lugar. No podía soportarlo más. Una vez fuera del bar respiré profundo y recosté mi espalda contra la pared. Cerré los ojos, aliviada, y me sobresalté cuando sentí una respiración bastante agitada a mi lado.

- Sos rápida corriendo - dijo con dificultad y forcé una sonrisa.

- Por qué me seguiste?

- Técnicamente vos me seguiste a mí - se defendió y maldije a mi amiga por haberme obligado a venir.

- Fue una casualidad - expliqué con la voz temblorosa y él sólo sonrió.

Wow, lo que extrañaba esa sonrisa.

- Feliz cumpleaños - largué por fin, tratando de evitar el silencio.

- Muchas gracias - respondió mirándome a los ojos, logrando ponerme más nerviosa de lo que ya estaba.

- Hacen linda pareja, así que te felicito también por eso - solté, cambiando de tema.

- Na, sólo somos amigos - dijo enseguida, restándole importancia.

- Mira vos, tu amiga te estaba metiendo la lengua hasta la garganta - bromeé pero a él no pareció hacerle ninguna gracia.

- No hay nada que se lo impida, supongo.

- Tenés razón, ya no hay nada que se lo impida - creo que odiaba admitirlo - Bueno, nada, que sean felices, y que tengas un buen cumpleaños.

Sacudí apenas su pelo a modo de despedida y me di media vuelta para desaparecer de ahí y subirme al primer taxi que encontré libre.

"Amiga, estoy volviendo al depto, quedate con Agus y divertite, nos vemos en estos días"

Guardé el celular en mi bolsillo e ignoré su respuesta, solo quería dormir hasta siempre. Por suerte en pocos minutos ya había llegado. Até mi pelo y me puse una de sus remeras, las cuales aún conservaba para dormir. Por suerte con el tiempo y los lavados ya habían perdido su perfume, había sido una tortura en un principio. Me recosté en la cama y di unas cuantas vueltas antes de por fin quedarme dormida, estaba pasada de revoluciones con todo el asunto del reencuentro.

Me desperté horas después con el timbre que no paraba de sonar y maldije en voz alta mientras intentaba abrir los ojos. Algunos pocos rayos de sol se colaban a través de la persiana, probablemente recién haya amanecido. Caminé en modo zombie hasta la puerta de entrada y la abrí de golpe, para luego esconderme detrás de ella cuando vi de quien se trataba, asomando solo mi cabeza.

- Qué haces acá Julian?

Estaba tan borracho que se esforzaba por responderme pero no podía. Se sostenía del marco de la puerta como si su vida dependiera de ello. Su pelo caía sobre su frente de una forma tan desordenada que me tuve que contener para no peinarlo. La camisa volcada con alcohol y con varios botones abiertos me dieron a entender que había tenido una buena noche, al menos mejor que la mía.

- Me puedo quedar acá? No tengo a dónde ir - preguntó arrastrando la lengua y me mordí el labio, de ninguna manera podía decirle que no.

Asentí casi sin pensarlo y estiré mi mano para ayudarlo a pasar. La tomó con fuerza y dio unos pasos hasta que finalmente cerré la puerta y se apoyó contra ella.

- Vení, te va a hacer bien darte una ducha antes de acostarte - dije tirando de sus manos con fuerza.

Apenas podía moverlo. Se quejó como un niño y no pude evitar reír, me mataba de ternura verlo tan vulnerable.

Lo metí en el baño a la fuerza y lo empujé hasta que estuvo dentro de la ducha. Saqué su camisa rápidamente para luego ayudarlo a sacarse los zapatos y el pantalón. Aún quedaban algunas prendas suyas en mi ropero, pero no las suficientes para vestirlo por completo.

Sostuvo rápidamente mis manos para que no lo dejara allí, pero no demoré en zafar de su agarre y abrir el agua fría. Instantáneamente pegó un grito de desesperación y yo reí, aunque muerta de culpa.

- Te dejo una toalla acá, voy a ir lavando esta camisa mientras te bañas.

No fue capaz de contestarme, creo que seguía impactado por el agua fría que recorría su cuerpo. Metí la camisa en el lavarropas y lo esperé del otro lado de la puerta hasta que finalmente salió.

- Te voy a matar - largó, sacándome de mis pensamientos.

Llevaba la toalla atada a su cintura y tuve que recostarme contra la pared para no caerme. Reí por su cara de bronca y la forma en que temblaba mientras se abrazaba a sí mismo.

- Te pude conseguir un bóxer y una remera, cambiate tranquilo que yo espero afuera.

- Ni sueñes que me voy a poner un bóxer de tu chongo - protestó con el ceño fruncido y reí.

- Es tuyo, estúpido - dije y me miró sorprendido - Como toda la ropa de hombre que hay ahí adentro. Nada de chongos.

- Pero Jenny me dijo que...

- Cambiate tranquilo - lo interrumpí entre risas antes de cerrar la puerta de mi cuarto.

Probablemente iba a agradecerle a Jenny por eso, el Julian celoso me gustaba bastante.

Cuando volví a entrar él ya se había acomodado en la cama y me miraba divertido. Me senté del lado que había quedado libre y lo observé intrigada. Quería hacerle muchas preguntas y a la vez no quería atormentarlo.

- Por qué viniste acá? - me animé a cuestionar.

- Agus se fue con Jenny al departamento y me amenazó para que no fuera, se ve que la iba a poner - dijo y largué una carcajada - y Emma se enojó conmigo, más o menos me cerró la puerta en la cara - finalizó y mi cara se transformó al escuchar su nombre.

- Se enojó por mi culpa?

Rodó los ojos.

- Está histérica desde que te vio - dijo y no pude evitar reír.

- Perdón, no quería traerte problemas.

- No te preocupes, ya se le va a pasar.

Asentí apenada y él apoyó una de sus manos en mi pierna con total confianza y naturalidad, como si este año separados no hubiera existido. Temblé ante el contacto pero él pareció no darse cuenta, se lo notaba completamente relajado.

- De todas formas este es el único lugar donde quería estar - agregó y sonreí - Gracias por dejar que me quede.

- No me dejaste opción, si no te dejaba pasar ahora estarías tirado en una zanja - dije y rió.

Lo admiré durante unos segundos hasta que volvió a ponerse serio.

- Descansá - susurré y negó con la cabeza.

- No quiero dormirme, quiero que nos quedemos así - suplicó y reí.

- No me voy a ir a ningún lado, te lo prometo, pero tenés que dormir.

Se quejó reiteradas veces antes de por fin cerrar los ojos. Poco a poco su respiración se fue suavizando hasta quedar completamente dormido. Me recosté a su lado y lo observé por horas. Ya no tenía sueño y para ser sincera extrañaba horrores verlo dormir.

Maldito Destino-Orian- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora